Lapo mental 66

La luz entraba por la rendija de la puerta y rayaba el suelo sin arañalo. Durante los primeros días fue lo único que me distrajo de mis temores. La línea se movía conforme avanzaba el día, recorriendo casi toda la habitación. Y digo casi porque ciertas esquinas se libraban una y otra vez de ese haz que parecía desinfectar todo cuanto tocaba. La seguía con ansia pues era lo único real que allí había, lo único que me mantenía lejos de la locura.Nunca mientras estuve allí me acerqué a aquellas zonas de oscuridad permanente. La primera noche y la segunda fueron las peores. No dormí y me mantuve tenso todo el tiempo. Además, los de fuera no me traían comida, aunque la pedí. Ni siquiera agua. La tercera noche no aguanté más y dormí profundamente; al despertar encontré un plato de sopa fría y un mendrugo de pan pegados a la puerta. En todo el tiempo que estuve allí, jamás vi a nadie, y si alguna noche perdía el sueño pensando en mis cosas, sabía que al día siguiente no comería. No sé cuánto tiempo pasó, tres años, cuatro, no sé.

Al salir me fui directo a votar al partido demócrata.

Al salir me fui directo a votar al partido demócrata.

1 comentario:

JuanRa Diablo dijo...

No sé, para mí que no lo meditó lo suficiente...

(Genial!)