Lapo mental 34

Años que son meses y meses que son días, y días que son horas, y horas segundos, y segundos... hay segundos que parecen años...

Lapo mental 33

Crítica literaria del "Lapo mental 32"

por Nexus 6

¡Qué decir sobre este fragmento que no se haya dicho ya antes...! El ya trillado quiero y no puedo, el siempre actual no elegí esta vida, preferiría otra, el moralizante quien algo quiere algo le cuesta y, como no, un final feliz y dramático al mismo tiempo hacen de este fragmento* de la obra "La Nube y la Golondrina, Cuentos del Aire" un ejemplo claro de la fábula con moraleja en la que los personajes, seres a priori carentes de inteligencia, la nube, la gota, sufren y sienten como si fueran humanos, alegorías cargadas de vida donde el lector, aun sabiendo que es pura ficción, acepta la propuesta del autor y le sigue en su camino hacia ese final con suicidio seminconsciente que justifica el sacrificio, la muerte, a cambio de lo anhelado, el sueño de otra vida.

No hay elemento en la obra que no tenga significación, que no esté lleno de simbolismo, a veces tan cargado que su densidad permite mil interpretaciones. La nube, ser sin voluntad que como oveja se deja llevar por el rebaño que se deja llevar por el perro pastor que obecede a su amo. La más baja de las existencias en lo más alto del firmamento, arrastrada por el destino, encarnado aquí en el viento, el perro pastor que hace con ella lo que quiere su amo. Una nube que se aliena al dejar libre parte de su esencia en forma de agua, la gota, la gota que puede emanciparse, que puede surcar el cielo hasta tocar con sus propias manos el mundo soñado de la nube, una nube que espera el regreso de la gota, enviada como embajadora, que muy remotamente volverá a ser parte de ella en su nuevo retornar al estado gaseoso. La esperanza es lo único que le queda en su eterna atalaya; el resto es sufrir. Un sufrimiento que no cesa, pues la vida contemplativa no es sino una cadena perpetua que sólo tiene fin con la muerte. Y es en ese punto cuando entra la voluntad divina, aletoria, quizá, conscientemente malvada, más probablemente, que lleva de la mano a esa nube frustrada hasta ponerle ante sus ojos el sueño hecho realidad, a cambio, eso sí, de un triste final que ella desconoce aunque en el fondo intuye (porque sabe que las nubes desaparecen cuando pierden su masa), pero que acepta porque cumplir con su deseo está por encima de todo.

Todo esto, que en principio puede parecer obvio, es a todas luces una de las muchas visiones que puede tener la obra. Las otras no las voy a desarrollar aquí, quizá lo haga en otro sitio y en otro momento. Lo que está claro es que el autor parece buscar dar respuesta a sus propias inquietudes, o quizá ya las tiene de antes y las pone de manifiesto para hacerlas públicas, a saber, pero tampoco importa mucho porque al fin y al cabo la interpretación la tiene el lector y su lectura y por mucho que el autor se empeñe en transmitir algo, al final el que lee manda y no hay más que hablar.

* Monterroso nos recuerda algo sobre los fragmentos:

Fragmentos (2)

Los fragmentos, como hemos dicho en otra parte, han sido cultivados en todas las épocas; pero fue en la Antigüedad cuando más florecieron. En cualquier época, los mejores fragmentos que se han dado, en Europa, en la arquitectura y en la escultura; por lo que a nuestras culturas autóctonas, en la cerámica.

Lapo mental 32

La nube que quería ser gota

Desde allí arriba podía verlo todo, podía viajar, podía ver mundo sin preocuparse de nada, dejándose llevar por el viento que más soplara. Eso es lo que le decía su padre cuando todavía eran una sola nube, y era cierto. Ser nube le había llevado de un sitio a otro, le había enseñado todo lo que hay que ver. La distancia le había dado objetividad a sus opiniones, sus viajes, tiempo para reflexionar sobre todo lo contemplado. La nube era sabia, sí, pero estaba triste. De un tiempo acá había empezado a envidiar el viaje que cada una de sus gotas realizaba en la caída hacia el mundo de los hombres. Se despedía de ellas con dolor, deseando que fuera posible que alguna de ellas volviera para contarle qué había visto allá abajo, cuán intensamente había vivido, qué aventuras, qué gentes había conocido. Una mañana, un viento extraño la llevó hasta más abajo de donde jamás había descendido. Las formas confusas en la lejanía se hicieron nítidas conforme se acercaban a su vista; los sonidos y los olores aparecieron al poco, y por fin, el viento la bajó hasta poder tocar los tejados, rozar los muros e incluso a las gentes. La nube no podía creerlo. Su sueño, y no dormía. Durante horas se movió de un lado para otro sin más guía que la brisa, y cuando por fin sus últimas gotas resbalaron por las hojas de una encina y el viento borró su sonrisa, no echó en falta la vida.

Lapo mental 31

La cola daba la vuelta al edificio y cruzaba la calle polvorienta del pueblo. Sin arriesgarme a fallar, podría decir que allí estaban todos, desde el Alcalde hasta el Tonto del pueblo, la Mujer del Médico, el Médico, la Tendera y sus Hijos, el Sacristán, el Maestro, el Loco, la Ramera y el Cazador, todos estaban allí, y eran centena. Bueno, quizá la Abuela había preferido quedarse en su casa del río, rodeada de sus gatos, con su recuerdos de juventud y su pipa humeante siempre encendida. Pero el resto estaba allí, en fila, todos muy serios, nerviosos, y vestidos con la ropa de los domingos, planchada, brillante, ellos bien afeitados y ellas perfumadas con agua de colonia.

Todo era silencio, roto a veces por el ladrido del Chucho, alguna tos incontrolada o el llanto del Bebé del pueblo. Las manecillas del reloj del Ayuntamiento eran para todos objeto de seguimiento, pues a las doce del mediodía la cola empezaría a correr, y ya sólo quedaban diez minutos para tan esperado momento.

El sol estaba en todo lo alto y todos sudaban a mares, menos el Hijo del Carpintero, que nunca había sudado y no lo iba a hacer por muy especialmente caluroso que fuera ese día. La puerta del Ayuntamiento se abrió en el mismo momento en que las dos manecillas se juntaron en las doce.

El Párroco salió y tras él el Forastero. El Alcalde sonrió y animó con un gesto al Párroco quien sentenció: Amigos, ya podéis saludar a nuestro nuevo vecino, el Forastero, que desde las doce del mediodía de hoy será conocido en el pueblo como el Escritor.

Su nombre corrió de boca en boca hasta el úlitimo de la fila, que no era sino el Cartero, quien se había retrasado por culpa de una carta extraviada en su trayecto del día y que, tomando su lápiz gastado, escribió el nombre del nuevo vecino en su lista de trabajo. Al momento, la cola empezó a moverse y todos saludaron por turno al Escritor del pueblo, que no había dejado de sonreír de felicidad desde su nombramiento oficial.

Lapo mental 30

Sobre el mundo laboral:

Es una mierda. Las empresas quieren durar y por eso los trabajos no duran. Te joden con los horarios, no aplican la subida del ipc en tu sueldo, te hacen trabajar más horas de las que debes en labores que no te corresponden sin pagártelas, te infravaloran, te utilizan y luego si te he visto no me acuerdo... Eso sí, al menos tienen en buen gusto de dejarte sin trabajo cuando llega el buen tiempo... ¡¡Aleluya!!

Lapo mental 29

Párrafo anti-diabéticos

Hace frío afuera pero más aquí dentro, mucho más aquí dentro ahora que no estás. Te dejé marchar y contigo se fue el calor que me ayudaba a respirar. Contigo me fui yo y no me he dado cuenta hasta ahora. En el espejo ya no puedo verme, ya no soy yo quien me mira, esos ojos no son los míos, no son los míos. Hace frío ahí fuera pero saldré a buscarte aunque no te encuentre, porque si no hago por buscarte olvidaré mi nombre, que sólo existe cuando está en tus labios.

Lapo mental 28

El taconeo de sus andares era lo que más me jodía pero al poco tiempo me ahorró el tener que usar despertador. Ella madrugaba para ir a trabajar y su ir y venir por la casa me sacaba de mis nunca recordados sueños y me enganchaba como culebrón. Imaginaba que su casa tenía una distribución similar a la mía con lo que podía imaginar qué estaba haciendo en cada momento. Ahora en la cocina, quizá desayunando o preparando algo para llevarse, luego en el baño, lavándose, maquillándose. La imaginé mil veces antes de verla y ninguna de esas veces me acerqué siquiera un poco a la realidad.

Lapo mental 27

El niño de la camiseta a rayas bajó la calle despacio, dudando si correr o quedarse, resistiendo la tentación de volver la cabeza para contemplar las llamas, el humo, el último recuedo de su casa. Al final de la calle le esperaba la policía, primero para preguntar, luego para acusar. Se detuvo. El guardia le pidió que siguiera andando hasta el coche patrulla. El niño negó con la cabeza; durante unos segundos parecía que caería al suelo sin sentido; luego corrió hasta su casa, hacia las llamas, que crepitaron más fuerte si cabe para darle la bienvenida.

Lapo mental 26

Esta mañana caminé unos treinta kilómetros. Según mis cálculos, tan sólo faltaban quinientos para llegar al final. Al caer el sol había cubierto otros veinticinco; cincuenta y cinco kilómetros a solas con el camino, pues nadie, ni por voluntad ni por casualidad, se había cruzado en mi viaje. Planté la tienda tras unos árboles y allí encontré los restos de una fogata reciente, un campamento improvisado. Junto a las cenizas, unas huellas; las mismas que todas las noches anteriores yo había dejado allí para volverlas a encontrar una y otra vez en mi eterno camino hacia ninguna parte.

Lapo mental 25

De cómo un chico sano de provincias se convirtió en un viejo con colesterol:

10 print "Un whopper doble con patatas deluxe, aros de cebolla y alitas de pollo bien fritas y coca-cola, por favor."

20 print "Aquí tiene."

30 print "Gracias."

40 goto 10

Lapo mental 24

LUIS: ¿Te he contado lo de mi hermano?

EL COLEGA: No, qué le pasa.

LUIS: Na, que se ha hecho budista.

EL COLEGA: ¿Y eso?

LUIS: Na, cosas suyas.

EL COLEGA: Pero tío, algo le habrá pasao, digo yo. La peña no se mete a budista así porque sí, sabes, que no es algo que te da de pronto y vas y te apuntas, que eso tiene miga, sabes, creencias y cosas importantes...

LUIS: No, si ya lo sé, pero no sé, que le ha dao por ahí y ya está.

EL COLEGA: ¿Ya está? A ver, tío, no me toques los cojones. ¿Tu hermano se mete a budista y a ti te da igual? Joder, tendrá sus razones, habrá algo que le haya hecho borrarse de lo de Cristo y pasarse al otro, no sé, habrá tenido un trauma o algo, o habrá conocido a gente de ese rollo, como el Richard Gere, el actor.

LUIS: No sé, a ese no le conoce, creo.

EL COLEGA: Joder, tío, ya lo sé, era un ejemplo, es que ese es budista. ¿No será que tu hermano es gay y le mola el Richard Gere y por eso se ha metido a budista?...

LUIS: Tú eres imbécil. Mi hermano se ha hecho budista porque le ha salido de los cojones y punto. Y mi hermano tiene novia y seguro que se casan.

EL COLEGA: ... que mira el Roberto, que le mola Beckam y se pone el pelo como él, seguro que es gay también.

LUIS: Roberto no es gay, es imbécil.

EL COLEGA: No sé, a mi me parece que es muy raro lo de tu hermano. ¿No le has preguntao na?

LUIS: No, bueno, sí, pero no me ha dicho mucho, que en esa religión por lo visto hay mejor rollo, que son más buenos y eso, que le da paz...

EL COLEGA: ¿Que le da paz? Tío, tu hermano es gay.

LUIS: Tío, déjalo que te vas a llevar dos hostias.

EL COLEGA: Bueno, a lo mejor no lo es pero raro es.

LUIS: Raro sí.

EL COLEGA: Mazo de raro.

LUIS: Déjalo ya. ¿Has ido al cine últimamente?

EL COLEGA: Y tú, ¿te vas a hacer también budista como tu hermano?

LUIS: Cómeme la polla, imbécil. ¿Te lías un canuto?

EL COLEGA: Vale.

Lapo mental 23

Ayer fue mi cumpleaños. No es algo de lo que me enorgullezca; ni requiere de mis conocimientos, ni de mi esfuerzo ni de mi interés. Es un acto pasivo (?), un dejarse hacer por el paso del tiempo, que es eso invisible que te arranca el pelo, te carga de lorzas, embota tu mente y te acerca poco a poco al destino (o fosa) común que el demiurgo nos tiene reservado a (casi) todos (yo soy inmortal).

Cumplir es siempre desagradable. No me creo a aquellos que disfrutan, sobre todo pasadas ciertas edades, con esa confirmación rutinaria de la irrefrenable oxidación (putrefacción) del ser humano... no, no cuela. Es una putada. Ayer me tocó convertir en pasado mi año 28 de vida, que puedo resumir en: seis meses de paro (felicidad, relax, aburrimiento), unas navidades geniales (amigos, juergas, buen rollo), un curro "nuevo" (en gassssss natural) y otro nuevo (corrigiendo a los demás)... fin. Eso es todo, bueno, no, hay una parte codificada, como en el plus, que pasa a oscuras y en compañía y que dejo para mis memorias.

Ahora empieza el año 29, número feo que no sé qué clase de suerte me traerá...

Lapo mental 22

El sótano oscuro, el desorden hijo del abandono, la trampilla en el suelo bajo un montón de cajas ajadas, y bajo ella, el baúl escondido. El olor de los años, del polvo sobre la tapadera de madera y hierro oxidado, fue lo primero que encontré. Luego, tras limpiarlo sin muchas ganas con un trapo casi más sucio que el propio arcón, di con la inscripción grabada a fuego sobre la madera, negro sobre marrón, en una lengua extraña que me recordó tiempos no vividos, soñados quizá, que creía ya del todo olvidados. La cerradura se rindió pronto y cayó al suelo con el segundo golpe; abrí el baúl y dentro, cágate, no había nada, y una pelusa aburrida.

Lapo mental 21

Diario de un fantasma del Pacman (Comecocos en cristiano)

4 de abril

El hijo de puta del cabezón amarillo ha vuelto a escaparse. En el campamento no sabemos qué hacer para acabar con él. Es muy poderoso y nadie quiere salir a la calle por miedo a que aparezca y se lleve a alguien más al otro barrio. Tememos por nuestros hijos y por mucho que lo intentamos, se zafa de nuestras celadas. Es un demonio.

6 de abril

Esta mañana el innombrable se ha zampado una bolita de poder y se ha comido a tres de los nuestros, Ji, Ki y Bi; esta noche lloraremos por sus almas.

10 de abril

No sé si podré volver a escribir en este diario. Quedamos pocos y hemos de salir por alimento para los más débiles. Creo que está a punto de pasarse la fase 14, es el fin de nuestra especie.

15 de abril

Un grupo de compañeros y yo hemos conseguido escapar de la fase 15 y un tunel muy oscuro nos ha llevado a un lugar muy extraño. Hay un mono naranja tirando barriles, y escaleras. ¿Cuándo podremos encontrar la paz y la felicidad en este mundo de mierda?

Lapo mental 20

Mil años o mil y mil o más perdido en la Biblioteca de Babel, el anciano ha ido quemando sus ojos buscando la salida, al principio, leyendo sin descanso, después... Ahora, cierra la última página del último libro de la última estantería de la última sala de aquel infinito laberinto de papel y letra escrita o por escribir. Por fin sabe dónde está la salida. Sus ojos no le sirven pero ya no los necesita. Agarra el bastón que siempre le acompaña y se dirige hacia la puerta que le llevará a casa.

Lapo mental 19

Sentada en la arena, abrazada a sus rodillas y sobre éstas el mentón, los ojos cerrados, oyendo con ellos el sestear de las olas, respirando su aire salado, cansada, tranquila, Julia esperaba. Amodorrada por el sol que ya se iba, quería casi dormirse, derramarse entre la arena y dejarse llevar por la marea, pero se resistía con todas sus fuerzas, ya pocas; esperar era su ley, y esperaría.

Nadie había que la viera, arrebujada como un puño de arena, más allí que aquí, Julia esperó hasta que el sol calló; él se fue con su sombra, ella, satisfecha, se llevó a cambio el recuerdo de su voz.

Lapo mental 18

Dios eructó y usó la uña del meñique para sacarse un trozo de piel de manzana que se le había quedado entre los dientes. Se tiró en el sofá a lo largo, buscando la mejor posición para facilitar la llegada de la modorra digestiva, prólogo de la siesta. Encendió la tele y eligió un canal de documentales. Un ornitorrinco buscaba alimento, que es lo que hacen normalmente los animales en los documentales. Una sonrisa en la cara de Dios dejó traslucir un viejo recuerdo, quizá del momento en el que se inventó ese animal tan raro. Al poco, los ronquidos taparon el volumen del televisor.