el verdugo

hijo de verdugo, nieto de verdugo... el verdugo cumple con su trabajo como quien respira. no entiende la vida de otra manera.


cuando llega el día de la ejecución, como es el día de hoy, lleva a cabo todo un ritual. la noche antes del día elegido, el verdugo plancha la ropa que usará en tan importante momento, se relaja con un baño de más de una hora y cena algo ligero, una ensalada, un poco de queso. se acuesta temprano pensando en el proceso, en cada uno de los detalles, en cada paso que dará para hacer bien su trabajo. al despertar, una ducha y una manzana. se viste con calma y tras mirarse al espejo durante unos segundos, sale de casa camino de la cárcel. en cinco minutos está allí.

así siempre.

esta mañana, el funcionario le ha acompañado a la sala y allí han comprobado juntos todo el material necesario. la silla, las correas, el sistema eléctrico, la capucha del preso... todo tiene que estar en perfecto estado. nada puede fallar. luego espera.


a la hora estipulada, juez, funcionarios y testigos entran en la sala y toman asiento. el verdugo espera de pie junto a la silla. no piensa en nada, sólo espera.


cuando todo el mundo está preparado, entra el preso y todos le siguen con la mirada. el verdugo no. todos callan y el preso tiembla.


sientan al reo y el verdugo le coloca las correas. en las piernas, en las muñecas, en los tobillos, en la cabeza. y los electrodos.


leen la sentencia.


el verdugo activa la corriente y el preso muere tras unos segundos de sufrimiento.


es un trabajo duro, lo admite. pero son 14 pagas, un mes de vacaciones, puedas matar sin que te digan nada y a veces, sólo a veces, ligas con alguna de las testigos. un chollo.

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