Mala suerte, pizzero

Qué mala suerte tienes, gañán, cuando después de cobrarme la pizza te quieres llevar. Pizzero hambriento eres y rápido, ladrón, mas en la pared de mi casa una lanza zulú tengo colgada, que sin más espera agarro y por la ventana hábilmente arrojo y tras corto y certero vuelo termina clavada en tu podrido corazón. Bajo en ascensor y allí estás, pizzita mía, junto a tu pizzero traidor, que muere ensartado por querer curarse el hambre robándole la jama a un servidor.

Querido Diario:

Lo nuestro es imposible. Pero no te pongas triste... No eres tú, soy yo. Bueno, en realidad sí que un poco es por ti. O sea, que te iba a dejar igual aunque no estuviera con otro... sí sí, has oído bien, te dejo por otro, por un Blog. No sé, Diario, él es mucho más dinámico, joven, tuneable y no tengo que llevarlo siempre encima: basta con que haya una conexión a internet y ahí está él, siempre joven, no como tú, que tienes las hojas amarillentas, como los dientes de un fumador, y a la mínima de cambio te manchas, o peor, te acabas y tengo que ir a comprar otro... Lo siento, creo que eso será bueno para los dos. Además, tú siempre dijiste que querías vivir solo, no depender de mí... aprovecha esto que nos pasa para tratar de alcanzar tus sueños. No sé, quizá acabes siendo el Diario de alguien famoso, ¿no?

Ojete moreno

La gente me pregunta por qué de vez en cuando grito "¡ojete moreno!" sin venir a cuento y entiendo que os debo una explicación, que es bien sencilla:

"Ojete moreno" es para mí como "supercalifragilisticoespialidoso" para Mary Poppins. Y creo que con esto está todo dicho.

Mis vidas anteriores

He recurrido a los servicios de un adivino. Pero no uno cualquiera. Uno de verdad, de los que tienen poderes de-ver-dad. Me ha mirado el aura, las manos y la manera en que la caspa de mi cabeza cae en una rodaja de sandía. Después me ha pasado una nota con la lista de mis vidas anteriores hacia atrás en el tiempo desde la actual. Aquí la tenéis:

-Hombre.
-Tortuga.
-Perezoso.
-Caracol.
-Coral.
-Moho.

Ahora lo entiendo todo.

El blog de Marco Salieri

Acabo de enterarme de que M. Salieri tiene blog recién estrenado. Esto sí que no me lo esperaba, o al menos no tan pronto (acaba de abrirse un twitter y no sabe casi usarlo). La dirección es marcosalieri.blogspot.com. Para mear y no echar gota. Querido maestro, te seguiré hasta el fin del mundo.

Gill Sans, la historia de una letra

Eric Gill se estaba zumbando a su perro justo cuando tocaron al timbre. Le jodía enormemente que el interrumpieran mientras sodomizaba a su mascota. Son esas pequeñas cosas que te joden el día. Además, tienes que vestirte a toda velocidad y parecer que no estabas haciendo nada malo. Poner cara de inocente. "Nada, no estaba haciendo nada, sólo... fregaba los platos, mmm, barría la casa". En fin. Eric se subió los pantalones mientras gritaba "¡ya voy, ya voy!", mandó al perro a su caseta y puso un montón de papeles sobre la mesa. Así parecería que estaba trabajando en algo. Corrió a la puerta y abrió, no sin antes recomponer el gesto, relajarse, olvidarse de lo que estaba haciendo minutos antes. Era su primo. Como era habitual, entró en tromba a su pequeño estudio gritando las últimas noticias de la famila. Cuando paró de hablar, se dirigió a Eric y le preguntó, "¿y tú qué, qué haces?"... Eric se quedó en blanco, miró al su alrededor, al suelo, a la silla, a la mesa... De pronto, todas su excusas parecían tontas, sin sentido. Nadie se las creería... Una gota de sudor asomó por su frente y cayó hasta el ojo. Mierda. Entonces improvisó: "Estaba, mmm, estaba... estaba haciendo unos... unos dibujos, sabes, un... tipo de letra, sabes, uno nuevo... lo lo lo llamaré... Gill, jejeje, ¿tiene gracia, no? como yo, Gill". Cagada enorme, como todos sabemos, porque luego tuvo que echar más horas que un tonto para crear la letra que hoy conocemos como Gill Sans.

Moraleja: no te zumbes a tu perro o tendrás que inventarte un tipo de letra, cosa que ni te va ni te viene.

El correo de Salieri

A petición de M. Salieri y con el ánimo de mantener con él una buena relación, transcribo en este blog el correo electrónico que ayer mismo recibí escrito de su puño y letra. Antes que nada querría dejar claro que es un honor que el propio Salieri haya contactado conmigo y que podrá, siempre que quiera, utilizar este humilde blog para hablar de lo que le dé la gana. Si yo he seguido sus pasos literarios hasta ahora y he tratado de seguir fielmente el espíritu de su género literario ha sido por una sana admiración y porque lo veo como un mentor al que seguir y de quien se puede aprender muchísimo. Yo no sería quien soy si no hubiese caído en mis manos siete años atrás aquel librito suyo en el que desarrollaba la teoría de los lapos mentales. En fin, espero que Salieri siga con nosotros muchos años y que siga haciendo grande la literatura. Si finalmente decide abrir un blog, como anunció en su twitter, sabrá que tendrá en su más fiel discípulo, un servidor, al primero de sus lectores. Os dejo con su correo.


"Querido Marco A. García.

Me presento aunque creo que ya me conoce. Soy Marco Salieri, escritor y polemista. He sabido que usted lleva años escribiendo en su blog algo inspirado en lo que yo llamo "lapos mentales". Mi conocimiento de los secretos de internet es muy limitado, pero con la ayuda de un amigo hace unas semanas pude acceder a su página web. He de decirle que la he encontrado tremendamente inspiradora. Es un honor para mí y la confirmación de que mis esfuerzos no han sido en vano que alguien como usted haya cogido el testigo de este mi género literario y le haya dado tantas horas de su tiempo a la creación de estas cientos de pequeñas obritas improvisadas.

Dicho esto, me gustaría hablarle de una cuestión que me tiene tremendamente preocupado. En diversas entrevistas, mesas redondas y otros foros similares, he sido preguntado por su blog. Eso no sería ningún problema (en serio, me parece todo un descubrimiento digno de toda loa) si no fuera porque toda la gente que me conoce cree que su página web es obra mía y sólo mía. Por más que trato de hacerles ver que están en un error, sólo consigo risas cómplices y frases chistosas, como si fuera mi intención engañarlos tontamente con esta cuestión en lugar de transmitirles con franca sinceridad que nada tengo que ver con su autoría. He de decir que en parte la culpa es mía, sobre todo desde que publico sus lapos mentales en mi reciente creado twitter (algo que creo confirma mi apoyo incondicional a su obra). Esto ha llevado enredar todavía más la situación, ya que ha certificado en cierta forma a todos que, efectivamente, el blog, su blog, es mío en realidad.

Le pido, le ruego, que haga público este correo electrónico en su blog, que aclare usted mismo si es necesario que nada me relaciona con su página, que tan sólo nos une el simple hecho de que usted escribe lapos mentales, esos que yo di en parir en una tarde lluviosa de enero de 2002 y de los que hablé más tarde en la obra "Escritura escupida: el lapo mental" más con un afán de juego literario que con la idea vanidosa de trascender, aunque el tiempo, como podemos ver, está conviertiéndolos en mucho más de lo que en un principio fueron en mi pequeña y humilde mente.

No le molesto más. Sepa que siempre podrá contar conmigo y que podremos seguir en contacto siempre que usted quiera.

Atentamente,

Marco Salieri."


Creo que las palabras del señor Salieri bastan para aclarar que este blog nada tiene que ver con él, salvo que desarrolla en la práctica su teoría literaria desde el respeto y la admiración.

El paseo

Nieto y abuelo caminaban por la orilla del mar, a la distancia justa para no tener que andar rehuyendo las olas. No había nadie en el agua y tan sólo un par de deportistas madrugadores se veían a lo lejos, corriendo por el paseo marítimo enlosado que servía de frontera entre la playa y la ciudad. El invierno estaba a punto de llegar oficialmente aunque las temperaturas bajo cero de los últimos días eran prueba más que suficiente de que el otoño se había rendido mucho antes de tiempo. El niño, cubierto cual esquimal, salvo los ojos y la enrojecida nariz, tras tirarle de la manga del anorak a su abuelo para llamar su atención y detener la marcha, rompió aquel gélido silencio. Abuelo, le dijo, ya sé que te encanta pasear por la playa conmigo y todo eso pero... ¿no sería posible que, dado que ya casi no siento las piernas por el frío y me cuesta mucho respirar, nos fuéramos a casa a sentarnos junto a la chimenea, quizá jugar una partida de cartas, ver la tele o algo? El abuelo se apoyó sobre la rodilla buena, cogió la cabeza del nieto entre las manos y le dijo, soltándole en la cara un chorro de aire helado, Nieto, cuando en la posguerra llegaba el invierno, mis hermanos y yo salíamos antes del amanecer para ir a traer agua y... Vale vale, abuelo, le interrumpió el niño, que trataba de disimular un gesto de terror infinito, venga, anda, déjalo y sigamos andando, ¿vale?

Abducción

Dos años abducido y qué puedo contar... Nada. Incluso menos. ¿Hicieron experimentos conmigo? Puede, no sé, no me acuerdo. Mis momentos de consciencia se limitaban a algunos minutos al día en los que me hacían rellenar estúpidos test con cuestiones del tipo:

1. El agente alienígena que le ha abducido...:

A. Ha sido antipático con usted.
B. Ha tenido un trato indiferente.
C. Ha sido amable con usted.
D. ¡Es majísimo! ¡Lo añadiré a mi Facebook!

2. Las comodidades de la nave son...:

A. De motel de carretera.
B. Insuficientes.
C. Suficientes.
D. Propias de un hotel de cinco estrellas.

3. Cuando vuelva a su planeta (si vuelve)...:

A. Echará pestes de su abducción.
B. No hablará del tema con nadie, por el mal recuerdo.
C. Se lo contará a sus amigos más íntimos.
D. Twitteará todo con pelos y señales y recomendará a sus amigos dejarse abducir en cuando puedan ya que la experiencia es maravillosa, de ensueño, algo que le ha cambiado la vida para bien, le ha hecho mejor persona y algo por lo que todo el mundo debería pasar.

Por supuesto yo puse todo genial... (quiero pensar que por eso me devolvieron a casa, pero a saber...) (Para mí que se piensan que con las dosis de sedante que te ponen te enteras de algo... ¡menudo colocón, tú!)

El mago

Saca la varita, de las de antes, negra con las puntas blancas, como las de Magia Borrás, y la agita delante de su público, sonrisa en la cara, gestos mil veces repetidos, golpea tres veces la chistera que descansa en la mesita de metacrilato, pac pac pac, y, mágicamente (no podía ser de otra manera), sale del sombrero un humeante plato de conejo al ajillo. El público rompe en aplausos. Se ve que hay hambre. Un hombre de la primera fila se levanta, ojos encendidos, sube de un salto al escenario y se abalanza sobre el plato sin que el mago pueda hacer nada por evitarlo. El resto del público se levanta de sus asientos para ver mejor lo que está pasando. El espontáneo se come el conejo con las manos, ávido, hasta dejar el plato limpio, se lo devuelve al mago y regresa a su asiento, calmado y sonriente. El público mira fijamente al artista, a la espera. La varita vuelve a golpear tres veces la chistera y otro plato de conejo al ajillo aparece de la nada. Los aplausos vienen ahora acompañados de vítores. Un segundo espectador, sentado al lado del ya saciado, corre al escenario y se zampa aquel manjar recién cocinado. El mago, que calcula que le quedan casi doscientas personas por alimentar, se arrepiente de no haber traído hoy la chistera grande. Siempre sonriente, repite su truco una y otra vez y se felicita interiormente por haber dejado programado el vídeo para grabar el partido de fútbol al que seguro ya no llega para ver en directo.

Las nuevas tecnologías (extracto)

Extracto de la entrevista realizada a M. Salieri en el programa radiofónico (antiguo medio de comunicación por ondas, sin imagen) 'Entre comillas', el 17 de enero de 2011. Transcripción adjunta a la tesis doctoral 'Salieri y otros fraudes literarios del siglo XXI'.

[...]

Locutor: La vuelta a la ciudad desde su cabaña en el campo...
M. Salieri: Cueva.
Locutor: ¿Cómo dice...?
M. Salieri: Cueva, era una cueva. Vivía en una cueva. Usted ha dicho "cabaña". Yo vivía en una cueva en la montaña.
Locutor: Eh, sí, perdone, cueva. La vuelta a la ciudad tras su retiro en la cueva le ha cambiado, nos decía, le ha hecho ver las cosas de otra forma. Ha vendido su máquina de escribir, ha vuelto a dar conferencias...
M. Salieri: Sí, eh, sí. Sí, vendí la máquina, eh, volví a contactar con mi agente literario Camilo y bueno, eh, hasta me he abierto una cuenta de twitter y allí pues, eh, pues sí, digamos que tomo contacto, de alguna manera, con la gente, con la realidad, ¿me entiende? Es algo inquietante, sabe, lo del twitter, pero Camilo, mi agente, me dice que es una buena manera de llegar a nuevos lectores, de hacer saber a la gente que, digamos, he vuelto.
Locutor: Sí sí, ya veo. Es necesario actualizarse, ¿verdad? Bien, humm, ¿y qué hay de su nueva novela?
M. Salieri: ¿Qué? ¿Qué nueva novela?

[...]

El LHC provoca el fin del mundo

Lo sabía. Lo llevo diciendo mucho tiempo. Al final la maquinita va a petar todo y verás la cara de tontos que se nos queda... lo que no supe ver en su día es que los supervivientes se irían en un barco de vela de paseo por los siete mares, claro.

La niebla

La niebla. Qué grande. Una cosa tan tonta y la de libros, pelis y accidentes que se han hecho con ella. La niebla de Londres. La niebla de mi pueblo. Niebla, el perro de Heidi. Es tanto lo que ha dado la niebla a la humanidad... La niebla da miedo porque nos obliga a imaginar qué se esconde tras su esmegmática e inaprehensible figura. Normalmente es un balate en una curva por el que se te va el coche seguro. Abajo hay unos riscos afilados puestos ahí para la ocasión. Es entonces cuando se te ocurre inventar el airbag-zepelín, que te salvaría con suavidad de romperte la cara y te elevaría hasta la carretera con estilo. Pero es tarde, la has palmado, y todo por la niebla. El asesino pasivo de aspecto algodonoso. Un serial killer nómada con modus operandi simplista.

Desde mi casa no se ve la casa de enfrente. Por la censura de la niebla.

Twitter 2

Se supone que esto que he hecho hace que cuando se publique un post en el blog salga también en Twitter. Se supone. Pero creo que es mucho suponer. ¿Será que soy tecnológicamente inútil, o simplemente es que soy inútil a secas?

Twitter

"No sé, no son estas cosas las que me inspiran, pero acabo de crear una cuenta de Twitter (curioso nombre, me recuerda a un perro que tenían mis abuelo, Twinky, murió por un cocido en mal estado). ¿Servirá esto de algo? ¿Tiene algún sentido para vosotros? 140 caracteres no son muchos ni pocos para un lapo mental, ¿verdad? Eso pensé."

En 2011, el polémico escritor M. Salieri creó su perfil en Twitter. Nadie sabe qué razones le llevaron a ello ni si le sirvió para algo. Nadie se esperaba algo así de él, según las referencias de las que disponemos. En cuanto tengamos más información, no dudaremos en trasladarla nuestras páginas.

2067, nº45 de la Revista de Arqueología Literaria 'TrepaNados'.

El vendedor de souvenirs

Vendo souvenirs en un puesto ambulante en el centro de Madrid. Ya saben, imanes de frigorífico con la bandera de España, el toro de Osborne o una bailaora con traje de faralaes; camisetas de la selección española, bolas de esas que giras y cae nieve sobre la Puerta de Alcalá... y esas mierdas. Se venden mucho, la verdad, y gracias a dios que tienen salida, porque es lo que me da de comer. Eso y robar cadáveres en los cementerios. Esto último lo cobro en negro.

Lo de los souvenirs me llegó de rebote. Un amigo seropositivo se puso muy malo y tuvo que dejar el puesto. Y me lo cedió. Fue algo como caído del cielo. Estaba sin un duro, rapiñando a la familia y a los amigos y cuando estaba a punto de entrar en el gremio de indigentes de Madrid, este amigo me hico el regalo más grande que se puede hacer: un trabajo, y de los buenos. De eso hará en marzo cinco años, y que dure. Lo de desenterrar cadáveres llegó después. Me metí en un lío... negocios que salieron mal... pero no se crean, no eran malos, que si todo hubiera salido como debía ahora estaría yo tomando el sol en una playa caribeña, sí, jejeje. Pero salió mal y de un día para otro me encontré debiendo mucha pasta a gente muy poco comprensiva con mi situación económica y poco respetuosa con la vida ajena. En fin, que me vi algo desesperado. Entonces me puse a buscar algo que me diera dinero rápido, y a ser posible mucho. Aquí tengo que admitir que la suerte se portó de nuevo bien conmigo. Uno de mis vecinos de puesto, uno que vende también en el Rastro los domingos porque tiene lámparas y telas y esas cosas, sabía que yo andaba con problemillas y me llevó una noche con unos amigos. Nos metimos en una furgoneta y nos fuimos al sur, no sé ni dónde, a Toledo, a pueblos de por allí, y me vi cavando tumbas, y levantando tapas de nichos como si llevara haciéndolo toda la vida. Cuando salí de allí me dije que eso no estaba bien, que no quería hacerlo, que me podían pillar... pero claro, cuando vi la pasta... en una noche saqué lo que en mes y medio vendiendo imanes de mierda. Y sólo había que sacar los muertos, bastante recientes, por cierto, meterlos en la furgo y llevarlos a unas naves a las afueras de Alcorcón. Punto. Cavar, llevar, entregar y cobrar. ¿Fácil, no? Pues sí y no, porque si fuera tan fácil no estaría yo ahora contándoles esto desde un ataúd enterrado a dos metros bajo tierra, palmo arriba o abajo.

Primer lapo de 2011

Empiezo el año con el mismo frío del año pasado. ¿Han cambiado cosas en estos días? Algunas. Mis pies están destrozados. La culpa la tienen los adoquines romanos (martirius romanus). Roma te marca, dicen. Espero que sea temporal, añado. Acabé el año pensando de dejar esto de los lapos, no porque hayan dejado de cumplir su función desestresante, sino porque quizá deba buscarme otra forma de conseguir lo mismo, por variar el método y, quién sabe, volver a esta más adelante. No lo sé todavía. Lo estoy pensando. Lo mismo me paso al taichí, o a las máquinas tragaperras.

El año pasado fue raro. Pasaron muchas cosas dentro de la tranquilidad lacustre generalizada del mundo-burbuja este mío personal. Pequeños terremotos, tsunamis más o menos llevaderos, y la línea del horizonte siempre recta, a pesar de todo. Bueno y malo, cosas para olvidar que no deben ser olvidadas. Pronto serán sólo niebla.

Del año que entra no espero nada. Así todo lo que venga será sorprendente, un premio inesperado. Si planeo acabo estrellándome.

En fin.