el hombre perfecto

escuchaba a Bach, escribía poemas sobre mis ojos y lloraba cuando moría la madre de bambi;

en la cama era un ángel vengador y un demonio misericordioso, y por la mañana exprimía naranjas para mí;

leía y me hacía leer y un día me dijo que me quería con su voz suave y yo le creí.

alergia tecnológica

el despertador salta con la radio a toda caña, una emisora fascistoide se cuela en mis oídos y me saca de mi profundo sueño. miro la hora, marca las diez, entro a trabajar a las ocho. calculo lo más rápido que me dejan las neuronas: efectivamente, llego tarde tarde al trabajo. puto despertador. me arrastro medio vestido a la cocina. enciendo la cafetera, la tostadora y la luz. falso. la luz no se enciende. ha muerto la bombilla, viva la bombilla. meto el pan y el café en sus respectivos cubículos preparados para la comodidad del usuario doméstico. espero. pienso en ella, en sus ojos llenos de amor, en mi jefe, en sus ojos llenos de odio. el pan está listo, el café también. tostada quemada con café extrañamente aceitoso. la tostadora se apaga sola, y no es porque sea así, no, ha muerto en solidaridad con la bombilla. la cafetera aguanta. vuelvo a mi habitación para ver el correo. el pc se enciende. una vez, dos veces, tres veces. a la cuerta arranca del todo a prueba de errores, luego bien. llego tarde al trabajo, demasiado. mensaje. mi jefe, que dónde estoy y que si no bla bla bla. me termino de vestir. pongo la tele, me gusta oírla mientras me afeito. suena wuiii, wuaaa, clac clac, puf. el "clac, clac, puf" es definitivo. la pantalla tiene un extraño punto luminoso en el centro que se va yendo. me recuerda a hal 9000. me voy al baño y cojo la máquina de afeitar. la enchufo, me la acerco a la cara. entonces es cuando mi neurona central hace algo de provecho y da la orden de alejar la máquina de mi cara y ponerla dentro del horno...

me asomo a la ventana por si hoy tocaba fin del mundo. no, por lo visto sólo es en mi casa.

el hombre del banco

esperaba encontrarlo allí, sentando en el banco. así es que cuando salí por la puerta y no lo vi, me detuve, sorprendida, miré a mi alrededor, al otro banco, al paseo, al kiosko de prensa, al ultramarinos, a la puerta de mi casa, al cielo y casi miro dentro de mi bolso. el hombre del banco no estaba allí. no estaba en el banco. no estaba. no podía moverme y cuando pude sólo hice el esfuerzo de llegar al banco y sentarme allí donde él solía.

esperé sin pensar y al poco miré donde él miraba, descansé la espalda contra la madera hecha a la suya, apoyé las manos donde él las ponía mientras observaba todo lo que pasaba a su alrededor. fui él durante unos segundos y por unos segundos entendí por qué el hombre del banco ya no estaba allí.

el verdugo

hijo de verdugo, nieto de verdugo... el verdugo cumple con su trabajo como quien respira. no entiende la vida de otra manera.


cuando llega el día de la ejecución, como es el día de hoy, lleva a cabo todo un ritual. la noche antes del día elegido, el verdugo plancha la ropa que usará en tan importante momento, se relaja con un baño de más de una hora y cena algo ligero, una ensalada, un poco de queso. se acuesta temprano pensando en el proceso, en cada uno de los detalles, en cada paso que dará para hacer bien su trabajo. al despertar, una ducha y una manzana. se viste con calma y tras mirarse al espejo durante unos segundos, sale de casa camino de la cárcel. en cinco minutos está allí.

así siempre.

esta mañana, el funcionario le ha acompañado a la sala y allí han comprobado juntos todo el material necesario. la silla, las correas, el sistema eléctrico, la capucha del preso... todo tiene que estar en perfecto estado. nada puede fallar. luego espera.


a la hora estipulada, juez, funcionarios y testigos entran en la sala y toman asiento. el verdugo espera de pie junto a la silla. no piensa en nada, sólo espera.


cuando todo el mundo está preparado, entra el preso y todos le siguen con la mirada. el verdugo no. todos callan y el preso tiembla.


sientan al reo y el verdugo le coloca las correas. en las piernas, en las muñecas, en los tobillos, en la cabeza. y los electrodos.


leen la sentencia.


el verdugo activa la corriente y el preso muere tras unos segundos de sufrimiento.


es un trabajo duro, lo admite. pero son 14 pagas, un mes de vacaciones, puedas matar sin que te digan nada y a veces, sólo a veces, ligas con alguna de las testigos. un chollo.

la boda

por fin lo había conseguido. se iba a casar en una ceremonia que jamás olvidaría. llevaba tres meses preparándolo todo para que fuera el mejor momento de su vida y estaba convencida de que todo saldría bien. ¡qué momento, dios! su madre, claro está, había estado a su lado en todo momento y el vestido... el vestido era increíblemente precioso. no podía dejar de llorar de alegría mientras recorría el camino hacia el altar. como era tradición, los invitados hacían el pasillo para que los novios se acercaran al altar. él iba vestido de negro, ella de blanco y ello de azul. entonces, a la señal del maestro de ceremonias, el trío espongiforme corrió hacia el párroco, que no perdió la sonrisa mientras los novios lo devoraban usando dientes y garras hasta no dejar más que un giñapo sanguinolento sobre el suelo. la madre lloró de alegría y los invitados cantaron el vivan los novios ebrios de gozo

el hombre sin dios

un día, en la plaza del pueblo, se reunieron tres amigos. uno de ellos mencionó a dios, y se armó el belén. el mayor de los tres alabó a dios como se creador, como guía para su vida, como aliento para su alma... el mediano dudó sobre dios, sobre su labor de guía y sobre la capacidad de su aliento para animar su alma... el menor de todos afirmó tajantemente que no tenía a dios por alguien de fiar, ni siquiera por alguien que recordar, ni siquiera por alguien existente. los otros dos lo miraron incrédulos y le preguntaron: entonces, ¿a quién te encomiendas cuando todo va mal, cuando tus hijos necesitan ayuda, cuando el mal acecha tu casa y el demonio se mete en tu corazón? el hombre sin dios respondió sin dudarlo: a ¡¡cálico electrónico!! (http://www.calicoelectronico.com).

cómo matar a ismael serrano

no debe de ser tan difícil... digo yo. además, si nos lo montamos bien podemos hacer que tarde horas y horas en morir. propongo que lo atemos con alambre de espino y luego le pongamos dos columnas de sonido de mil millones de watios con una de sus canciones (da igual la que sea, seguro que ni él las distingue), hasta que le revienten los tímpanos. todo esto sería grabado en vídeo y publicado en internet, para escarnio de toda sus familia, antepasados y descendientes. ¿alguna idea más cruel?

lo que el cuervo pudo ver y no vio

era invierno y las chimeneas de toda la casa trabajaban a destajo, empeñadas en mantener una temperatura agradable en todas las habitaciones. cada trozo de madera esperaba ansioso su turno para dejarse abrazar por las llamas, que se comían el oxígeno como el hambriento devora el pan duro que le tiran por lástima. en la biblioteca, un libro abierto sobre el sillón, una pipa apagada y un montón de cenizas humeantes que cinco segundos antes fueron el cuerpo del Dr. Van Kampenhoudt. lástima que el cuervo no estuviera allí para verlo.

biografía del Dr. Van Kampenhoudt

...y murió a los 69 años por un yuyu raro por no sé qué que comió. su esquela salió en la Playboy, cómo no, y en su lápida reza el epitafio: "aquí va el epitafio".

el eco en el pañuelo

un espejo contra otro espejo y entre los dos una lágrima que se refleja una y otra vez hasta ser catarata de llanto. orquesta de percusión africana a su alrededor y una luna que ni crece ni mengua, sobrecogida por tan cruel espectáculo. en lo alto de la montaña observa quien nada tiene que perder porque ya lo perdió todo, sin pasado, sin futuro, apenas vivo. y ella se lleva el eco del llanto, del estruendo y de mi memoria envueltos en el pañuelo.

las gordas

las dos gordas remaquilladas y sudorosas bajaban por la calle agitando sus jamónidos brazos y castigando a todos los viandantes con sus grititos y jadeos. según mi fundamentada opinión, las gordas se agrupan en parejas en cuanto pueden. una gorda sola no aguanta mucho tiempo sin arrimarse a otra gorda de igual o superior categoría. estas dos estaban compenetradas, corrían a la par y agitaban sus moles con un sincronismo de medalla de oro.

cuando quise reaccionar era demasiado tarde. las gordas, a pesar de su exceso de masa corporal, son ágiles, rápidas e implacables. engañan a su presa con un aparente movimiento cansino, pero en pocos segundos están a tu lado jodiéndote.

así fue. en na’ y menos me placaron y arrinconaron contra la pared. la gente que vio su estudiado movimiento me miró con lástima. cabrones suertudos.

una de ellas llevaba una hucha postulante. la otra, una tira de pegatinas con el escudo de la Asociación Española contra no sé qué enfermedad mortal y sin cura. la de las pegatinas era la jefa, la que me quería convencer de la necesidad de mi caridad, pura bondad y carisma; la otra era el poli malo que me miraba como si mi esperada negativa fuera el equivalente a una orden de fusilamiento genocida contra el pueblo kurdo. no entendía nada de lo que decía. su voz de rata en celo se salía de la frecuencia que mi oído estaba habituado a soportar. tenía que huir, así es que recordé mis tiempos futboleros del instituto, amagué hacia la izquierda, las dos intentaron cubrir el hueco, y les partí la cintura con un giro inesperado que me llevó al espacio abandonado por la de la hucha, de ahí al paso de peatones y después a la libertad.

descubrimientos

cuando caí de mi árbol descubrí lo duro que está el suelo, y me cagué en to.

la vida a medias

cierra los ojos.
ahora abre uno, el que quieras pero sólo uno.

espera unos segundos.

...


...


falta algo, ¿verdad?
es la otra mitad de tu vida, que se te escapa.

lo difícil es hacer lo mismo sin cerrar ningún ojo.
y una vez que lo consigues ya no puedes dejar de hacerlo.

compras en la red

en internet puedes hacer de todo: chatear, trabajar, ligar, aprender, perderte, contar... no sé, de todo. también se puede comprar.

ayer estuve buscando una web en la que comprar una musa, porque la mía me dejó por otro. hasta que sucedió nunca habría pensado que una musa pudiera serte infiel, traicionarte y darte con la puerta en las narice. se supone que están para ayudarte, para inspirar con su mirada, con su aliento, con su simplemente estar ahí, con garantía de por vida, infalibles, etc. pues la mía se ve que petó, se cansó de mí y de mis paranoias, cogió su nube o lo que sea donde viven y flotó hasta otra mente potencialmente creativa. una mierda, en resumen, porque si a un escritor se le va la musa ¿qué le queda? pues os lo digo: rien de rien.

por eso recurrí a internet, desesperado. tras varias horas en google di con lo que buscaba, y vais a flipar, porque por tan sólo 99,95$ (más un mantenimiento mensual de 5, 95$ más primas por objetivos) puedo tener a mi lado a Calíope (supongo que no será ella, quizá una becaria, pero algo es algo) soplándome al oído... ¡un lujo! por pagar con transferencia bancaria me he ahorrado las dos primeras cuotas y en diez días la tengo en casa.

internet es la polla.