Me pongo a pensarlo y me parece imposible. Llegamos a unas edades en las que echar la vista atrás te llena los ojos de lágrimas de las buenas, de esas que están llenas de historias, de risas, de buen rollo y de amistad. Se pone uno de un sensiblero que da gusto, pero es que no lo puedo evitar. Soy lo que soy por la gente que me ha acompañado todos estos años y no entiendo mi vida sin ellos.
Miguel es de los imprescindibles, acaba de cumplir añitos, y está en Bruselas, demasiado lejos, que es donde suele estar aunque no esté en Bruselas. Y como viene siendo habitual, he olvidado su cumpleaños, a pesar del calendario con alarma de mi supermóvil de penúltima generación... Cualquiera diría que la causa de mi olvido es el cumpleaños en sí mismo, porque a cada cumple de Miguel sigue un olvido mío, y ya se sabe, si hay nubes llueve, si le pegas a un gitanaco te ahostian y si juegas al combo de la once, no te toca.
Miguel es de los imprescindibles, acaba de cumplir añitos, y está en Bruselas, demasiado lejos, que es donde suele estar aunque no esté en Bruselas. Y como viene siendo habitual, he olvidado su cumpleaños, a pesar del calendario con alarma de mi supermóvil de penúltima generación... Cualquiera diría que la causa de mi olvido es el cumpleaños en sí mismo, porque a cada cumple de Miguel sigue un olvido mío, y ya se sabe, si hay nubes llueve, si le pegas a un gitanaco te ahostian y si juegas al combo de la once, no te toca.
Podría viajar en el tiempo dos días atrás y sorprenderle (seguro que no se lo esperaría) con una felicitación, pero va a ser que no. Sólo me queda escribirle esta carta y esperar un mes para verlo y celebrarlo juntos, en carne y hueso, entre amigos, que eso se nos da muy bien, y de esa no se libra, ni de coña.
...
Joder, Miguel, Felicidades, y que ganas tengo de verte, cagondiós.
Marco.
...
Joder, Miguel, Felicidades, y que ganas tengo de verte, cagondiós.
Marco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario