La sonrisa del señor de la chaqueta azul, con carcajada contenida incluida, iba dirigida directamente contra el otro, más bajito y sin chaqueta. Es mío, dijo el sonriente, y hoy te gano diez a dos. El señor bajito gruñó y dio la espalda a la escena siguiente: el señor de la chaqueta azul recogía la moneda y se la llevaba al bolsillo mientras con la mano libre tocaba la nuca del cadáver. Una simple caricia, pareció. El muerto se olvidó de su estado y retomó la verticalidad. Por un momento su rostro denotó duda, quizá sorpresa, pero al poco comprendió todo y sonrió, triste.
Lapo mental 53
La moneda rodó sobre su canto hasta golpear la mano abierta e inerte del hombre muerto. Fue cruz.
La sonrisa del señor de la chaqueta azul, con carcajada contenida incluida, iba dirigida directamente contra el otro, más bajito y sin chaqueta. Es mío, dijo el sonriente, y hoy te gano diez a dos. El señor bajito gruñó y dio la espalda a la escena siguiente: el señor de la chaqueta azul recogía la moneda y se la llevaba al bolsillo mientras con la mano libre tocaba la nuca del cadáver. Una simple caricia, pareció. El muerto se olvidó de su estado y retomó la verticalidad. Por un momento su rostro denotó duda, quizá sorpresa, pero al poco comprendió todo y sonrió, triste.
La sonrisa del señor de la chaqueta azul, con carcajada contenida incluida, iba dirigida directamente contra el otro, más bajito y sin chaqueta. Es mío, dijo el sonriente, y hoy te gano diez a dos. El señor bajito gruñó y dio la espalda a la escena siguiente: el señor de la chaqueta azul recogía la moneda y se la llevaba al bolsillo mientras con la mano libre tocaba la nuca del cadáver. Una simple caricia, pareció. El muerto se olvidó de su estado y retomó la verticalidad. Por un momento su rostro denotó duda, quizá sorpresa, pero al poco comprendió todo y sonrió, triste.
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