Una jornada laboral

Este lapo no está basado en hechos reales. Nada como esto podría suceder en ningún sitio a no ser que alguien repartiera sustancias alucinógenas a cascoporro con fines bromistas.

Mi diario
(no escribo un diario, pero lo sucedido hoy merece que al menos lo intente, aunque este sea mi primera y última entrada)

9:00 - Llego a la oficina. Es una plataforma de atención al cliente (ellos dicen customer service). Como está previsto a las 9 comienza la segunda jornada de un curso de formación que algunos vamos a recibir urante una semana con la idea de cambiar de departamento (de front office a back office, así los llaman ellos). Firmo (siempre firmamos nuestra llegada) y me dirijo al aula de formación. Allí descubro que estoy solo. Espero.

9:15 - Llegan otros grupos con otros formadores que están en otros cursos. Al rato llegan mis compañeros de curso y la formadora. 'No tenemos aula', nos dice la formadora ,'y quizá el curso se suspenda'. Todos sospechamos que es por el volumen de llamadas. Nos necesitarán para trabajar en el front, pero como tenemos confirmación, nos vamos a una sala a continuar con el curso hasta nueva orden.

9:26 - El jefe de servicio aparece en la sala y ya imaginamos cuál será orden. 'Es necesario suspender el curso, veremos cómo lo continuamos, pero os necesitamos abajo'. Nos levantamos y vamos a nuestro puesto de trabajo.

9:45 - He abierto todas mis aplicaciones y me dispongo a atender a los clientes.

10:15 - Unas ocho llamadas después después un team leader (así lo llaman ellos, coordinadores, entre nosotros) viene y me dice que he de trabajar en back office. Perfecto. Dejo de coger llamadas y me llevan a otro ordenador donde vuelvo a abrir todas las aplicaciones. Me dan trabajo para hacer.

10:35 - El curso, nos dicen, se reanuda. Volvemos a la sala donde continuamos el curso.

11:15 - Cuando parece que todo va a continuar con normalidad el supervisor aparece para pedirnos que volvamos a nuestro puesto. A mí me vuelven a poner en back office. Cuando voy a trabajar el ordenador que había usado unos minutos antes en back office está apagado. Lo enciendo y vuelvo a abrir todas las aplicaciones para trabajar.

11:30 - Es mi hora de desayunar. Tengo veinte minutos.

11:50 - Vuelvo a back office.

12:10 - Coordinador me pide que haga de back-up (refuerzo, apoyo a coordinación, para resolver dudas por la sala).

12:20 - Me vuelven a poner en back office. Espero inquieto el momento de volver al curso, a coger llamadas, a ayudar a los compañeros, pero parece que todo se estabiliza. Por hoy.

15:00 - Me voy a mi casa, algo mareado y casi convencido de que todo ha sido un sueño.

El comienzo

El movimiento comenzó mucho antes de que la mayoría de la gente fuera consciente de ello, mucho antes de los carteles en las paredes, de las manifestaciones, las trifulcas con la policía y mucho antes de las primeras muertes. El movimento empezó en mi casa, sentados a la mesa, toda la familia, con el telediario a punto de dar el tiempo y mi hermano en silencio, con el tenedor en la mano pero sin querer llevarse nada a la boca porque ya no le entraba nada. Ahora lo pienso y me cuesta imaginármelo comiendo, porque desde entonces no tuvo mucho tiempo para sentarse ante un buen filete. El señor del tiempo empezó como siempre desde hacía años. Dedicó los primeros minutos a mostrar los daños del cambio climático. Familias desplazadas, especies desaparecidas, ancianos muertos por golpes de calor, pueblos costeros perdidos. Mi hermano no miraba la tele. No hablaba siquiera. Mi hermano sólo podía pensar en la revolución. Me di cuenta mucho tiempo después y ahora, cansado ya de pelear, puedo pararme a contarlo.

Esto pasa

Sentado en la acera jugaba a colar chapas de cerveza por la alcantarilla. Una, dos, tres. Todas dentro. Menos la cuarta. Algo vibró que me despistó. La chapa fue a dar en la pierna de la kioskera, que venía de tomarse el cafelito. La gente se detuvo. Dejó de andar, dejó de hablar. Todo temblaba. Todos coincidieron en la sencuencia de gestos: sorpresa, incompresión, miedo, pánico contenido. Entonces un millar de hormigas grandes como camiones pasaron en fila por delante de donde yo estaba y, para qué mentir, a todos se nos fue la olla un poco.

La vida en colores

Mi infancia fue en blanco y negro, como la de casi toda la gente de mi quinta. Puede parecer que con tanto gris no podría ser una buena niñez. Casi todos relacionamos la felicidad con el color. El negro, el blanco y el gris no nos provocan sonrisas, si acaso alguna cargada de nostalgia. Con el tiempo llegaron los colores... y no resultaron, no resultan, pienso ahora, ser tan excitantes.

El marrón
Cada día por lo menos uno me suele caer, blando, oloroso y humeante, cada marrón que se acomoda a mi lado como si yo fuera su hogar, y se queda, okupa, hasta que se cansa y se va por su propio pie, cuando ya me ha quemado, porque yo no puedo con él.

El amarillo
Después de una noche de excesos, de veneno diluido en coca-cola, de cóctel de música, humo y aliño liado, de alguna sorpresa encapsulada, llega el amarillo. Maldito sea, gualda traidor.

El verde
Así será el preludio a mi final. Verde, viejo verde, tras las niñas de falda a cuadros y jersey azul de colegio de monjas, mochila en la espalda y oscuro vello en el bigote.

El rojo
Rojo excitante para pintar las rojas banderas extremistas, rojo carmín de la mujer que promete pero no cumple, rojo sangre..., rojo prohibido.

El azul
Azul mar, sí, azul cielo, sí, azul del blues, triste y arrastrado blues que se agarra a la guitarra y que termina con los dedos perdidos entre las cuerdas y la cabeza en otra parte.

Granate y marrón


Ya veis. Uno en cada pie.

La vida encaja

En una caja de zapatos guardo una fotografía que no es mía. No lleva mi nombre, no la hice yo, seguro, ni siquiera es un recuerdo desleído. Quizá sea una foto robada, quizá encontrada, o regalada, o perdida, de un alguien sin nombre que ya ni siquiera recuerda haber sido fotografíado, que si se viera ahora por unos momentos ni reconocerse podría. Tanto tiempo ha pasado. Tantas cosas.

Unos peluches sobre la cama, un póster de Everything is illuminated, una mirada inocente que de inocente no tiene nada, y una postura provocativa; es un momento que se detiene y ahí queda, para siempre, para quien lo pueda ver, para quien lo recuerde. Habrá quien no lo pueda olvidar.

En una caja de zapatos guardo un montón de cosas del tiempo en que yo guardaba cosas en cajas de zapatos. Ahora la abro y la caja... ya no creo que sea mía.

¿Tanto tiempo...?

Mi tesis de hoy

"Van dos en una moto
y se cae el de en medio."

Mi tesis
Primero, que si hay dos, no hay en medio; y segundo, si se cae uno normalmente es el de atrás, o se caen todos, porque para que se caiga el que va en medio se tienen que dar unas condiciones tales que digo yo que no se suelen dar, porque si el de en medio se va a caer el de atrás digo yo que lo agarraría, en cuyo caso o no se cae o se caen los dos.

Claro que podemos analizar esta extravagante situación desde otros puntos de vista. Damos por hecho que esos dos que van en la moto son seres humanos. Es decir, pensamos que sus cuerpos son indivisibles (salvo castración, voluntaria o no, decapitación ejemplificante o cualquier amputación quirújica o accidental). Todos imaginamos a dos personas subidas en una moto, así es que en medio no puede haber nadie. A no ser que esos "dos" no sean dos seres humanos, sino formas desconocidas capaces de conducir una moto pero que por alguna razón pueden dividirse momentánea o definitivamente, de manera que en el momento mencionado uno de ellos, o los dos, han cedido materia para formar un tercer individuo, o cuasi-individuo, que se cae de la moto, posiblemente porque no estaba formado del todo o no sabe agarrarse, o ni siquiera sabe lo que es una moto, la velocidad, y el daño que se puede producir si se cae. Un completo inútil, aunque lo suficiente formado como para ser considerado uno. Veríamos entonces que en la historia se omite que aunque sea durante unas décimas de segundo ha habido tres seres sobre la moto. Lo sé, es difícil de creer, pero bueno, es una hipótesis. Ya habrá tiempo de hacer trabajo de campo y desmostrarla, si es posible. Si no, pues nada, cada uno a su casa y dios en la de todos, y tampoco nos vamos a enfadar por algo así ni nada.

Otra posibilidad es que en esa frase se esté hablando de dos situaciones distintas. Por un lado el hecho de que dos vayan en una moto, y por otro, que se caiga el de en medio. Pueden ser dos hechos sin relación aparente, tan solo la copulativa (y), como quien dice "Eran las cinco de la tarde y los pájaros piaban". Qué más da la hora que sea para que píe el pájaro. Pues bien, en nuestro caso sería algo parecido. Van dos en una moto... por un lado, y se cae el de en medio, por otro. La pregunta que nos hacemos en este momento es ¿quiénes son esos dos y qué se cae que está en medio de algo, y ese algo qué es? Mi respuesta que es que no hay respuesta. Nos falta información, aunque no debemos descartar la simbología que puede ocultar el enunciado. "Dos en una moto" puede simbolizar la unión entre los pueblos en el camino hacia la paz, o algo así, y "se cae el de en medio" podría ser el propio destino, que va sujeto entre los dos de la moto y que se cae, por falta de equilibrio en las fuerzas, o de simple interés, o porque es un destino correoso.

En fin, que parece una frase sencilla pero qué va, ya veis. Yo aquí sigo dándole vueltas y todavía no me queda nada claro, sobre todo lo de la moto. ¿De qué marca sería?

Deshojado

Algunas hojas siguen verdes tras mi ventana. Otras pierden su color original poco a poco y en unos días serán completamente marrones. Pasadas algunas semanas el árbol se pelará del todo. No digo nada nuevo si os explico que, según dicen los libros del cole, hay árboles de hoja caduca y de hoja perenne. Los de mi ventana son de hoja perenne. ¿Os extraña? Claro. Si sus hojas se ponen marrones y se caen no es posible que sean de hoja perenne. Han de ser de hoja caduca. Y tenéis razón, y no la tenéis. Yo pensaba como vosotros. Las cosas son como son, siempre, y así seguirán por los tiempos de los tiempos hasta que el sol se haga supernova y lo que quede vivo obre el planeta, si es que queda algo, se vaya al carajo. Así pensaba yo hasta hace un rato. Pero ahora me encuentro con esto. Mi árbol (mío en sentido figurado, el de mi ventana (mía en sentido figurado, la de mis caseros)) se ha hartado de ser perenne y está secando sus hojas hasta matarlas. No os lo creéis, deduzco por la cara que estáis poniendo. Pues es verdad, más no os puedo decir, hijos míos... Si acaso reflexionar sobre las causas; nos podemos preguntar: ¿puede el cambio climático ser la causa? Puede ser, y puede ser la contaminación, o una mutación por los insecticidas, o quizá el agua está envenenada, o alguien se está dedicando a pintar las hojas de marrón para volverme loco... cualquiera de estas respuestas me vale aunque en mi interior la respuesta sea mucho más sencilla: el árbol se ha rendido.

Lap...

El hijo del vecino desapareció ayer. Dicen que se fue de casa a jugar al fútbol con sus amigos y no volvió. ¿Qué le habrá podido suc...? ... jaowguasoyga... ¡Hostia, la que está cayendo, joder cómo llueve! Ya me he desconcentrao... esto, sigo luego... me voy a mirar por la ventana.

Mi máquina del tiempo

Cada noche viajo en el tiempo, en mi máquina del tiempo, claro. Me meto en ella, cierro los ojos y al abrirlos han pasado unas horas, así, sin más, sin yo darme cuenta. Pero no siempre funciona. Anoche hice como siempre, me puse el pijama, me metí en mi máquina blanda a la vez que dura, y la activé (no tiene botones, todo lo hago con la mente). A los pocos segundos, o eso sentí yo, abrí los ojos esperando encontrarme transportado a las ocho de la mañana, como cada día. Miré el reloj que descaradamente marcaba las seis. Las seis de la mañana. ¿Cómo es posible? Pensé que quizá había activado mal el mecanismo. Repasé mentalmente cada uno de los pasos dados la noche antes y nada había que indicara un error mío. Entonces era la máquina, deduje. Encendí la luz y me levanté. Observé la cama por encima, por debajo, repasé con los dedos cada costura, cada muelle, cada arruga en la sábana bajera. Nada. Todo estaba como debía estar. Me puse la bata (gracias, mamá) y me hice un café. Durante dos horas intenté no gritar. A las ocho llamé por teléfono a Flex y les canté las cuarenta. Y genial: mañana viene el técnico, y si no la arregla, me la cambia por otra (todavía está en garantía).

Carta a una madre

"Hola mamá:

Me ha llegado tu paquete, y los compañeros se han puesto muy contentos. He compartido con ellos los dulces y el jersey me está perfecto. Creo que a finales de año se acabará el trabajo aquí y volveré a casa contigo. Sé que me echas de menos. Yo también a ti. Pero no quiero que creas que aquí estoy mal. Me tratan muy bien, y el trabajo está muy bien pagado. Es cierto que tenemos que echar muchas horas porque vamos con muchas prisas. Nos presionan mucho porque todo tiene que ser perfecto. Aquí estoy aprendiendo más que nunca y cuando vuelva a la ciudad creo que podré montar mi propio negocio. Así no necesitarás trabajar más y los hermanos podrán estudiar en una universidad si quieren. Si no, como Herman, que es más como yo, podrán ayudar en el taller y trabajar conmigo. Será increíble poder sacar adelante el proyecto en familia, como querría papá. ¿Cómo estás de tu espalda? La semana que viene te mandaré un dinero para que puedas pagar más sesiones con el fisio.

Bueno, te dejo, te llamo en cuanto pueda.

Un beso.
Tu hijo Elliot."

Carta enviada por un técnico electrónico desde la Estrella de la Muerte un día antes de ser destruida por la Rebelión.

Lo importante

Dicen que en el futuro hará mucho calor, que manejaremos los ordenadores con la mente, que viviremos más, seremos más altos y estériles. Dicen que en el futuro viajaremos a las estrellas, clonaremos gente y viviremos en edificios gigantes como ciudades. Quien dice todo esto debe de ser muy listo porque sabe cosas del futuro que ahora nos suenan a ciencia ficción. Quien dice todo esto sabe mucho de todo porque es guay, es un supercrack, es un genio; pero me juego el cuello a que ninguno de estos listillos sale diciendo en la tele que España ganará algún día el Mundial de Fútbol.

Y digo yo: para qué saber tanto, para qué, si luego no tienen ni puta idea de las cosas que realmente importan.

Bocas

Ponme una cerveza, bien fresquita, y algo de picar, sí, sí, lo que yo te diga, tienes que pasar más de esa gente, ¿quieres tú algo?, ¿no?, esa gente que no hace más que porculear, se creen que son la polla pero luego no te aguantan la mirada, no tienen huevos sabes, ¿viste a aquel tío ayer?, bueno, pues igual pero con corbata el otro día. Gracias eh, ¿te lo pago luego, vale? Qué rica está. Y qué tal... sí, claro, yo sigo igual que siempre, de un lado para otro, y tú lo mismo, supongo. Esta canción, sí, la que suena ahora, sabes, me recuerda una vez que... jeje, sí, algo había de tías en la historia sí, pero bueno, eso ya pasó. ¿Quién no tiene a alguien que olvidar? Mira ese del bigote, para mí que ya ha llegado ciego, si no se puede tener en pie. Como aquel el otro día, en la fiesta en casa de Tere, cómo era, Roberto, sí, el ligue de Lidia, que fue visto y no visto, y se puso a potar por todas partes. Y la gente no sabía qué hacer, tío, sí sí, y eso que eran las diez, tío, las diez y el tío ese iba ya por la sexta copa, qué mamón. Y luego la novia, bueno, que no sé yo si es novia o qué, luego la novia lo metió en la cama y mira lo que nos reímos, que creo yo que Lidia y Chema luego tuvieron lo suyo, qué sí, que sí, que algo pasó, me juego el cuello. Sí tío, es de risa, a veces, de verdad, no sé cómo la gente puede caer tan bajo, sí, jejeje... y oye, mira, Ricardo... ¿Roberto?, ah, oye, perdona eh, jeje, es que... ¿pero tú no eras el novio de Sus...? ¿Lidia? Pero eres el abog... diseñador sí, bueno, ya, jejeje, bueno, se me ha acabado la cerveza, voy a ver si pillo otra, ¿quieres una?, no, bueno, ahora, ahora vengo, si eso.

10 de mayo de 1976

Tal día nací yo... tan solo unos días después de que El País sacara su primer número. Era lunes y como tal la prensa descansaba. Para ese día se dejaban las "hojas de los lunes", unos panfletillos informativos minúsculos. El día que yo nací, El País se tomó un descanso.

Al día siguente, día 11, martes, El País no sacó en portada (ni en páginas interiores) mi nacimiento. Pero sí me hizo una señal y a una jornada del final de la Liga...:


La jornada final, para el homenaje
El Madrid aprovechó la oportunidad de Granada

J.GARCIA CANDAU 11/05/1976

Ya es el Madrid campeón, y ya está el Spórting en segunda. Ya han terminado de sufrir los tres equipos que pugnaban por el título, y sólo resta dramatismo a los que pueden verse en Segunda. La jornada final servirá para que el madridismo andante, tras la sanción de la UEFA, se reconcilie con su club -lo de Tenerife ya es agua pasada- y Bernabéu, al que unos chavales abuchearon el miércoles de la pasada semana, reciba un homenaje más de los suyos, y la confirmación para que siga por otro período reglamentario al frente de la entidad. No ha sido el título lo que conseguirá que los madridistas cierren filas. De entré el cúmulo, de desgracias que supone el arrebato del comité de disciplina de la UEFA, incluido el castigo para el fútbol español en general, puesto que no tendremos representante en la Copa de Europa, ha habido un valor positivo: la familia, en la desgracia se ha unido, y las escisiones ya no van a ser posibles. Se barrunta para el próximo domingo en el Bernabéu un plebisticio popular. Bernabéu tendrá el referéndum que pedía, y no podrá tener escrúpulos para seguir en su puente de mando. La mala racha, cuyos inicios ya eran lejanos, se rompió en Los Cármenes.

Flipante

El futuro

-Quise ayudarla pero no pude. No soy tan fuerte como crees -dijo llevándose la mano al bíceps y apretando para demostrar su debilidad. La verdad es que delgado es poco para describir a este hombre. Enjuto, esquelético, quizá espagueti humano sería lo más acertado.- Se resbaló por la barandilla y sólo la pude sostener unos segundos antes de que se precipitase hacia el río.

-Lo sé. Yo estaba allí y lo vi. Hiciste lo que pudiste. No fue mucho, pero es que no das para más. ¿Toda tu familia es así de inútil? -la pregunta no sorprendió al flacucho. No era la primera vez que se la hacían.

-Sí, toda. Mi madre tiene los huesos hechos polvo. Mi padre es pura grasa y tan gordo está que sólo sale de casa para ir a los entierros de sus amigos. Mi hermana es así como yo, huesuda y larga. No servimos para nada. Y en momentos como el del otro día es cuando más echo en falta un cuerpo normal.

-Ya imagino. ¿Y qué vas a hacer en la vida? Lo digo porque no te veo trabajando en la mina ni de albañil, y por aquí no hay muchas más posibilidades.

-No lo sé. No me preocupa mucho, la verdad. Nadie en mi familia ha superado los cincuenta, por una u otra razón. Pulularé.

-¿Pulularás?

-Pulularé.

El viejo de abajo

Hay un viejo calvo que se sienta en el banco que hay frente al portal de mi casa y pasa allí todo el día. Es vecino mío, creo. Sólo se va cuando le acucia el hambre, el sueño o esos otros imperativos fisiológicos comunes al resto de los mortales que ahora no voy a detallar, aunque podría. Que cómo sé yo esto, fácil: llevo todo el puto día observando sus hábitos. De no ser así no habría podido llegar predecir sin apenas error cada uno de los futuros movimientos de este desecho humano.

A veces algún otro vecino se para, conversa con él un rato y sigue su camino. El calvo entonces se queda inmóvil, esperando la siguiente visita, temiendo quizá que esta vez llegue vestida de negro y portando la manida guadaña. Según mis cálculos, si hoy fuera la primera vez, que no lo es, que este hombre pasa el día sentado en ese banco observando a la gente, si se mantuviera en su puesto lo que le queda de vida, que siendo optimista pueden ser veinte años... no, quince como mucho, la totalidad de la población mundial habría pasado por delante de su calva al menos una vez (cálculos hechos a ojo, claro). Creo que él no es consciente de ello, pero se está convirtiendo en una meca para mucha gente, una meca que hay que visitar una vez en la vida, aunque sea sin intención alguna.

Hace un rato he escupido tres veces por la ventana con la vana intención de acertarle en la calva. La puntería no es lo mío. Mañana será otro día.

Eco (by J.D.)

"Esto que estás oyendo ya no soy yo..."

Soy una versión cansada de lo que fui antes, con más ganas de estar dormido que despierto,

"Yo soy tan solo uno de los dos polos..."

Y eres tú la que tiene la fuerza, la que tira, la que aguanta, la que obra la magia.

"Tu beso se hizo calor, luego el calor movimiento..."

Eres el motor que me mantiene despierto. De beso a calor y a movimiento, y luego viene todo lo demás.

"Que viva la ciencia, que viva la poesía..."

Viene el verso que sigue a la guitarra, y bajo la parra cantamos en silencio, antes y ahora.

"Desde ahora mismo y aquí, hacia donde quiera que estés..."

Contigo estaré, o querré estar, o habré querido estar, siguiendo las notas con los dedos hasta que todo termine,

"Por cada muro un lamento..."

sin lágrimas, que sólo limpian los buenos recuerdos y dejan los malos, y para eso mejor no llorar.

"Vale, una vida lo que un sol vale..."

Y seguir adelante, sin perder más tiempo, sin añorar, sin más,

"Con el anhelo dirigido hacia ti..."

con el miedo olvidado en el salón, con la inercia de un siempre te querré,

"Los dos parlantes afuera, la música en el balcón..."

con la copa de vino en la mano, el recuerdo de tu mirada, menos perdida que la mía, con los peros de siempre, con preguntas sin respuesta, sin saber

"Dónde termina tu cuerpo y empieza el mío..."

dónde acaba mi amor, y dónde el tuyo. Porque hay una frontera de invisible terciopelo que se nos escurre entre los dedos. Y aunque el tiempo nos lleve más cerca que lejos,

"Tengo tu voz,
tengo tu tos,
oigo tu canto en el mío."

la vecina

lunes

hay vecina nueva en el barrio. se ha mudado al edificio que hay frente al mío. la ventana de su dormitorio está justo enfrente de la de mi salón, y la de su salón da a mi dormitorio. la he visto llegar con el camión de mudanzas. vive sola, seguro. ahora tendré algo que hacer cuando esté en casa y no pongan nada bueno en la tele, que es casi siempre.

hoy haré pescado cocido para mañana. ha llamado Martín y me ha propuesto ir al fútbol, pero paso, lo veré en casa, y si el partido es malo, espiaré a la vecina.


martes

al despertar me la he encontrado en la ventana. estaba planchando, en pijama, despeinada. no es guapa, no demasiado, al menos. quizá mañana lo sea más. creo que escuchaba música porque de vez en cuando se movía como si bailara, despacio, al ritmo de algo. es rubia de bote. tiene buen cuerpo, eso sí.

hoy he comprado comida hecha en el bar de abajo. no quiero cocinar. al llegar del trabajo ella estaba haciendo la cama. ¿no trabaja fuera? tengo que fijarme más.


miércoles

he hablado con el portero de enfrente y me ha contado algunos detalles. se llama Silvia. es diseñadora y trabaja desde casa. es separada, desde hace poco. Silvia. luego en casa la he visto cenar y luego habrá estado trabajando, porque no estaba a la vista.

hoy he comprado unos prismáticos y un pollo asado. mañana tengo que dar la talla en el trabajo, hay reunión y estoy harto de mi jefe. como todos, supongo.


jueves

esta mañana no la he visto. he esperado más de la cuenta para llevarme su imagen al trabajo pero no ha aparecido. casi llego tarde a la oficina. por la tarde he visto que se prepara para salir y he corrido a la calle. está muy visto pero no me ha dado tiempo a idear algo mejor. he esperado cerca de su portal, jadeando por la carrera. al rato ha salido y la he saludado torpemente (muy torpemente). me ha devuelto el saludo con un gesto de duda. no, no me conoces, he pensado.

hoy he llamado al telepizza y he pasado la noche observándola (con mis prismáticos). ha visto la tele, ha leído y se ha ido a la cama.


viernes

con el café en la mano he agarrado los prismáticos para verla despertar. no estaba en el dormitorio. he ido al mío a ver si estaba en el salón. allí estaba, la muy zorra, mirando con unos prismáticos al cuerpo danone de mi vecino de abajo.

hoy no he comido. mañana, ya veremos.

Amistad

-He pensado que estaría bien, nada más, no hay nada decidido claro, depende de ti, pero por mí sí. -Hablaba despacio, marcando las sílabas, dejando claro que no era importante para él, que si no se hacía no pasaba nada, pero se le notaba, contenía sus ansias, no quería presionar pero lo estaba haciendo.- No es algo que he pensado así, sin más, sabes. Llevo un tiempo dándole vueltas al asunto y quiero contar contigo, porque eres mi amigo y en estas cosas, sabes, en estos momentos es cuando los amigos tienen que estar ahí para ayudar. -Ahora usaba la amistad para presionar, para llevarme a su lado, para sacarme de mis dudas y convencerme. Guardé silencio, meditando su propuesta.- Y sabes que no te lo pediría si no fuera porque es algo importante para mí y sé que en ti puedo confiar. -Ya sé que confías en mí, pensé, ya lo sé, pero yo qué gano con todo esto, qué parte del trato es beneficiosa para mí. Es sólo por amistad, porque es algo que él lleva queriendo hacer mucho tiempo y hasta ahora no se ha atrevido a proponérmelo, y cuenta con mi complicidad. Sabe que esto quedará entre nosotros. Sabe que no iría a contárselo a nadie. Confía en mi discreción. ¿Y yo en la suya? La duda era mínima pero quizá suficiente para echarme atrás. Me miraba fijamente, luego se miraba las manos sudorosas. La espera lo estaba matando pero yo no podía decir que sí sin más. ¿O sí?- Venga -le dije- anda, sácatela, te la chupo de una puta vez y en paz.

El ladrón

Alcanzamos al ladrón justo en el momento en el que se disponía a saltar la valla y perderse en el Retiro. Después de un par de patadas y unos puñetazos se calmó y nos contó su historia:

-Si queréis que os sea sincero mi intención inicial no era la de robaros. Jamás se me ocurriría causaros mal alguno. Todo en mí es bondad; hasta el más malo de mis pensamientos rezuma buenas intenciones. No me creéis, y lo entiendo, porque ¿cuál sería entonces la explicación creíble para el acto que habéis presenciado? ¿Qué otros motivos hasta ahora ocultos me habrían llevado a correr tras vuestra amiga, tirar de su bolso y llevármelo conmigo para seguir aun más frenéticamente con mi ya hasta ese momento frenética carrera? Os lo diré, y no porque quiera salvar mi vida, evitar una paliza mayor o acabar en manos de los valientes policías de nuestra reputada ciudad, no. Lo haré porque quiero que me veáis como lo que soy: un hombre honrado que ha caído en la peor de las trampas. Al principio para vosotros todo serán desconfianzas, dudas, pura incredulidad, pero conforme os vaya aclarando los detalles vuestro ánimo se irá poniendo de mi lado y hasta es posible que acabemos tomando alguna cerveza en aquel bar de enfrente, riéndonos por lo sucedido, porque los malentendidos que son finalmente desenredados acaban por convertirse en anécdotas, y no hay que esperar demasiado tiempo para que se obre tan sorprendente transformación... Os cuento pues. Todo empezó la mañana del 15 de abril. Llovía y había olvidado mi paraguas en casa así es que tuve que refugiarme en un portal. Allí me debatí entre la espera, quizá demasiado larga, y la posibilidad de requerir los servicios de un taxista. Entonces pensé...

-Demasiado para el cuerpo -interrumpí. Le dimos dos patadas o tres más y seguimos nuestro camino. Realmente echábamos de menos a los ladrones de antes, sucios, sin estudios y con las costillas más duras.

El ritual

Se sentó junto a la nave para ver amanecer. La teniente hizo como si encendiera un cigarro y se lo acercó a la boca, hasta que su mano tropezó con el cristal del casco espacial. En el horizonte marciano los primeros rayos del sol comenzaban a enrojecer el cielo.

-¿Todavía sigues con eso? -La voz metálica de su capitán rompió el silencio que tanto le había costado conseguir ese día. Ya no fumaba, pero no quería dejar de hacerlo así, con un cigarrillo imaginario, con la salida del sol, su momento preferido del día antes de ponerse a trabajar.

-Sí, qué pasa. Y anda, cállate y déjame en paz, que estoy en mi tiempo libre.

El capitán no replicó. Conocía el mal humor de su mujer a esas horas. Cerró el canal de radio con un chasquido que sonó como un portazo y la teniente pudo seguir con su ritual.

Atención al Ateo

Colgó el teléfono con suma delicadeza y miró al grupo que esperaba los detalles de su consulta. Esperó unos segundos, demasiados para María, que le acució con un "¿y bien?".
Y bien, dijo. Y mal, pensó. Tomó aire e intentó resumir lo mejor posible aquel caos.
-Veréis, resulta que en un principio fue el Verbo.
-¿El Verbo? -inquirieron los demás al unísono.
-Sí, el Verbo. Luego en siete días Dios hizo el universo.
-¡¿En siete días?! -se sorprendieron con razón.
-Sí, en siete. Bueno, en realidad en seis porque el séptimo descansó. Y luego, de una pareja, Adán y Eva, creo, salimos todos. Y hasta ahora.
-Vaya.-Se hizo el silencio en la habitación. Hubo muchas gestos de decepción. Uno se levantó y comenzó a pasear nervioso de un lado para otro. De pronto se detuvo y se dirigió al líder.
-¿Seguro que lo que cuentas es verdad?
-Seguro. Me lo ha confirmado el teleoperador. Eso es así y no admite discusión, ha dicho.
-¿Y no podemos reclamar de alguna manera? -el grupo se mostró espectante.
-Me han dado un fax por si queremos transmitir una queja, pero no creo que sirva para mucho.
-Bueno, pero al menos quedará constancia de nuestro desacuerdo.
Hubo algunos murmullos y un chico rubio se levantó para decir algo. Esperó el permiso del líder y habló.
-¿Y te ha dicho cómo acabará todo esto?
-Te refieres al fin de los tiempos, supongo.
-Sí.
-Pues no, no saben, la verdad. Por lo visto nos mandará un e-mail cuando haya algo claro.
-Ok entonces.