Desde mi casa no se ve la casa de enfrente. Por la censura de la niebla.
La niebla
La niebla. Qué grande. Una cosa tan tonta y la de libros, pelis y accidentes que se han hecho con ella. La niebla de Londres. La niebla de mi pueblo. Niebla, el perro de Heidi. Es tanto lo que ha dado la niebla a la humanidad... La niebla da miedo porque nos obliga a imaginar qué se esconde tras su esmegmática e inaprehensible figura. Normalmente es un balate en una curva por el que se te va el coche seguro. Abajo hay unos riscos afilados puestos ahí para la ocasión. Es entonces cuando se te ocurre inventar el airbag-zepelín, que te salvaría con suavidad de romperte la cara y te elevaría hasta la carretera con estilo. Pero es tarde, la has palmado, y todo por la niebla. El asesino pasivo de aspecto algodonoso. Un serial killer nómada con modus operandi simplista.
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