La Isla de Perdidos (5 años después)

En un lugar de la Isla...

-Señorita, por favor, ¿puede traernos un par de coca-colas más? -dice alzando la mano el señor de camisa de flores de la mesa grande.
-Claro señor -responde la camarera con una sonrisa más que falsa-, enseguida se las llevo. La antes 'Otra' y ahora camarera de uno de los restaurantes de la Isla entra en la cocina echando pestes. -Estoy harta, harta de esta mierda -grita dejando unas copas violentamente sobre el fregadero.
-Ana, tranquila -le dice el cocinero, antes Otro-. Mira, vete a casa y descansa.
-Es que... es que, joder. ¿No estábamos bien con Jacob? Él al menos nos dejaba hacer lo que quisiéramos. Íbamos de un lado a otro, libres... ¡y no esta mierda!
-Te vas a meter en un lío, Ana. Hugo ha querido que esto sea así y ya está. Es como él ve la Isla. No puedes negarme que ahora nos aburrimos menos... Desde que abrió el resort y construyó el campo de golf...
-¿El campo de golf? ¡Tío, que ha talado la mitad de la Isla para hacer el puto campo de golf! Y Ben no dice ni pío.
-Ben hará lo que Hugo diga, eso ya lo sabes. No está para llevar la contraria a nadie.
-Lo que es es un cobarde. Antes yo le respetaba... ¿y el parque temático? Cuando Hugo nos reunió y nos dijo que tenía pensados unos cambios para la Isla yo hasta me hice ilusiones... Y me viene con lo de hacer un parque temático con las instalaciones de Dharma. ¡Ese tío sólo piensa en hacer negocio!
-Y en comer...
-Sí, y en comer, hostias. Y la Isla está a reventar de gente, que no hay fin de semana que no nos quedemos sin habitaciones. Se tiene que estar forrando y nosotros currando a destajo. ¿Entiendes por qué me enfado, verdad, que no soy una histérica?
-Que sí... que estoy contigo, pero tranquila. Hoy has tenido un mal día. Ya se te pasará.

En otro lugar de la Isla...

Hugo no ha parado en todo el día. Le gusta recibir a sus clientes, darles un trato personalizado, y no ha podido tomarse una chocolatina en todo el día. Se sienta en su sillón y abre una de las grandes. Riquísima. Todo está le está saliendo genial, piensa...

-No es así, Hugo -el orondo guardián de la Isla se gira sobresaltado. Es Jack, bueno, su fantasma, que se le aparece de vez en cuando para incordiar.
-Déjame Jack. Tú tuviste tu oportunidad. La Isla está mejor así, abierta al mundo...
-Hurley... sabes que no es así. Esto de hacer negocio con la Isla, traer a tanta gente... Tienes que proteger el corazón de la Isla y así lo que haces es dejarlo a la vista de...
-¿A la vista de quién? Nadie sabe que existe, nadie podría entrar dentro y quitar el tapón, excepto Desmond y ese no va a volver. ¿Cuál es el problema? No me seas aguafiestas, hombre...
-Hugo, amigo, tienes que entrar en razón. ¿Qué pasó la semana pasada?
-Con qué.
-Lo sabes bien... un turista encontró la cueva sin querer y ahora tenemos al Humo Negro otra vez suelto. ¿Crees que tu agencia de viajes seguirá teniendo buenos resultados cuando empiecen a aparecer turistas muertos? Te has equivocado con esto y lo sabes.
-Tío, no sabes nada de nada. El Humo está controlado. He reutilizado los pilones esos que tanta grima le dan y no puede entrar en la zona habilitada para los visitantes. No te preocupes por eso. No me va a pasar como a los de Parque Jurásico, eh, tío.
-Ya veo que no te vas a dar por vencido. Quiero que sepas que he hablado con Jacob y con su madre y están de acuerdo en que debes... dimitir.
-¿Dimitir? -Hugo se lleva lo que le queda de chocolatina a la boca- ¿Y quién me va a obligar a dimitir? ¿Tú?
-Sabes que podemos. Será por las buenas... o por las malas.
-¡Tío, tío, no me hagáis esto! ¡Si todo está saliendo bien!
-Y una mierda, Hugo. Tienes a los Otros hartos, te estás cargando la Isla... y con esa idea de abrir una clínica abortista ya la has cagado del todo.
-Joder, tío, si la Isla hace el trabajo ella sola. ¡Es negocio seguro!
-Se acabó, Hugo. Tienes quince días de preaviso.
-Mierda mierda mierda.... ¿y quién me sustituirá?
-Probablemente Walt. Ya es mayor de edad y lo teníamos infrautilizado, la verdad.
-Humm, a Ben no le va a gustar.
-Ben se va contigo. ¿Se lo dices tú o se lo digo yo?
-Déjalo, ya hablo yo con él... vaya mierda tío, vaya mierda.
-Lo siento amigo. Hasta luego.

Jack desaparece y Hugo, sollozando, abre una nueva chocolatina y se la come de un solo bocado.

Sin botones

Joe Cocker está cantando en mi ordenador. Sí, como lo oís. Le he dado a un botón (al dibujo de un botón en la pantalla, realmente) pulsando otro botón (este real, el de mi ratón) y Joe se ha puesto a cantar. Lo mismo puedo hacer con una peli. Pulso un botón que pulsa un botón y todo se pone en marcha. Parece mágico pero sólo es tecnología. La magia es otra cosa y mucho más sencilla. Ahora saldré de casa, caminaré entre los árboles, seguiré el camino de amapolas y lavanda hasta que el sol se esconda tras la montaña. Agarraré con mi mano unas flores, así, sin intermediarios, sin botones, y oleré su fragancia, y luego correré buscando sentir el dolor en mis piernas.

Una de romanos

El soldado de infantería Cayus Pedis lleva dos días marchando con sus compañeros de centuria por las estupendas vías romanas camino, le han dicho, de Dyrrhachium, donde esperan enfrentarse por fin a las tropas de Pompeyo y salir vencedores junto a su líder, el gran Julio César. El camino es fatigoso, más por la impedimenta que por las horas de camino, pero se lleva bien gracias al buen rollo que hay entre los legionarios.

Cayus Pedis: Ya sé que no está bien que lo diga, amigos, pero estoy deseando acabar con esto.
Primus Secundi: ¿Con esto? A qué te refieres... ¿al ejército?, ¿a la guerra?

Cayus: Con todo, si es que no es lo mío... ir de un lado para otro, guerrear... es todo tan... tan absurdo.
Primus: ¿Absurdo? Cayus, esto no tiene nada de absurdo. Yo te lo explico. Verás, estamos en medio de una guerra civil. De un lado está César y de otro Pompeyo. Nosotros vamos con César. Es realmente sencillo, amigo.

Cayus: No seas bobo, ya sé por qué estamos aquí, pero no me gusta formar parte de esto. Ya sabes, meses y meses de un lado para otro, cargando con el pilum, galea, gladius... con este calor infernal. Tío, que estamos en pleno julio y el sol pega que te derriten las caligas, y nosotros a pata, cargando con toda esta mierda para luego llegar a... dónde era...
Primus: Dyrrhachium...

Cayus: Eso, Dyrrhachium, y quizá morir, o peor, salir tullido y no valer para nada.
Primus: No, si visto así... ¡pero es tu obligación como romano...!

Cayus: ¡A la mierda mi obligación como romano! Primus, yo no me veo diez campañas más metido en esto. Ni por todo el oro del mundo. Sabes, estoy pensando en dejarlo.
Primus: ¿Vas a desertar?

Cayus: Es posible. Tío, ¿es que no lo ves? Esto no es vida. Y ahora estamos peleando contra Pompeyo, pero luego, si sobrevivimos, ¿qué vendrá? Nos mandarán a África o a las Galias a otra guerra estúpida y más tarde o más temprano acabaremos muertos de mala manera. A la reserva no llegamos, te lo digo yo.
Primus: Tío, me estás deprimiendo.

Cayus: Lo siento, pero es lo que pienso... ¿Tienes algo de comer?
Primus: No, nada. Mierda de vida.

Cayus: Sí, mierda.

Desde el precipicio

Arrodillados al borde del precipicio arrojamos piedras tratando en vano de alcanzar a las águilas que planean bajo nuestra vista. Pide un deseo, me dice el de mi izquierda, pide un deseo y tira la piedra lo más fuerte que puedas. Cierro los ojos, porque es así como se hace, pienso en mi deseo y lanzo la piedra hacia los pies de la montaña tan fuerte que el hombro se me queda dolorido. Pero olvido el dolor en cuanto veo caer a una de esas hermosas aves, que en pocos segundos acaba inerte en el fondo del precipicio.

Realidades paralelas, amigo

Verás, si es muy fácil. Tú estás aquí y otros igual que tú están en otros mundos como este pero que no son este... Sí sí, infinitos mundos con infinitos tús, cada uno con una vida distinta o parecida o muy igual, ya sabes, con todas las opciones posibles... claro claro, aquí eres un abogado enganchado a la coca, por ejemplo, y en otro eres un chulo de putas enganchado al crack... eso es... no no no, no están conectados, al menos por ahora, claro, en el futuro quién sabe... claro, allí también hay internet y helados de chocolate... bueno, a lo mejor no, sabes, a lo mejor allí no han inventado internet y se les acabó el cacao por una plaga y ahora llaman chocolate a algo marrón hecho con química, a saber... ¿la nutella? no sé, yo es que soy de nocilla, pero sí, tendrán su nutella o algo similar, digo yo... la verdad es que no contemplo un mundo sin nocilla, me cuesta imaginarlo, pero bueno, con tanto universo suelto seguro que en el alguno a nadie se le ha ocurrido mezclar leche, cacao, avellanas y azúcar... será un mundo triste, claro que aquí puede que no tengamos algo genial que sí está en otra realidad paralela, algo de comer o un sistema mejor que las mierdosas cremalleras del pantalón de aquí... eso, amigo, realidades paralelas, sí, es una idea genial... sabes... seguro que en muchas de ellas el Sevilla empató a 3 con el Barça.

Contra el río

Vimos entrar el barco, río arriba, a ritmo de vals, tan despacio que pensamos que no podría alcanzar su destino y nos quedamos esperando que en cualquier momento la corriente lo escupiera de nuevo hacia el mar.

Últimos 10 minutos de A. Cristo

A. Cristo vive en su mansión-zoo desde hace muchos años. Allí puede estar a sus anchas, con sus animales, en gallumbos o como su madre lo trajo al mundo. Es así como le gusta vivir.

Hoy se tumba en el sofá a ver 'Gavilanes' mientras pica algo. Esto es vida, piensa. Le encanta ver la tele. Antes no le gustaba, cuando era el centro de atención. Ahora disfruta de los culebrones y le importa poco lo que digan de él. Ha llevado una vida dura pero el balance es positivo.

Agarra un pastelito, lo desenvuelve y le pega un buen bocado. Rico rico. Recuerda sus tiempos de fama con un eco de nostalgia. No, ahora está bien, se dice, muy bien. Sonríe cuando empieza a sonar la música de la serie en su tele de plasma, incluso se le escapa un ligero carcajeo de felicidad. Entonces el pastelito medio masticado se le va por el otro lado. Hostia. Quiere toser pero no puede. El trozo es demasiado grande. Intenta respirar pero nada. El aire ni entra ni sale. Busca a su alrededor pero ya lo sabe, no hay nadie. Hostia. En la jaula afuera, su león favorito descansa, indiferente a lo que le sucede a su amo. Se retuerce y arroja al suelo el trozo de pastelito que ya nunca terminará. Hostia. En los últimos segundos de agonía, su mirada desesperada repara en el envoltorio de su cena y causa de su inminente muerte: "Tigretón". Mierda, piensa, qué ironía, y muere.

Desde la cima

Desde lo alto, lo más alto. Sólo las vacas se atreven a vivir aquí, y algunas aves que giran y giran bajo nuestros pies.

"Nos hemos comido al sherpa y ahora tenemos ardores", decía la canción. Ahora ya no la canta nadie pero de todo hay, casi todo olvidado. Aunque algo queda. ¿Recuerdas cuando te faltaban las fuerzas y gritabas de dolor pidiéndome perdón?

Desde arriba todo se ve mejor, hasta las mentiras que guardas en los bolsillos.