El androide sabía que se le olvidaba algo. Rebuscó entre los bolsillos de su chaqueta: la documentación, la tarjeta de crédito; en el pantalón: un pase para entrar en las zonas permitidas, un cargador solar, una pelusa; en el bolsillo inútil de la camisa: nada. Volvió a entrar en el cubículo.
Allí estaba, sobre la mesa, el tornillo que le faltaba.
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