el hombre del banco

esperaba encontrarlo allí, sentando en el banco. así es que cuando salí por la puerta y no lo vi, me detuve, sorprendida, miré a mi alrededor, al otro banco, al paseo, al kiosko de prensa, al ultramarinos, a la puerta de mi casa, al cielo y casi miro dentro de mi bolso. el hombre del banco no estaba allí. no estaba en el banco. no estaba. no podía moverme y cuando pude sólo hice el esfuerzo de llegar al banco y sentarme allí donde él solía.

esperé sin pensar y al poco miré donde él miraba, descansé la espalda contra la madera hecha a la suya, apoyé las manos donde él las ponía mientras observaba todo lo que pasaba a su alrededor. fui él durante unos segundos y por unos segundos entendí por qué el hombre del banco ya no estaba allí.

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