¡No hagáis ruido!

Pocos recuerdos y uno tan claro, todavía fresco en la memoria. Si cerraba los ojos, casi podía oír su voz, ver su cara, su gesto, la escena completa. Ella, su madre, y él, un niño que la veía llegar con el enfado contenido en el rostro, con el temor a un mal despertar, el miedo a las malas caras, a las malas palabras. Ella intentaba cumplir con su trabajo de fin de semana: mantenerlos en silencio hasta la hora de comer. El niño entendía a veces y mandaba callar a su hermano pequeño, pero seguía siendo un niño y su cabeza andaba en otras historias. Madrugaban para jugar, y gritaban, y corrían, y daban portazos, sin entender muy bien por qué no debían hacerlo. Luego llegaba la tensión. Si la puerta del dormitorio se abría antes de mediodía sabían que casi seguro se había despertado por su culpa y que llegaría en silencio, enfadado con ella por no haber cumplido con su deber, y con ellos, por ser niños. Si había sido así, si ellos lo habían despertado, la escena podía acabar siendo un almuerzo callado y tenso, o bien, y peor, convertirse en uno con gritos y palabras feas. Ambos eran malos finales. Era entonces cuando el niño, que a veces entendía, comprendía por qué el rostro de su madre se manchaba de tensión y temor cuando les regañaba con aquel ¡no hagáis ruido, que vuestro padre está durmiendo!

Los ordenadores cuando mueren...

¿Y dónde van los ordenadores cuando mueren, papi? Qué gran pregunta, hijo. Pues mira, cuando un ordenador nos deja pasa por varios estados. Primero coge polvo un tiempo en casa. Es algo así como su purgatorio donde espera hasta saber si va al cielo o no. ¿O no, papi? O no, hijo, porque los ordenadores malos van al infierno, claro, pero no me interrumpas, hijito, o te tiro la consola por la ventana... y a ti detrás, humm, por dónde iba... ah sí, el purgatorio...

Después de unos días (semanas o meses) tirado en una esquina, armario o bajo la cama, el ordenador va a la basura. Si eres una persona concienciada con el medio ambiente, lo llevas a un punto limpio. Si no, como es nuestro caso, hijo, lo tiramos a un contenedor normal y tan panchos. Entonces el ordenador tiene varios posibles destinos. Si se ha portado bien, será reciclado y sus componentes pasarán a formar parte de otros aparatos y objetos. Es una especie de reencarnación. ¿Reencarna...? Calla hijo y atiende. Y si se ha portado mal irá al infierno, pero antes tendrá su particular pre-infierno en la Tierra: pasará un tiempo tirado en vertederos de basura situados normalmente en países africanos, contaminará lo que esté en su mano y entonces su espíritu (también llamado espírisoft o soulware) irá al infierno a pasar el resto de la eternidad. Allí normalmente se dedican a hacer lo mismo que hacían en vida: sufrirán sus sistemas operativos y ayudarán a torturar a los humanos que han acabado allí por ser malos cuando todavía vivían. Además, como hace tanto calor, no paran de colgarse porque sus ventiladores no dan abasto y están reiniciándose todo el tiempo, para angustia suya y de sus martirizados humanos. Y así hasta el fin de los tiempos. ¿Y en el cielo? Bueno, hijo, en el cielo hay muy pocos ordenadores. Están casi todos los que murieron antes de la llegada del adsl y alguno actual muerto por fallos de fabricación antes de llegar a pecar. Esos son libres de hacer lo que quieran, no dependen de humanos y usan el GOD System, completamente infalible y a prueba de Devilware.

¿Y cómo se sabe si un ordenador ha sido bueno o malo, papi? Muy fácil hijo, ¿tú te bajas pelis piratas de internet? Claro, papi, si no para qué sirve un ordenador... Pues hijo, tu ordenador irá directo al infierno.

Terremoto

Se abrió la tierra bajo nuestros pies y caímos al vacío, durante tanto tiempo que para mí que llegamos al centro del planeta. ¿En serio? Totalmente. Pero allí no hacía calor, ni vimos la lava moviéndose, esa masa de metal derretido, el nife, como nos decían en el cole. Ni de lejos. Tan sólo nos encontramos con un señor que vendía Biblias a medida (si la quiere usted sin Apocalipsis, yo se la vendo) acompañado por un perro que ladraba en inglés (¡woof!).

De barbas

Me estoy dejando barba, otra vez. Ya una vez lo intenté. No digo dejarme barba sino dejarla crecer hasta que se haga mayor de edad, y toque el suelo, y eche a andar si quiere. Por ahora no llega ni a la categoría de "barba de Papá Pitufo"... pero dadle tiempo. Roma no se hizo en dos días ni en tres. Mi barba se tomará el suyo, el que le haga falta. Ninguno de los dos tenemos prisa y con un poco a poco se hace un mucho.

Los viernes y el guacamole

¡Hoy me he llevado el último cacharillo de guacamole del Mercadona! Esto, que no tendría que ser nada destacable es hoy por ser viernes digno de alabanza. Me alabo pues. La razón... muy simple. Los viernes son días de masificación en mi Mercadona (en MI Mercadona, no sé en el vuestro). Cuesta encontrar aparcamiento en el parking. Cuesta encontrar un carrito libre y te toca el que está con la rueda bizca. Y cuesta, cómo no, que haya tarritos de guacamole disponibles, porque, amigos, nadie come guacamole, si le preguntas en una encuesta callejera, ¡pero luego llega el viernes, y vuelan del estante... y no soy yo quien se los lleva!

Por suerte, hoy quedaba uno y lo he visto a tiempo. Pero por poco lo pierdo, oye, porque una señora de esas con el pelo lleno de laca y cara de estar enfadada con la vida lo ha visto igual que yo y para el estante del guacamole que ha ido, la muy ladina, casi al trote y enfilada. Podría yo haber sido un caballero y haber cedido el cacharric... ¡y una mierda! (me interrumpo porque me me lo merezco) ¡He aprovechado la diferencia de edad, altura, peso, años y aerodinamismo (soy calvo, ella luce pelazo) y he llegado antes por medio cuerpo! ¡Y el guacamole ha sido mío, en injusta lid, sí, pero mío, y ahora mismo voy a pimplarme la mitad con una birrita!

El pájaro en la ventana

Cada noche me despierto, sólo un poco, y veo un pájaro en la ventana. Cuando termino de despertarme, un segundo después, el pájaro ya no está allí. ¿Existe el pájaro? Esa es mi pregunta. ¿Existe sólo cuando estoy despertando, o es un sueño que se cuela un poco en la realidad y se vuelve a su nido onírico cuando me alejo del todo, cuando apago el piloto automático de mi cerebro?

Si es verdad que hay infinitos universos, si eso que dicen es cierto, quizá hay uno en el que siempre que empiezo a despertarme un pájaro se posa en el alféizar de mi ventana y tras un parpadeo se marcha volando, justo antes de que yo lo pueda ver completamente despierto. En este simplemente desaparece y es eso lo que me tiene loco el resto del día.

Salieri y el CNI

Madrid, 2043, el Centro Nacional de Inteligencia desclasifica miles de documentos sobre antiterrorismo, ufología y otras cuestiones menores. Entre ellos, encontramos un encuentro entre un agente del CNI y el polémico escritor Marco Salieri fechado en febrero de 2011.

Agente: Señor Salieri, hemos sabido usted estuvo recientemente en Roma...

M. Salieri: Sí sí, por allí anduve. Tenía una conferencia sobre el simplismo literario. ¿Sabe usted lo que es el simplismo? ¿No? Verá...

Agente: ...No es esa la cuestión por la que le hemos pedido que se reúna con nosotros. La verdad es que...

M. Salieri: ¿Nosotros? Pero si sólo está usted aquí, usted y yo. Ah, hay alguien detrás de ese espejo grande, ¿verdad? Como en las películas, jejeje. ¿Sabe que mi padre era actor de cine? Ya hace mucho tiempo de eso...

Agente: ...Disculpe, señor Salieri, cíñase si es posible a las preguntas que le hago. Así no tendremos que retenerle aquí toda la mañana.

M. Salieri: ¿Retenerme? ¿Estoy detenido acaso? Vamos hombre, lo que faltaba... Tengo muchas cosas que hacer hoy, no me diga que me va a detener, porque yo no he hecho nada ilegal...

Agente: Bien, ahí es donde quiero llegar. En Roma estuvo usted en contacto con el señor Paolo Sforza, conocido miembro de la mafia...

M. Salieri: No no no, señor, se equivoca. El señor Sforza es un ricachón que se ha montado una secta, la no sé qué esotérica simplista. Este hombre loco, por decirlo suavemente, ha cogido los preceptos simplistas y los está usando para yo qué sé qué, pero a mí no se me presentó como mafioso, ni de lejos. Si lo es, no estuvo conmigo en calidad de tal, sino de... sumo sacerdote o gurú máximo o papa sectario de esa cosa que se ha inventado, señor agente. A mí no me meta en líos, que bastante tengo con los que me labro yo.

Agente: O sea, que usted no tiene nada que ver con él ni con su organización...

M. Salieri: Nada. Nada de nada.

Agente: ¿Entonces por qué hemos encontrado un ingreso de 3.500 euros en su cuenta provenientes de una de las cuentas del señor Sforza?

M. Salieri: Pues porque me los pagó él, claro, por ir a hablar con él. ¿Recuerda la conferencia de la que le hablé, la del simplismo? No pude ir porque este hombre me invitó a su sede, quería hablar conmigo de filosofía y otras cosas. Por eso me pagó Sforza, por compensar el pago perdido por el bolo, por la conferencia, ¿sabe?

Agente: Pues me temo que ese dinero va a tener que ser confiscado. Es dinero de la mafia. No queremos dudar de su honestidad, señor Salieri, pero me temo que durante un tiempo estará bajo la mirada de nuestro Servicio. Con las mafias no se juega y con el CNI tampoco.

M. Salieri: Vaya fantasmada.

Agente: ¿Qué ha dicho?

M. Salieri: Que gracias por todo. ¿Puedo irme ya? Es que hoy me quiero hacer unas lentejas y eso lleva su tiempo, si quiere que le salgan buenas, sabe...

No, no tengo

¿No? No, no tengo.

¿Y cómo lo sabes? Me lo dijeron en una revisión rutinaria.

¿Así, sin más? Sí sí, yo iba por otra cosa, papeleos sobre el uso de la vivienda compartida, el permiso de respiración diaria, la compra de derechos básicos... y la señorita de la ventanilla me dijo que no tenía alma.

¿Pero cómo la perdiste? Eso le dije yo, que para mí que de siempre que había tenido y que no había notado la pérdida. Se ve, me dijo, que en alguna de las renovaciones se me olvidó firmar alguno de los impresos, posiblemente el referente a alma. No se dieron cuenta, yo tampoco y mira, han pasado tres meses, ando sin alma y yo sin darme cuenta. Pero claro, digo yo, si hasta ahora me han estado descontando impuestos por el alma, 40 años y tres meses, y realmente no sirve para nada (te digo yo que no sirve, que no la echo en falta), es que nos están engañando, nos están cobrando por algo prescindible. No es como si respirar fuera gratis o el gasto en compañías temporales y otros contactos sociales. Entiendo que eso se cobre... pero si me van a retener, cuánto es, un 0,3% del sueldo anual en concepto de posesión de alma por la cara, pues mira, chica... ¡las cosas no son así! ¡¿No crees?!

¡Pues no, mira, con lo tranquila que estaba yo hoy y con lo que me cuentas hasta el pulso tengo alterado, niña!