P.D.

No voy a entrar en detalles pero quien lea habitualmente este "lo que sea" que escribo (escribía) se habrá dado cuenta del parón de los últimos meses. No sé por qué ha sido, no lo he analizado y no soy de los que pierden el tiempo con ese tipo de ralladuras mentales. Se ha ido, ya no tengo ideas, no hay lapos, estoy seco, no me interesa o no lo necesito, no me apetece temporal o definitivamente... ni idea. Simplemente veo que lo que antes era una costumbre, no sé si necesidad, ahora ya no lo es. Quizá me hago viejo, o mi cabeza ya no es lo que era. Quizá la imaginación ha emigrado a tierras más fértiles, la musa me ha sido infiel con otro, o se ha perdido en el camino a comprar tabaco...

La cosa es que ya no hay lapos que escupir. Los acabé todos o ellos acabaron conmigo y ahora están de fiesta celebrándolo. Si vuelven, volveré. Y si no, peor para ellos, que yo sigo con lo mío, que no es nada realmente.

Un saludo (ante todo, educación),
que puede ser un adiós o un hasta pronto o un ya si eso...
y gracias por todo.

Marco.

Laporrevolución

He dejado los lapos reposar. Sólo un tiempo, para que se asienten y ver si se merecen estar, perdurar incluso. Y no. No lo creo. El juego ha terminado. Los lapos son el pasado y allí se quedarán.

Se viene una laporrevolución.

El lapo 1001

He esperado unos días para escribir este lapo por una razón muy sencilla: quería esperar al momento adecuado... pero no ha llegado. O solo a medias porque este es el primer lapo escrito desde un teléfono móvil y eso, quieras o no, hace que el lapo salga más... masticado.

Quiero dar las gracias a todos los que me habéis aguantado todos estos años aunque algunos se hayan perdido la mega fiesta (sobró mucha bebida; tengo reservas hasta año nuevo).

También a los que no han leído ni uno sólo de ellos (lo sé, es perder el tiempo, pero que no se diga que soy un tío desagradecido).

En fin, no sé si volveré a lapear de nuevo pero, si es así... por aquí me veréis.

Lapo Mental 1.000

"Tampoco son tantos, que la gente es muy exagerá... 
Son más los años, esos sí que pesan."

Okr, 04-04-2012

Prólogo o Epílogo

Muchos años después de dejar la ciudad, a su gente, de irse con lo puesto, de empezar de cero, de tratar de olvidar, dio con lo que había estado buscando, y fue por una casualidad, como casi todo lo importante en la vida. En el café en el que siempre desayunaba, en la mesa que ya consideraba suya y que amablemente le guardaban por respeto a sus canas y a su fidelidad, esperaba el hombre de las grandes cejas y cara estirada. Lo reconoció al instante a pesar de los más de treinta años que habían transcurrido desde su último encuentro.

-Pensé que no vendrías -dijo el viejo de cara alargada invitándole con un gesto a sentarse a la mesa. No ha sido fácil encontrarte, pero aquí estamos, por fin.

-Yo también te he estado buscando. Durante todos estos años pensé que trabajas de esconderte de mí. Mis amigos me pidieron que dejara de intentarlo pero yo no me rendí. Al final has sido tú quien ha dado conmigo. ¿Cómo has sabido...?

-Me encontré con tu hermana, de casualidad, en Benidorm. Ella me contó todo... Es verdad que al principio no quería verte, Epi, pero luego simplemente fue la vida, que me fue llevando de lugar en lugar y supongo que hizo más difícil este encuentro. Pero siempre te he tenido presente. Eso lo sabes.

Durante unos segundos los amigos se miraron, buscando el momento apropiado para hacerse preguntas más incómodas. Blas estaba más sereno. Estaba preparado para este momento. A Epi le había llegado por sorpresa y todavía le costaba hacerse a la idea de que se había reencontrado con su mejor amigo.

-Esto... ¿qué fue de tu vida? -se arrancó Blas.- Supongo que formarías una familia...

-No no. Siempre he sido muy solitario. -Epi encontró las palabras con dificultad-. No he encontrado a la persona... adecuada. ¿Y tú?

-Me casé. -respondió con urgencia-. Ella murió hace unos años. Cáncer. No tuvimos hijos pero fuimos muy felices.

-Vaya, lo siento... -Epi cambió el gesto bruscamente- Que muriera, me refiero a eso.

-No importa, ya está superado.

El camarero apareció para interrumpir la conversación y traer el desayuno habitual de Epi, café, zumo de naranja y tostadas, y el café doble que había pedido Blas. Ambos aprovecharon para hacer uso de sus azucarillos y saborear el momento de silencio. Fue Blas quien dio el siguiente paso:

-Tenemos que hablar de muchas cosas, ponernos al día... Si quieres damos un paseo por el parque, pero no hay prisa. Hace dos semanas que me mudé a la ciudad. Vivo por aquí cerca y podremos desayunar y hablar siempre que queramos.
-¿Vives aquí? ¿Dos semanas? Entonces... -Blas no dejó a su amigo acabar la frase.
-Sí... hasta hoy no me he atrevido a contactar contigo. Se me hacía difícil.
-No lo ha sido tanto, ¿verdad? -Epi ensayó una de sus características sonrisas de oreja a oreja.
-No, no lo ha sido tanto... ¿desayunamos y nos vamos al parque entonces?
-De acuerdo, Blas.
-Genial, Epi.


Lapo Mental 999

Si el 1.000 acaba siendo el último (todo puede ser), este sería el penúltimo y por ello merece un respeto. La gente es muy de números redondos y siempre se olvida de sus hermanos no tan redondos. El 999, si lo pensáis, es incluso más bello. Tres nueves son estéticamente más completos que un uno y tres ceros. Pensadlo un poco (no demasiado, tampoco es para hacer una tesis). ¿No tengo razón?

999 hermanas salieron de la colmena, enfadadas instintivamente, que es un enfado mucho más desbocado que el racional, listas para dejarse la vida en la defensa de su mundo y de su reina. 999 amarinegras hermanas que agitaron sus alas transparentes y que se abalanzaron sobre el enorme ser que, torpemente, se había metido donde no le llamaban y así se había ganado la venganza de tan extensa y bien avenida familia. Mientras las 999 hermanas se dejaban la vida, mártires olvidadas en el mismo momento de su muerte, la número 1.000, la gorda y aristocrática madre, huía con su harén en busca de un lugar más seguro, exudando miedo, pensando en el fondo de su minúsculo cerebro que muy pronto tendría que traer al mundo otro casi millar de hermanas para sustituir a las sacrificadas.

Lapo Mental 1.000 is coming

Mañana es el día. Estoy hasta nervioso. Si miro por la ventana todo me parece igual pero sé que no es así. El Lapo Mental 1.000 is coming. Me pregunto cómo será. Uno nunca sabe qué decidirán los dedos teclear. Puede que sea un simple punto y coma... ¡espero que no! Pero es algo tan incontrolable... los lapos llegan como llegan, inesperadamente y con formas amorfas la mayoría de las veces, livianos, pesados, densos como ellos solos o inocentes, vacíos, sosos... es tan difícil saberlo. Admito que me sentiría fatal si un lapo tan esperado llegara sin pan debajo del brazo, que fuera uno más, indistinguible del resto, sin personalidad, pero no debería de sorprenderme si sale así. No depende de mí. Yo sólo soy un médium, un intermediario entre el cielo de los lapos y este blog, y de allí van cayendo, revelados. Como instrumento no puedo pedirme más de lo que puedo dar pero sí que puedo sufrir las consecuencias. Los lapos no siempre me gustan y cuando sale uno de esos me deja muy mal sabor de boca. El Lapo Mental 1.000 is coming y no sabemos si lo amaremos o lo odiaremos, o si simplemente nos dejará indiferentes.

27

Tenía toda la casa para él. Sus padres se habían ido hace pocos días de viaje. Ya era hora. Ahora podía estar a sus anchas, quizá para no hacer nada, pero sin nadie que le importunara. Hoy era su cumpleaños, el número 27. Pero no iba a quedarse solo finalmente. La fiesta llegó casi sola. Los amigos que sabían fueron llegando espontáneamente. Fue una acumulación de visitas improvisadas que se fueron quedando, trayendo algo de beber, de comer, de música... el café de las 5 se convirtió en la cerveza de las 8, en la copa de las 10, en charla, risas, algún baile improvisado, más risas, gente en la terraza, frente al televisor jugando a la consola, con buena música de fondo, hasta las tantas...

Golpes

Golpes que parecen aleatorios. Se podría pensar que es morse, que piden ayuda, un Save Our Souls, quizá. Para mí son sólo golpes aleatorios. Tras los golpes los temblores, y luego unos minutos de paz. Sigo en la oscuridad en la que me dejaron hace cuánto, dos días, tres, puede ser. Huele a madera mojada, a sal concentrada pero no llega el ruido de las olas, ni su frío. El hambre todavía no es soportable. Vuelven los golpes, igual de aleatorios, diferentes. Cruje la puerta, y tras un rayo de luz que se cuela se oyen unos pasos.

Influjo y reflujo

No es la primera vez que lapeo sobre la Semana Santa, y no será la última, imagino. Estos día ejercen sobre mí un influjo místico que no tiene explicación racional y que provocan en mí efectos devastadores. Este influjo, que para muchos es algo positivo, inspirador, lisérgico y hasta astral a mí me produce un efecto claramente negativo.

Si a toda acción le viene inmediatamente una reacción, a un influjo místico le acompaña como efecto, en mi caso, un reflujo gástrico, que se puede presentar simplemente como Malestar Alérgico-Estomacal o llegar a Vomitera Pagana-Hereje. En cualquiera de los casos, es una putada, y es mucho menos llevadero que el lloriqueo de ojos y moqueo producidos por la alergia al polen o que incluso una operación a corazón abierto sin anestesia.

En estos días salir a la calle, que se puede considerar deporte extremo para la mayoría de los mortales, para mí es simplemente un acto suicida. Por suerte, tengo cosas que hacer en casa, planes para la inminente celebración lapística, limpiar los baños, etc. Aguantaré el chaparrón de cera y saetas con las persianas cerradas y unos buenos tapones en los oídos. Así sea.

Invitación para el Lapo Mental 1.000

Todo aquel que lea estas palabras está invitado a la celebración del Lapo Mental 1.000 coincidente con el Octavo Aniversario de los Lapos Mentales, ya es casualidad, que tendrá lugar el próximo 4 de abril de 2012 en la casa de cada uno, o donde a cada uno le plazca.

La elección del lugar ha sido difícil. Al principio pensé en juntaros a todos en mi casa pero inmediatamente deseché esa idea: demasiado espacio para los cuatro gatos que vendrán. Así es que es mejor que cada uno se monte la fiesta a su manera y donde esté. Más a medida imposible.

Los actos comenzarán a las 09.00 del día 4 de abril y terminarán cuando a cada uno le dé la gana. Que por qué pongo una hora de comienzo si va a ser una celebración individal (Self-Service Celebration). No sé, la verdad, por sincronizarnos, aunque sea. Será esa hora lo que nos una, y poco más.

Dichos actos, después de muchas discusiones con la Comisión de Festejos, la Subcomisión de Actos Organizados y la Subcomisión de Actos Espontáneos, quedan como sigue:

1. Acto de Apertura (09.00).
2. Que cada uno haga lo que quiera.
3. Que cada uno realice el Acto de Clausura cuando le venga en gana, pero en orden, que no queremos que luego digan que somos unos vándalos.
4. Limpiar lo que se haya ensuciado.
5. Escribir la Memoria de los Actos.
6. Hacer Balance de Gastos, que luego uno pone el dinero y el resto se escaquea.
7. Construir el Museo del Lapo (en un lugar apartado porque así sale más barato el alquiler).
8. Realizar Seminarios sobre los Lapos Mentales, Conferencias y Mesas Redondas (la forma es lo de menos).
9. Elevar a la Unión Europea y a la UNESCO la solicitud de que los Lapos Mentales sean designados Bien Inmaterial de la Humanidad y elegir el 4 de abril como el Día Universal del Lapo Mental.
10. Irse a dormir, que ya es tarde y no veas que día de juergaza hemos tenido hoy.

Aquel que no venga (en sentido figurado) él se lo pierde, que estoy va a ser muy grande.

Retroavances

Después de la Gran Catástrofe Energética de 2013 y de los efectos en las comunicaciones de las llamaradas solares de 2014, el mundo civilizado, que andaba cada vez más sometido por la aparentemente cómoda tecnología, dio un salto temporal de veinte años hacia el pasado. No fue un salto temporal en sentido literal, aclaro. Los móviles dejaron de funcionar, las comunicaciones se interrumpieron y tras recuperarse bajaron en calidad y fiabilidad y volvimos a esa época protointernáutica de los años 90, cuando el teléfono fijo era el rey e internet servía para bien poco, ahora más por los precios energéticos que por la calidad del servicio, todo sea dicho. Casi nadie podía permitirse tener adsl en casa y los móviles habían muerto. Mucha gente respiró aliviada. Millones de personas acudieron al psicólogo. Algunas decenas de miles se quitaron la vida.

Tras unos meses de caos, la gente comenzó a ajustarse. Sus cerebros comenzaron a olvidar sus hábitos tecnológicos y ya no fue tan raro tener que volver a usar las cabinas telefónicas, a llamar antes de salir de casa, a escribir cartas en lugar de emails, a imprimir las fotos en lugar de compartirlas al instante por el móvil...

El ser humano es muy adaptable y si no que se lo digan a Jaime Alguersuari.

Vacaciones

Maleta, coche, operación salida, atasco, música para entretener, mierda me dejé el cepillo de dientes, ocho horas con parada para mear, comer rápido y seguir, un loco al volante, un camión de esos que llevan aspas de molinos, atasco, peajes y más peajes, nubes grises, lluvia, lluvia, lluvia, lluvia. Ya estamos en Galicia.

Huelga General


Me dicen que en mi empresa, entre los compañeros, "no está bien visto que se haga huelga". No es la primera vez que oigo algo así en lo que llevo en el mundo laboral, pero siempre me sorprende. Intento pensar que quien lo ve mal es el dueño, o sus directivos, y no el resto de trabajadores, que optan por no hacerla y seguir trabajando hoy. Prefiero pensar bien de ellos aunque en el fondo confieso que para mí no está bien visto que ellos no secunden la huelga que se convoca para defender los derechos laborales de todos (también de ellos, aclaro, por si las dudas).

Reflexionando, y quitando a aquellos que están de acuerdo con la reforma, que los hay, pienso que hay muchos que no hacen huelga por miedo a las represalias (lo entiendo), por no perder dinero (lo entiendo, pero menos, ya que la reforma supondrá un coste mucho mayor y hay que intentar ver el medio-largo plazo), por queda bien ante los jefes (me repugna, pero sé que hay casos así), porque no creen que una huelga cambie algo (cambia, el poder siempre teme a la calle) o, y hay más casos de los que se puede pensar, por indiferencia-ignorancia-irresponsabilidad. Como veis, no todos son iguales, cada uno tiene sus razones, pero los efectos son los mismos: menos gente protestando, menos presión, más sumisión a las reformas, un porcentaje de personas que trabaja y que los que gobiernan interpretarán convenientemente como "si fueron a trabajar es que están de acuerdo con lo que hacemos", y seguirán en la misma línea.

No sé si la huelga tendrá más o menos fuerza, si los efectos serán mayores, menores o nulos, si en el trabajo me mirarán mal cuando vuelva mañana o me tendrán menos en cuenta, no lo sé. Lo que sí sé es que es la única manera que tengo de expresar que no estoy de acuerdo con la mayor parte de la reforma laboral que nos han impuesto, que no me gusta que recorten derechos conseguidos con el trabajo de muchos durante mucho tiempo, que creo que abaratar el despido no es la solución y que con los años muchos de los que no se han levantado contra esto hoy se arrepentirán de no haberlo hecho cuando sientan en sus propias carnes las nuevas y disminuidas condiciones laborales.

Mi visión del Infierno

Desde hace milenios, los creativos religiosos (por aquel entonces no se llamaban así pero así se entiende mejor) fueron detallando cómo es el Infierno, cada uno a su manera. Según la religión que miremos, el infierno es de una y otra forma, incluso puede no existir. Cada uno se ha inventado (les ha sido revelado, dicen) el Infierno a su manera, al gusto, con sus ingredientes favoritos... como las pizzas.

Yo no he tenido ninguna revelación, os adelanto. A mí las cosas me llegan de pronto y sin origen conocido. Admito que como receptor de información divina soy un fraude. Creo que eso me hace ser infinitamente más sincero/cuerdo que el resto de los que dicen ser profetas. Partiendo de esta confesión, voy a enumerar mi concepto de Infierno, lo que encontraré allí cuando vaya (quizá mi Infierno sea así y el vuestro de otra manera, a saber, que no sé si habrá presupuesto suficiente para que cada uno se lo monte como quiera o tiran de plantillas prediseñadas).

Empiezo.

En el Infierno no hay internet.

Fin.

Portabilidad

Después de 12 años en la misma compañía de teléfono móvil (antes Airtel, ahora Vodafone) he decidido cambiar. Ya sé que es algo habitual hoy día pero yo soy una persona de costumbres: siempre duermo en el mismo lado de la cama, siempre ronco y cuando cambiaron la Fórmula 1 de cadena dejé de verla porque no llevo bien los cambios. Ahora, tras muchas dudas, he solicitado cambiar a otra compañía (no voy a decir cuál es pero es Yoigo).

Pensé que sería más sencillo. Rellené los datos en su página web y esperé sentado. Dos horas después la pantalla seguía ofreciéndome los mismos datos y mi móvil, medio roto, seguía siendo de Vodafone. Entonces llamé al teléfono de atención al cliente de Yoigo, que por suerte es gratuito, y ocho minutos después una señorita me atendió y me aclaró que la portabilidad no es tan rápida como yo creía. Primero tenía que recibir un sms en el que se me pediría que enviara por correo electrónico varios documentos escaneados y luego tendría que esperar unos días. Aunque dos días después el sms no había llegado (probé a encender y apagar el móvil por si se había quedado bloqueado, pero nada) envié el correo electrónico con los documentos adjuntos a la dirección que la señorita me había indicado para tal efecto. Luego esperé sentado. Dos horas después mi móvil seguía siendo de Vodafone y nadie me había mandado un sms o un correo en respuesta a mi solicitud o a los documentos enviados. ¿Es así de complicado? ¿Tendré que esperar muchas más horas? La espera es difícil de sobrellevar. Los ojos se me están cansando de mirar la pantalla. A veces apago y enciendo el móvil por si se ha bloqueado (falla bastante) y mi sms está ahí esperando. Refresco la bandeja de entrada del correo. Y nada.

He pensado en llamar a Yoigo otra vez. Quizá me atienda la misma señorita que antes. Probablemente no, y no recuerdo su nombre, así es que no puedo pedir que me pasen con ella. Claro que a lo mejor eso ni siquiera es posible hacerlo. Si me está leyendo tal señorita o alguien que trabaje en Yoigo, por favor, soy el que ha pedido la portabilidad por la web y sigo esperando, ¿me recuerdan? El que llamó ayer, ese soy yo. Gracias. Sigo esperando sentado.

Preparación de los fastos en honor al Lapo Mental 1.000

La celebración está en marcha. Espero reunir a más de 300 personas para este momento tan esperado. El Lapo Mental 1.000 está a la vuelta de la esquina y es probable que coincida con el octavo aniversario del primer lapo (también llamado lapo primigenio o lapus primus). Ocho años y mil lapos después todo sigue igual, podría ser el titular, que encubriría la realidad... que es mentira, que no todo sigue igual y que muchas cosas están peor... pero no nos pongamos melancólicos, amigos, porque el día del lapo mil será para celebrar. No habrá lágrimas salvo que sean de alegría o fruto de un corte inoportuno de cebolla en juliana.

Los fieles seguidores de esta obra esputada ya han empezado a enviarme sus ideas. Para ser sincero, definir estas propuestas como ideas es elevarlas varios rangos por encima de lo que se merecen. Como mucho son desvaríos, hijos bastardos de los pensamientos... cosa que se agradece enormemente. Para ideas ya hay gente que piensa y aquí no queremos a ninguno de esos. Para un buen lapeador, el pensamiento es un estorbo, un freno, un obstáculo entre el cerebro y el lapo, y proponer cosas con sentido está fuera de lugar.

Seguiré recibiendo gustosamente las propuestas de los lectores... hasta que deje de recibirlas gustosamente, que será pronto, por mi bajo nivel de tolerancia hacia la estupidez humana (salvo hacia la mía, claro, pero no cuenta porque estoy inmunizado por el largo tiempo que he convivido conmigo mismo). En breve podré ofreceros un Programa de Actividades (como veis, va en mayúscula, que da empaque) para el día del lapo mil/octavo aniversario. Aunque creo que ya tengo algunos puntos decididos todavía queda espacio para nuevas iniciativas. Eso sí, a los que han pedido (exigido, diría) que se incluya la actuación músico-vocal de Camela sólo me cabe decirles que, por favor, no vengan si no quieren ser apedreados.

A todos los que están echando horas (días, incluso) en pensar cómo celebrar este día, os doy las gracias y os recomiendo que, si no lo estáis haciendo ya, os apuntéis a algún tipo de terapia psicológica, curso de autotrepanación o similar.

Chismes

Pues mira, me han contado que Loles, la gorda vaca esa del escote que te caes dentro y llegas al centro de la Tierra, se ha hecho una lipo y han sacado grasa como para dar de comer a todos los niños de Somalia durante un lustro. En serio, que me lo dijo Pepi la peluquera. ¿No sabes quién es? Sí, mujer, Pepi, la que dejó al marido por un enano que la engañó... no no, no le puso los cuernos, qué va, es que le dijo que trabajaba en el circo y luego ni circo ni nada, vamos, que era vendedor de seguros, y que ni era enano de verdad, era un señor bajito y punto. ¡Un aprovechado! Pues eso, que a la Loles la ves y no la reconoces, y mira cómo se ha visto ella que ha mandado al marido a casa de la suegra y ahora se va de pingoneo con las amigas día sí y día también y la Gertru, la que hace los bajos de los pantalones siempre torcidos porque es algo bizca, la vio la otra noche restregándose con un negrito en la puerta de su casa. Que no digo yo que eso esté mal, pero hija, sé un poquito más discreta, y una cosa es operarse y otra ir por ahí fardando de triunfos, que una tiene ya unos años pero todavía está de buen ver, y sin postizos ni botox. Mira, toca aquí.... toca toca, mujer. ¿Ves? Dura como el mármol, de tanto trabajar, ni gimnasio ni tonterías de esas, pero yo no voy por ahí alternando como una cualquiera. Como la Luisa, que me dijeron que ahora lo mismo va con hombres que con mujeres, vamos, como quien cambia de chaqueta. ¿Pero tú te crees? Ella, que estuvo veinte años con el Alfonso y parecía una mosquita muerte, y va el hombre y tiene un desliz, normal, que el Alfonso está gordete pero es muy hombre, y ella lo deja, así, a la primera de cambio, y se va por ahí, de cama en cama. ¡Habrase visto! Y su hermana, un poco puta es, cómo se llama... Mariola, eso, ¿la conoces?... ah, que tú eres Mariola... pues... no no, me refería a otra Mariola, unaaa amiga mía del instituto que se hizo un tatuaje y se lo iba enseñando a todo el mundo, no te digo dónde lo tenía puesto porque hasta yo me sonrojo... en fin, te dejo... Mariola, que me cierran la pescadería y luego... venga, besos a tu hermana, que es muy maja.

Testamento v.2.0

Podría quedar así:

-Las cosas (aquí entra todo lo material, por eso digo "cosas") que se sorteen o se vendan. Casi mejor se las dais alguien que las necesite. Lo que esté viejo, a la basura. Lo antiguo, a algún museo. Lo nuevo ya no lo es.
-Los pensamientos los dejáis ir. Ni me harán falta a mí ni a vosotros, que ya tenéis los vuestros.
-Los recuerdos, que son pensamientos pero más apolillados, que se queden en las fotos, vídeos y demás, y en Facebook, que para algo tenía que servir.
-Las deudas... en fin, como nadie las querrá las dejaré pagadas.

Testamento v.1.0

Se lo dejo todo a quien lo quiera.

Lo demás me lo llevo puesto.

¿?

Fotones Vs. Neutrinos

Desde que el mundo es mundo, o sea, desde que Einstein se puso a pensar, la luz es lo más rápido que hay y nada puede superarla. Los fotones corren que se las pelan: su velocímetro marca aproximadamente unos 300.000 km/s. Hace unos meses unos experimentos científicos apuntaron a una nueva realidad: los neutrinos, hasta hora segundones, parecían ser capaces de correr más que la luz. Los fotones, todos y cada uno de ellos, se llevaron las manos a la cabeza. Su liderazgo indiscutible ya no era tal. Pero hace poco volvieron a tener ciertas esperanzas. Al parecer, los experimentos con los neutrinos podrían ser erróneos. Un cable mal conectado habría provocado una lectura incorrecta de los datos y quizá el notición revolucionario no era tal y los fotones seguían siendo los más rápidos. Ahora, otro nuevo experimento confirma esta sospecha: las nuevas lecturas ponen en lo más alto del podio de partículas veloces a los fotones.

La preguntas que me hago son: ¿se puede jugar así con los sentimientos de estas pequeñas partículas? ¿Merecen los fotones vivir en este constante miedo a ser superados, a perder su merecida medalla de oro? ¿Y los neutrinos? ¿Acaso ellos no han vivido estos meses en la ilusión de que por fin se les valoraba en su justa medida y ahora, casi con desdén, se les devuelve a su justo lugar con el rabo entre las piernas?

Los fotones y los neutrinos nunca se han llevado mal. Cada uno sabía cuál era su sitio en el universo. Ahora, y no sabemos por cuánto tiempo, la enemistad, la inquina, la envidia han surgido entre ambos grupos de partículas. Y todo por un experimento fallido. Un error humano puede haber provocado un desequilibrio en el universo y una carrera fratricida entre estas hasta ahora inocentes partículas.

Shame on you, bastards!

Frases rompehielo (Marca Registrada)

Hay quien va recopilando por ahí frases para ligar. Son esas frases que sirven para romper el hielo y quizá ganarse la simpatía casi inmediata de la desconocida, en principio atractiva (luego habrá que ver si lo sigue siendo, sin alcohol en las venas, sin luces discotequeras, sin maquillaje... sin ropa), y a cortísimo-corto-medio plazo romper el catre con ella, en un afán mutuo por conseguir un placer superficial pero satisfactorio, que nunca viene mal.

Las frases pueden ser de todo tipo: graciosas-tontas, absurdas-graciosas, inteligentes-graciosas, misteriosas-graciosas o simplemente graciosas. La tipología es brutalmente simple, pero tampoco es que necesitemos demasiado: no estamos dando el discurso de aceptación de un asiento en la Real Academia Española. 

A veces, las menos, con decir "hola" es suficiente. Claro que para esto hay que ser tremendamente guapo. Para el resto de los mortales, la mayoría, es necesario usar más palabras, colocadas en el orden correcto y acompañadas con los gestos adecuados. Los gestos son casi más importantes que la frase: normalmente la frase rompehielo se utiliza en lugares con mucho ruido, como pubs, disco-pubs, discos o en una lavandería (si eres yanqui). Para los gestos es necesario cierto talento natural: hay que ser algo coordinado y no poner nunca los ojos en blanco (esto último no funciona nunca, jamás); voy a pasar de extenderme con ello. Para las frases no hace falta nada más que usar las que se ha comprobado que funcionan. No es necesario crear nuevas. Las frases ya están ahí. Sólo hay que preguntarle a quien las ha puesto en práctica. Inventarse frases para ligar es un error aunque está bien que se intente alguna vez, aunque sea para confirmar que es un error, y recurrir después a los expertos, que para eso están. 

Como esto lo hago gratis sólo voy a ofreceros una frase rompehielos (o rompebragas, como suele denominarlas un amigo mío, que no se come un rosco, por cierto). Quien quiera más frases como esta, con más de un 80% de probabilidades de hipnotizar a la víctima elegida, que pague. Atentos.Ahí va:

"¿Si atropellas con tu coche a una perdiz, por accidente, claro, 
y no es temporada de caza de la perdiz, te pueden multar?"

No falla.

La tercera mano

La tercera mano apareció una mañana mientras preparaba el café. Puse la cafetera en el fuego y me dispuse a fregar un par de vasos. Sería ideal tener una tercera mano. Eso fue lo que pensé. Así podría seguir fregando los platos y a la vez retirar el café del fuego cuando estuviera listo. Luego podría preparar las tostadas a la vez que me servía la leche... sería realmente práctico. Entonces la vi. Era una tercera mano dispuesta a obedecerme como hasta ese momento habían hecho las otras dos. ¿Raro no? Sí, sobre todo al principio. E incómodo a la hora de encontrar ropa que se ajustara a mi nuevo apéndice. Pero luego todo fueron ventajas. Por ejemplo, ahora mismo estoy escribiendo con las dos manos de siempre mientras con la tercera me saco un moco de la nariz... son todo ventajas.

La caja de los tornillos

Desde hace unos quince años llevo siempre conmigo una caja llena de tornillos. Para ser preciso, también hay alguna tuerca, clavos pequeños y alguna alcayata. Sé que muchos pensáis que los llevo por si pierdo alguno de los míos, para reponer los que se me van cayendo. Podría ser cierto, pero no es esa la razón. Son respuestos, sí, también piezas sobrantes, de decenas de objetos que he tenido o tengo. Un tornillo de un armario que olvidé usar al montarlo, otro de una tarjeta del pc, que instalé sin atornillar, una bolsita con un clavo que venía con yo qué sé qué cosa y que nunca colgué... Cada vez que me mudo pienso en tirar la caja a la basura con todo lo que hay dentro pero me entra la duda. ¿Y si alguno de esos tornillos pertenece a algo que todavía tengo en uso y en algún momento lo necesito? El miedo a no tener ese tornillo cuando lo necesite me ha hecho llevar de un lado a otro decenas de trozos de metal inservible que jamás necesitaré. Quizá no necesite ninguno de ellos. Los guardo por un "por si acaso" que es probable que nunca llegue. Sé que es una tontería pero no puedo tirar esa caja a la basura. No ahora. Quién sabe si en la próxima mudanza...

Admiradoras

A mis admiradoras, que no son pocas, quiero expresar mi más sincero agradecimiento por pasar tan inadvertidas, por ser unas maestras del disimulo, por aparentar ser inexistentes, que tiene su mérito... Yo sé que están, que estáis ahí, enamoradas lapónicamente de mí, ocultando vuestros sentimientos por no romper mi burbuja de timitidez, siendo anónimas, calladas, mudas, invisibles, espectralmente vaporosas... Gracias a todas por ser como sois (si es que sois, que seguro que sí, seguro).

Una nueva dimensión

Hay tres dimensiones espaciales y una temporal. Esto si no tenemos en cuenta las dimensiones extra propuestas por por según qué físicos. Yo añado otra nueva dimensión: la dimensión De Refilón.

La dimensión De Refilón es una dimensión espacial extra que se ve por el Rabillo del Ojo. Esto significa, para el que no lo haya entendido todavía, que si se intenta ver directamente, no se ve. Es perder el tiempo. Mirar con intensidad con la idea de ver esta dimensión tan sólo producirá un estúpido dolor de cabeza en el sujeto pardillo en cuestión. La dimensión De Refilón está pero no se ve así como así: hay que mirarla De Laíllo, a Contravista, como si uno no mirara, y no es fácil. Es por esto que la gente que no sabe de ella se la encuentra sin querer, cuando el Rabillo del Ojo trabaja inconscientemente, que es lo suyo. Conseguir ver esta nueva dimensión a propósito es verdaderamente chungo, casi imposible. Para que veais lo jodido que es os pongo mi ejemplo: he tardado diez años en ver la dimensión De Refilón a voluntad. Diez putos años en desarrollar una técnica que engañe al cerebro para que crea que está mirando por el Rabillo del Ojo sin querer y que sea queriendo. Diez jodidos años. ¿Y qué hay en la dimensión De Refilón? Nada más que chorrás. Pelusas espaciales, cosas que el resto de dimensiones no albergan porque no sirven para nada. Basura pura y dura. ¿Y tengo que sentirme mal por haber desperdiciado diez años de mi vida en desarrollar una técnica para verla, diez putos años con sus horas, sus minutos y sus segundos? ¿He de arrepentirme de haber llegado a ser posiblemente la única persona en este jodido planeta que puede ver a voluntad una absurda dimensión inútil en la que no hay nada que merezca la pena ser visto? ¿Eh? Pues... sí, joder, cojones, claro que sí.

Una señora sospechosa

Hoy he tenido una experiencia extraña. Me he visto sospechando de una señora mayor, de unos sesenta años, cuando salía (salíamos) del tren en Atocha. No me he fijado en ella hasta que hemos llegado casi a la vez a los tornos, esos que hay al subir las escaleras mecánicas y que te obligan a pasar de nuevo el billete si no quieres quedarte a vivir en las vías. Un policía ha aparecido de pronto. No como un fantasma. Simplemente se ha cruzado delante de mí y de la señora, hasta ese momento inocente, inmaculada, una abuelita de pelo cano y andar solo un poco más ágil que el de un zombie. Entonces, al ver al policía (vestido como tal, chaqueta amarilla fosforito y sobrepeso estándar), se ha dado la vuelta en un giro que, sin dudarlo, he puntuado con un 9,5, medalla de oro por la ejecución y la gracilidad de los movimientos. Con las mismas, la señora, ahora sospechosa de mil delitos (robo, quizá estafa, a lo mejor asesinato, killer grandma), ha vuelto por donde ha venido, de camino hacia las vías, en busca de una salida menos vigilada. O a lo mejor tiene Alzheimer y ha parado en Atocha cuando su destino era Parla, que todo puede ser.

Las albóndigas

Hicimos caso a los de la mesa de al lado cuando las piropearon y ese fue el primer error de la tarde. Las albóndigas sabían a rayos. Eran de lata, al menos la carne, que parecía de comida para perros (y perdón por si la comida para perros se siente insultada, que comparada con esta de la que hablo la de los perretes es una delicatessen), y la salsa estaba contaminada por el hedor de las carne o lo que fuera de lo que estaban hechas esas bolitas repugnantes. El primer error fue pedir esas albóndigas, el segundo, intentar comérnolas. El tercero fue pagarlas sin rechistar. Hay cosas de las que uno se va a arrepentir toda su vida. No haber vomitado las albóndigas en la cara de la cocinera del bar es una de ellas.

La ciega y el pedigüeño

La ciega se va tropezando con todo. Con la silla, con la señora que está sentada en ella, con la mesa. Pide disculpas mientras agita el palo que le sirve de parachoques. La veo buscar la pared, siempre con una sonrisa en la cara. Siente el sol y hacia él se dirige. Al rato vuelve por donde ha venido. No sé hasta dónde ha llegado pero ha decidido volver. Será un simple paseo. Un pedigüeño se le acerca. Lleva un cartón en una mano donde explica sus penas pero con esta mujer de poco le sirve así es que se lo explica: que es pobre, que si la voluntad, y sin más la coge del brazo y la guía hasta el paso de peatones. No sé si la ciega quería ir allí pero se deja. Tampoco si le da algo por el favor o el rapto. La ciega se va y el pedigüeño se queda.

La guiri a dieta

La guiri, pelirroja y algo gorda, le dice a la camarera que le traiga solamente un churro, que está haciendo dieta. Lo dice envolviendo el comentario en una sonrisilla nerviosa, de insegura. Quizá no se crea del todo que va a hacer dieta. Es una promesa que ya se ha hecho otras veces. Quizá por eso luego, sin darle más importancia, se echa dos azucarillos en el café, lo remueve y moja el dietético churro.

Día de Andalucía

Shorrá como un campano de grande.

Carnaval

Vivo el carnaval intensamente. Me disfrazo de lo que sea, hasta el absurdo. Me dejo llevar sin pensar en el qué dirán porque son días para ser otro y pasar de todo. Hoy se acaba oficialmente. Se entierra la sardina, se deja atrás lo más oscuro para dar paso a la luz. Algo que ya hicimos en el cambio de año, y antes al quemarlo todo en el solsticio de verano, por San Juan. En un año tenemos muchas oportunidades de hacer borrón y cuenta nueva. Quizá por eso las promesas que nos hacemos nos duran tan poco. Siempre hay tiempo para renovarlas, siempre hay un día en el calendario que sirve para empezar de cero. Los católicos de verdad se tendrán que tomar ahora en serio la cuaresma, prepararse para los sacrificios, para reprimir sus instintos. Por suerte, yo no soy de esos y puedo seguir de carnaval más días, semanas, meses, renovando cada día todas esas buenas intenciones que pronto olvidaré, y a mucha honra.

Viajar en el tiempo

Sí, amigos, ese es mi poder. Puedo viajar en el tiempo. La mayoría de vosotros pensará que es una pasada de poder. Yo también lo creía cuando me fue concedido (eso sería ahora un flash-back y como que paso del tema), pero no tardé en darme cuenta lo mierdoso que era y es mi poder. Viajar en el tiempo. Suena tan bien... la cosa es que sería mucho mejor si no estuviera limitado a viajar siempre hacia el futuro y a la velocidad habitual, un segundo por segundo, un minuto por minuto. Igual que el resto de los mortales. Mierdaca de poder.

Aligera

Aligera, que llegamos tarde.

¿Adónde?

Da igual, pero llegamos tarde.

All-Bran

No, All-Bran de Kellogs no patrocina este lapo... pero me hace sentir ligero como un ácaro en su mota de polvo. Gracias, All-Bran.


Yo: Esto que has hecho, lo de colocar publicidad en un lapo, no me parece ético. Está completamente fuera de lugar.
Yo': Venga ya, si lo hace todo el mundo. No es para tanto...
Yo: ¿Que no es para tanto? Me parece una falta de respeto para con tus lectores.
Yo': ¿Lectores? Pero si esto no lo lee casi nadie. Seremos tres o cuatro, y nos cuento a ti y a mí que al fin y al cabo somos la misma persona.
Yo: Yo no estaría tan seguro...
Yo': Yo tampoco.
Yo: Pues ya somos dos.
Yo': Dirás uno.
Yo: Diré lo que me dé la gana, y no me cambies de tema. Está feo lo de la publicidad de All-Bran, te pongas como te pongas. No ya por el producto en sí sino...
Yo': O sea que los All-Bran te gustan, no te molesta que hable de ellos...
Yo: Sí sí, si yo no tengo nada contra esos cereales. Están ricos y, en fin, cumplen con su función. Lo que no me gusta es que seas tan descarado y además no respetes... en fin, que si vas a meter publicidad, por lo menos avisa, pon un letrero, como hacen en la tele, así, que ponga "publicidad", y así la gente sabe a qué atenerse.
Yo': Pero si lo escribo como un lapo, o sea, si estoy hablando de los All-Bran porque me da la gana...
Yo: Sin cobrar.
Yo': Es es, sin cobrar... entonces no es publicidad, es simplemente que hablo de algo y punto.
Yo: Pues... sí, visto así sí.
Yo': Es que los de All-Bran no me han pagado ni lo van a hacer, no he recibido nada por hablar de ellos. Ha sido un lapo en toda regla. O sea que...
Yo: Ah, si es así entonces me callo.
Yo': Pues eso.

Se acerca el lapo mental número 1.000

Era inevitable. Por muy poco que escribiera, más tarde o más temprano iba a llegar el lapo número 1.000. Todavía tiene margen. Todavía puede respirar tranquilo. Una treintena de lapos tendrán que salir antes de que el lapo número 1.000 sea lanzado a este mundo. El lapo mil, el mil, el número más redondo lapeado desde que el lapo número 100 (qué tiempos) tomara forma (amorfa). Me pregunto si será este lapo especial o será uno más (será uno más porque si fuera uno menos sería el 999; es una obviedad pero he tenido que decirlo), del montón, despreciable, suprimible, etc.

Si esto fuera una empresa publicitaria a estas alturas tendríamos que empezar una campaña de lanzamiento para el lapo mental número 1.000: carteles en las calles, anuncios en la tele, radio, internet... un grupo de facebook (El lapo mental 1.000 ya casi está aquí), una cuenta de twitter (@lapomental1000) y hasta unas camisetas con mil pequeños lapos manchándola, artísticamente, claro. Como no lo es, como simplemente es un blog y no tiene más trascendencia que una nube perdida sobre el Sáhara (por ponernos poéticos), simplemente diré que SE ACERCA EL LAPO NÚMERO 1.000. Y ya.

La cabeza

La semana pasada alguien abrió mi coche y se llevó la rueda de repuesto. Fue un robo casi limpio. Una luna de las pequeñas rota y listo. La noche pasada la historia se ha vuelto a repetir solo que esta vez no había rueda que robar. Es de suponer que el ladrón o ladrones se habrán pillado un buen mosqueo. Tan grande que donde antes estuvo la rueda de repuesto ahora hay una cabeza humana. Obviamente no es la mía y tras mirarla desde todos los ángulos posibles puedo asegurar que perteneció a alguien que no conozco. Por supuesto que llamé a la policía. Estuvieron encantados con hacerme una visita y revisar el coche. Cuando les conté lo de la cabeza casi montan una fiesta. Al parecer llevaban un par de días buscándola para completar el cuerpo decapitado que alguien encontró en su maletero. La banda de ladrones decapitadores y esparcidores de cuerpos sigue en busca y captura. Espero que no vuelvan a abrirme el coche, y si lo hacen que sea para dejar allí la rueda de respuesto que falta, que falta me hace.

Goticas

El del tiempo anuncia lluvia. Luego resultan ser unas goticas de nada que ni siquiera sirven para mancharme los cristales de las gafas.

La vida está llena de promesas incumplidas. Si llovieran serían diluvio.

El punto en el cielo

Cuando el cielo no está gris, amagando con un diluvio, el ojo humano, y el mío lo es, el derecho, también el izquierdo, se encuentra con un espectáculo monótono, monotono, con un azul piscinero que si acaso se difumina cuando acercamos la mirada al sol. No hay mucho que ver. La luz lo cubre todo y nos ciega. Ni estrellas, ni satélites (hablo de los artificiales) quedan a la vista. Salvo un punto.

Hay un punto en el cielo que no es planeta ni luna, ni satélite de comunicaciones, ni cacharros como la estación internacional. No es una sonda, ni un ovni, ni nada por el estilo. Y no niego por negar. He investigado, leído, indagado y no hay referencias sobre ese punto. No es nada y a nadie parecer importarle. En foros de astrónomos, en páginas de ufólogos, en diversas webs donde freakys de todo tipo comentan estos temas. Nadie sabe lo que es ese punto en el cielo. Es solo un punto, me dicen, será un satélite, añaden, pero luego los datos no respaldan esa afirmación hecha a la ligera.

Mi teoría, y es solo eso, una teoría que seguro no irá a ninguna parte, es que ese punto en el cielo, ese punto oscuro e incoherente, es un pixel muerto. Algunos de los que leéis esto ya sabéis de qué hablo. Otros no y para ellos va esta explicación. Un pixel muerto es un punto de la pantalla de tu ordenador que ya no funciona, ya no transmite luz y siempre que la encendemos, da igual lo que la pantalla nos muestre, ese punto siempre está apagado, ese pixel está muerto, como el punto que veo en el cielo.

El hombre bucle

No sé si os hablé del hombre bucle, el señor que vive encima de mi casa. Es ese que a las tantas de la noche se pone a escribir a máquina (sí, de esas antiguas, de las que hacen cla cla cla cla cla). Cuando no está aporreando las teclas (puede que solo las golpee porque le gusta el sonido y que en el papel salgan letras aleatorias, o que ni siquiera tenga papel), está haciendo cosas. Digo haciendo cosas porque no lo veo y tengo que imaginármelas por el sonido que me llega. Anoche hizo una de sus rondas-bucle: se paseó infinidad de veces por la casa, yendo de habitación en habitación, encendiendo y apagando las luces (plas plas plas plas plas, clic, clic, plas plas plas plas...). Luego su mente ideó un plan maligno sin permiso de su consciencia, que creo que anda más perdida que otra cosa: se puso a raspar algo. Después de unos minutos oyendo el ras ras ras concluí que al señor le había dado una necesidad irrefrenable de raspar los rodapiés de su casa, quizá para limpiarlos de restos de pintura (real o imaginaria). Esta operación pudo durar una media hora entre la una y y la una y media de la mañana. Doy por hecho que no ha terminado con todos los rodapiés y que esta noche, o cualquier otra, seguirá con su plan maquiavélico demencial. Os tendré al tanto.

Carta de M. Salieri

De su puño y letra, en mi buzón, dejada en mano (sin sello, para ahorrar o por las prisas), ayer me encontré con una carta de Salieri. Se ha dignado a responder a mis ruegos. Os resumo: sigue vivo. Os detallo, transcribo, dejando fuera las partes que él mismo me ha pedido que no publique:

Querido tocayo:

Siento haberme desvanecido estas semanas (¿han sido meses?). Ya sabes que soy de irme sin avisar, y en esta ocasión era más necesario que voluntario. [...] Olvida el correo electrónico y mi antigua dirección física. Si es necesario yo contactaré contigo. He estado en peligro, como has podido imaginar, aunque todo está ahora más tranquilo. No lo suficiente. [...] Me permito escribir de vez en cuando en el twitter para desfogarme. Es mi único contacto con la gente. Me dicen que pronto podré volver a mi vida normal pero no hay una fecha concreta. Pronto puede ser demasiado. Como viste, mi blog desapareció. Él fue la causa... más bien mi torpeza. Pensé que nadie lo leería, nadie que me tuviera en el punto de mira, y me equivoqué. [...] Este tiempo ha sido duro. Ya sabes que no me cuesta estar alejado de la gente, pero no es lo mismo cuando no puedes decidir cuándo y por cuánto tiempo. [...] Si publicas la carta obvia las partes subrayadas. Así nadie podrá tomarla contigo: no sabes dónde estoy ni cómo contactarme.

Un saludo.
S.

En fin, para el que estuviera preocupado por Salieri, parece que está medio bien, aunque no puedo imaginar por qué situaciones ha podido pasar durante este tiempo. Espero que esta no sea su última comunicación y que consiga salir de su extraño aprieto.

Odiar es lo más

El amor está sobrevalorado. Lo que mola es el odio. Cuando amas se te queda en la cara un gesto idiota, cercano al retardismo mental más crudo. Cuando odias, en cambio, tu cara se vuelve la más fotogénica del mundo. Los músculos de la cara (hay más de los que podría contar) se retuercen hasta formar nudos marineros de categoría corsaria: la cara del odio refulge, tensísima, tanto que si odias durante mucho rato seguido luego tienes agujetas. Odiar duele pero es bello, confiere cierta clase y eso se acaba notando en el perfil de uno, que se vuelve aristocrático. Y porque no he dicho nada todavía sobre la mirada. Los ojos que odian tienen los bordes marcados, como retintados con rotulador. Los ojos enamorados se desparraman y dan mucha grima, babean, y yo sólo me permito babear por los ojos con la comida. Qué es lo que suelen decir los que escriben... ojos afilados, cortantes, punzantes, con mala leche, vamos. Odiar a ciegas no es odiar porque el odio se transmite por los ojos (como rayos láser). Los ciegos pueden odiar también, faltaría más, pero no es lo mismo: tienen que saltarse la mirada de odio y pasar directamente a golpearte con el bastón.

Odiar es lo más y, lamentablemente, no todo el mundo sabe hacerlo bien. Enfurruñarse no es odiar. Insultar, gruñir o farfullar por lo bajini no es odiar, ni vale como forma de expresión de odio. El odio de verdad se palpa en el ambiente sin necesidad de verbalizarlo. El resto son conatos plebeyos, simples rabietas, malhumores sin control. De cada diez personas que conozco, solo una, quizá menos, sabe odiar bien.

Espero que 2012, y este es mi deseo para la humanidad (cuánta gente cabe en tan pocas letras), enseñe a odiar a los que no saben y lo necesitan, porque odiar mal acaba produciendo lesiones irreversibles y ya es lo que nos faltaba este año.

¿Señales de vida?

Los que seguís el twitter de Salieri habréis deducido que: a) sigue con vida; o b) alguien está usando su cuenta de twitter para engañarnos. Hacía meses que no escribía nada y ahora nos sale con comentarios absurdos (más de lo habitual) sobre un cepo en el baño. Sí, también cuelga los post de este blog, pero eso es un favor que me hizo hace mucho, cuando creó su cuenta, y está automatizado, así es que él podría estar muerto (iba a decir "o algo peor") y la maquinita seguiría publicando mis lapos. Lo que está claro es que su cuenta está activa y ha escrito alguno que otro comentario, y retwitteado mensajes de otras personas. A esto añado que particularmente sigo sin noticias, sin correos electrónicos, sin más información que la que leo en esos mensajes extraños. He contactado con algunas personas que tenemos en común, como Migue o Lara, pero tampoco saben nada de él.

Sé que él lee este blog (o leía), así es que si lo está leyendo, señor Salieri, por favor, contacte conmigo por los medios habituales, aunque sea para confirmar que es usted quien está usando la cuenta de twitter y que está bien.


Blanca y negra

Viene a recogerme mi hermano. Al salir del Centro lo veo apoyado en el coche. Se lo ve cansado. Han sido dos meses sin verlo, culpa mía. No me cuesta sonreír cuando se da cuenta de que ya estoy fuera. A él tampoco. El camino a casa es largo, dos horas, calculo. Allí me esperan los amigos y la familia. Sé que han estado preocupados por mí. Me pongo en su lugar y no sabría qué pensar. Siempre he estado muy cuerdo, hasta que dejé de estarlo y el mundo se nos vino encima. El doctor Villalobos dice que es más común de lo que parece. Que algo, no sabemos qué, puede provocar un mal funcionamiento de ese ordenador tan complejo que es nuestro cerebro. Alteraciones químicas que llevan a la obsesión, a no distinguir realidad de fantasía, a desquiciarse y a complicarle a la vida a todos los que nos rodean. Eso es lo que más me duele. Perder el trabajo fue prácticamente indoloro. No lo echo de menos. 

Por el camino Luis pone algo de música. Trata de no hablar del tema, como si no hubiera pasado nada. Tanta normalidad no es normal. Está tenso. No sé cómo decirle que ya estoy bien, del todo, que ya no tengo la cabeza llena de locuras, que las he sacado todas y las he dejado en el Centro. Ya no vivo en el mundo de Oz, como dice el doctor. Pero ya sé que será así. Luis, mis padres, el resto de mi familia y amigos tardarán en volver a la normalidad, mucho más que yo. 

Es increíble lo fácil que es volverse loco. Es un camino suave por el que andas sin casi darte cuenta, y cuando lo terminas de recorrer ya estás perdido. Todo son sensaciones. Así empezó mi locura. La sensación de no estar en mi casa sino en otra igual pero distinta, de oler las cosas y no reconocerlas, de ver a las personas, a mi propio hermano, y sentir que no es el mismo, que me lo han cambiado, como en aquella película, La invasión de los ultracuerpos, en la que los alienígenas sustituían a las personas creando cuerpos idénticos que nacían de unas semillas. La locura creció sin darme cuenta. No era capaz de ver las diferencias pero las sentía. No tenía pruebas de que todo había cambiado porque realmente nada había cambiado. Nada salvo yo, mi mente desquiciada. Luis me puso al día en el trayecto a casa. En el Centro los estímulos exteriores estaban vetados. Las noticias políticas, deportivas, las historias familiares me fueron metiendo de nuevo en la realidad, la otra realidad, la de verdad, porque la vida en el Centro tampoco era real, si acaso un limbo en el que mi mente estuvo descansando, desestresándose, volviendo en sí. 

Cuando llegamos a la ciudad, paramos en el supermercado. Luis quería comprar unas cosas antes de llegar a casa. Me pareció bien. Era una pequeña parada antes de enfretarme a la familia. Enfrentarme. Esperaba un buen recibimiento aunque lleno de dudas y temor. Cerveza, leche, pan... ayudé a Luis como siempre lo había hecho, cientos de veces antes. ¿Quieres algo? Me dijo. En el Centro la comida era buena pero repetitiva. Se echaban muchas cosas de menos, detalles. Nocilla, Luis, cógeme un vaso, de la de dos colores. Es mi favorita. Luis se me quedó mirando dos segundos, tres, antes de responder. Rober, no hay de esa que dices. Vaya, pues de la otra. Mi hermano hizo el amago de volver a hablar pero se contuvo, cogió el vaso de Nocilla y nos dirigimos hacia la caja. No tenéis Nocilla de dos colores, le dije a la cajera. ¿De dos colores?, preguntó la chica. Sí, la de dos sabores. Debe de estar usted confundido, señor, nunca hemos tenido esa variedad, y que yo sepa no existe, y mire que llevo aquí trabajando cinco años. Por un momento creí que me estaba tomando el pelo. Pero solo fue un momento. El gesto descompuesto en la cara de Luis fue más que suficiente. Vámonos, le dije. ¿A casa?, preguntó. No, a casa no.

Ya es mañana

Ya es mañana y casi ni me he dado cuenta. Dejo el Jack Daniel's y me paso a la Mirinda. Es mi promesa de año nuevo en esta vida vieja. Me voy a la cama otra vez, que me ha sabido a poco.