Las albóndigas

Hicimos caso a los de la mesa de al lado cuando las piropearon y ese fue el primer error de la tarde. Las albóndigas sabían a rayos. Eran de lata, al menos la carne, que parecía de comida para perros (y perdón por si la comida para perros se siente insultada, que comparada con esta de la que hablo la de los perretes es una delicatessen), y la salsa estaba contaminada por el hedor de las carne o lo que fuera de lo que estaban hechas esas bolitas repugnantes. El primer error fue pedir esas albóndigas, el segundo, intentar comérnolas. El tercero fue pagarlas sin rechistar. Hay cosas de las que uno se va a arrepentir toda su vida. No haber vomitado las albóndigas en la cara de la cocinera del bar es una de ellas.

La ciega y el pedigüeño

La ciega se va tropezando con todo. Con la silla, con la señora que está sentada en ella, con la mesa. Pide disculpas mientras agita el palo que le sirve de parachoques. La veo buscar la pared, siempre con una sonrisa en la cara. Siente el sol y hacia él se dirige. Al rato vuelve por donde ha venido. No sé hasta dónde ha llegado pero ha decidido volver. Será un simple paseo. Un pedigüeño se le acerca. Lleva un cartón en una mano donde explica sus penas pero con esta mujer de poco le sirve así es que se lo explica: que es pobre, que si la voluntad, y sin más la coge del brazo y la guía hasta el paso de peatones. No sé si la ciega quería ir allí pero se deja. Tampoco si le da algo por el favor o el rapto. La ciega se va y el pedigüeño se queda.

La guiri a dieta

La guiri, pelirroja y algo gorda, le dice a la camarera que le traiga solamente un churro, que está haciendo dieta. Lo dice envolviendo el comentario en una sonrisilla nerviosa, de insegura. Quizá no se crea del todo que va a hacer dieta. Es una promesa que ya se ha hecho otras veces. Quizá por eso luego, sin darle más importancia, se echa dos azucarillos en el café, lo remueve y moja el dietético churro.

Día de Andalucía

Shorrá como un campano de grande.

Carnaval

Vivo el carnaval intensamente. Me disfrazo de lo que sea, hasta el absurdo. Me dejo llevar sin pensar en el qué dirán porque son días para ser otro y pasar de todo. Hoy se acaba oficialmente. Se entierra la sardina, se deja atrás lo más oscuro para dar paso a la luz. Algo que ya hicimos en el cambio de año, y antes al quemarlo todo en el solsticio de verano, por San Juan. En un año tenemos muchas oportunidades de hacer borrón y cuenta nueva. Quizá por eso las promesas que nos hacemos nos duran tan poco. Siempre hay tiempo para renovarlas, siempre hay un día en el calendario que sirve para empezar de cero. Los católicos de verdad se tendrán que tomar ahora en serio la cuaresma, prepararse para los sacrificios, para reprimir sus instintos. Por suerte, yo no soy de esos y puedo seguir de carnaval más días, semanas, meses, renovando cada día todas esas buenas intenciones que pronto olvidaré, y a mucha honra.

Viajar en el tiempo

Sí, amigos, ese es mi poder. Puedo viajar en el tiempo. La mayoría de vosotros pensará que es una pasada de poder. Yo también lo creía cuando me fue concedido (eso sería ahora un flash-back y como que paso del tema), pero no tardé en darme cuenta lo mierdoso que era y es mi poder. Viajar en el tiempo. Suena tan bien... la cosa es que sería mucho mejor si no estuviera limitado a viajar siempre hacia el futuro y a la velocidad habitual, un segundo por segundo, un minuto por minuto. Igual que el resto de los mortales. Mierdaca de poder.

Aligera

Aligera, que llegamos tarde.

¿Adónde?

Da igual, pero llegamos tarde.

All-Bran

No, All-Bran de Kellogs no patrocina este lapo... pero me hace sentir ligero como un ácaro en su mota de polvo. Gracias, All-Bran.


Yo: Esto que has hecho, lo de colocar publicidad en un lapo, no me parece ético. Está completamente fuera de lugar.
Yo': Venga ya, si lo hace todo el mundo. No es para tanto...
Yo: ¿Que no es para tanto? Me parece una falta de respeto para con tus lectores.
Yo': ¿Lectores? Pero si esto no lo lee casi nadie. Seremos tres o cuatro, y nos cuento a ti y a mí que al fin y al cabo somos la misma persona.
Yo: Yo no estaría tan seguro...
Yo': Yo tampoco.
Yo: Pues ya somos dos.
Yo': Dirás uno.
Yo: Diré lo que me dé la gana, y no me cambies de tema. Está feo lo de la publicidad de All-Bran, te pongas como te pongas. No ya por el producto en sí sino...
Yo': O sea que los All-Bran te gustan, no te molesta que hable de ellos...
Yo: Sí sí, si yo no tengo nada contra esos cereales. Están ricos y, en fin, cumplen con su función. Lo que no me gusta es que seas tan descarado y además no respetes... en fin, que si vas a meter publicidad, por lo menos avisa, pon un letrero, como hacen en la tele, así, que ponga "publicidad", y así la gente sabe a qué atenerse.
Yo': Pero si lo escribo como un lapo, o sea, si estoy hablando de los All-Bran porque me da la gana...
Yo: Sin cobrar.
Yo': Es es, sin cobrar... entonces no es publicidad, es simplemente que hablo de algo y punto.
Yo: Pues... sí, visto así sí.
Yo': Es que los de All-Bran no me han pagado ni lo van a hacer, no he recibido nada por hablar de ellos. Ha sido un lapo en toda regla. O sea que...
Yo: Ah, si es así entonces me callo.
Yo': Pues eso.

Se acerca el lapo mental número 1.000

Era inevitable. Por muy poco que escribiera, más tarde o más temprano iba a llegar el lapo número 1.000. Todavía tiene margen. Todavía puede respirar tranquilo. Una treintena de lapos tendrán que salir antes de que el lapo número 1.000 sea lanzado a este mundo. El lapo mil, el mil, el número más redondo lapeado desde que el lapo número 100 (qué tiempos) tomara forma (amorfa). Me pregunto si será este lapo especial o será uno más (será uno más porque si fuera uno menos sería el 999; es una obviedad pero he tenido que decirlo), del montón, despreciable, suprimible, etc.

Si esto fuera una empresa publicitaria a estas alturas tendríamos que empezar una campaña de lanzamiento para el lapo mental número 1.000: carteles en las calles, anuncios en la tele, radio, internet... un grupo de facebook (El lapo mental 1.000 ya casi está aquí), una cuenta de twitter (@lapomental1000) y hasta unas camisetas con mil pequeños lapos manchándola, artísticamente, claro. Como no lo es, como simplemente es un blog y no tiene más trascendencia que una nube perdida sobre el Sáhara (por ponernos poéticos), simplemente diré que SE ACERCA EL LAPO NÚMERO 1.000. Y ya.