Lapo mental 51

Reflexiones desde la tumba

Aquí abajo todo es oscuro, húmedo y agusanado. Y solísima soledad.

La oscuridad me puede, no me inspira nada mejor que la rendición. Se cuela por mi nariz seca y se queda dentro de mi cráneo hueco, burlándose a su manera de mi indefensión. Me humilla. Se ríe con sus negros dientes asomando por entre sus labios de basalto, sabiendo que afuera, en vida, podría escaparme de su pegajosa mirada, pero no aquí. No aquí. Qué zorra es.

Húmedo. Porque los muertos no sentimos como los vivos, pero recordamos lo que sentíamos cuando podíamos sentir y ahora esa humedad me estaría matando una y mil veces, y está ahí, otro recuerdo de lo insensible, castigo, me ataca y me destruye, y casi nada soy ya.

Me hacen compañía y quizá sea lo más llevadero. El último recuerdo de vida, aunque sea ajena pero vida el fin y al cabo. Lo peor es que siento que ya están pensando en abandonarme. Gusanos traidores, nunca me sentí tan hombre objeto.

Y la soledad, sola, si mí ni na.