Feliz 2012

No sé si lo sabéis pero os lo digo. Esta noche me acostaré y mañana será 2012. (¿Oigo risas burlonas? "Este tío está pirado, de qué va, su mente derrapa hacia el infinito, y bla bla bla."). No es que esté mal informado, no. Es simplemente que yo me voy a saltar el 2011, y punto. Mañana todos despertaréis en vuestras camas, o camas ajenas, o bancos en la calle (excepto los que mueran dulcemente en camita y no vean el amanecer), miraréis el calendario y, sí, será 1 de enero de 2011. Pero no para mí. Yo me despertaré y será 2012. ("¿Quieres decir que estarás dormido un año, o inconsciente, o criogenizado tal vez, o harás un salto temporal a través de un agujero de gusano, o apagarás el cerebro a voluntad tras programar un despertador para el 1 de enero de 2012?", me interrogan las voces atropelladamente.) No, nada de eso. Es mucho más sencillo que todo eso. Mañana para mí será 2012, y los demás, que vivan cuando quieran. Cambiaré las fechas del ordenador, del móvil, me haré mi propio calendario hortera de bar de carretera y, si me preguntáis, siempre responderé que es 2012, aunque os riais de mí y me señaléis con el dedo con el que se señala a los locos de atar. ¿Razones? Haylas, pero son para mí.

Así es que feliz 2012 y ya si eso...

A la fresca

A la fresca con el pañolillo al cuello, que el relente es muy traicionero, cierra la boca que te vas a poner malo, mira, bonico, cógete una rebequilla a ver si vamos a tener que llevarte al ambulatorio y a tu madre le da un síncope de la impresión, ¿es que no quieres a tu madre?, pues eso, tápate bien, anda, ¿te duele la barriga?, te dije que no tomaras tantas guarrerías, ahora te doy una gaseosilla El Tigre y verás como te alivia, entra entra, cierra la puerta, los postigos, coge la mantica que ahora mismitico te hago una manzanillica, una miel con limón o una sopica de fideos...

Terapia

Salieri tiene lo suyo pero no hay que alarmarse. Tras una vida de fraude literario, polémicas y alguna que otra pelea en el baño de un bar, ha roto con todo, incluso consigo mismo. Se fue a vivir a una cueva a meditar y tanto meditó que el cerebro le dio la vuelta. Volvió a la ciudad con ganas de cambiar su vida pero todavía no sabe en qué dirección.

Salieri, el polémico escritor, lleva unas semanas yendo a terapia. La doctora Sara H. Rínquez trata de entrar en la mente de nuestro amigo utilizando todo su arsenal de técnicas comeollísticas aprendidas en la facul de la uni a la que fue después del insti, que no sé cuál es.

Tercera sesión
La consulta es agradable. Iluminada lo justo. Salieri está medio arramblado en un sofá. Observa los zapatos de la doctora, sentada enfrente. Son azules y tienen un lazo en el empeine. Le recuerdan al Mago de Oz. La doctora, rubia, cincuenta medios, sujeta una libreta y una pluma. Tras unos segundos en los que no pasa nada (una mosca, pero los deja indiferentes), la doctora comienza a trabajar.

Dra. S.H.R.: ¿Qué tal ha ido la semana? (La doctora espera atenta la respuesta. Salieri sigue mirando los zapatos azules hasta que decide responder.)

Salieri: Yo diría que bien... bien. Normal.

Dra. S.H.R.: ¿Sí? (La doctora tuerce el gesto.)

Salieri: Parece que no me cree... Si le digo que bien, es que bien. (Salieri parece molesto.)

Dra. S.H.R.: Ya, pero a ver, comprenda que no lo crea. Hace dos días me llamó desesperado, gritando (mira la libreta y lee) "corra, corra, escóndase, ya están aquí, vienen a por mí y luego se la llevarán a usted". Salieri, tiene usted que comprender que si le di mi teléfono personal fue para llamadas urgentes, no para desvaríos que usted sabe que no van a ningún sitio. ¿Eso es normal para usted? (Salieri se queda callado, vuelve a mirar los zapatos azules de la doctora.) ¿Puede responder a la pregunta? (Salieri levanta la mirada.)

Salieri: Doctora, me temo que no vamos a poder seguir con esta terapia...

Dra. S.H.R.: ¿Por qué razón? ¿Es porque le pregunto por su llamada? ¿Le incomoda? Vino a mí para que le ayudara con su situación pero no se deja ayudar. Al contrario, evita responder a mis preguntas, cambia de tema cuando le molesta la cuestión que estamos tratando... ¿No se da cuenta de que está impidiendo conscientemente que le pueda ayudar? Salieri, dígame... ¿por qué precisamente ahora que estamos empezando a ver dónde empezó todo, por qué justo ahora decide que no va a seguir viniendo a la consulta? Por favor, sea sincero... (La doctora mira intensamente a Salieri, quien vuelve la mirada hacia los zapatos azules.)

Salieri: No, si no me refería a... Es que me estoy cagando vivo, doctora, se ve que algo me ha sentado regular... ¿puedo usar su baño... tiene ventana? Es que creo que va a oler, sabe.

¿Puede ser este el mes con menos lapos de toda la Historia?

Puede.

Final alternativo

Como cada año, vuelvo a pensar en ponerle fecha de fin a este blog.

Desde el primer lapo aquel 4 de abril de 2004 no hay día que no piense en darle al botón 'Eliminar Blog' y mandarlo así al ciberabismo de Google, hecho mil pedazos imposibles de volver a reunir. Lo pienso, sí, pero hasta ahora no me he atrevido.

Quizá el cambio de año me dé las fuerzas necesarias y, quién sabe, por fin dejemos los lapos ir en paz (al cielo de los lapos o donde carajo vayan a morir los blogs).