Lapo mental 22
El sótano oscuro, el desorden hijo del abandono, la trampilla en el suelo bajo un montón de cajas ajadas, y bajo ella, el baúl escondido. El olor de los años, del polvo sobre la tapadera de madera y hierro oxidado, fue lo primero que encontré. Luego, tras limpiarlo sin muchas ganas con un trapo casi más sucio que el propio arcón, di con la inscripción grabada a fuego sobre la madera, negro sobre marrón, en una lengua extraña que me recordó tiempos no vividos, soñados quizá, que creía ya del todo olvidados. La cerradura se rindió pronto y cayó al suelo con el segundo golpe; abrí el baúl y dentro, cágate, no había nada, y una pelusa aburrida.
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