De domingo

Me hago el café, las tostadicas de bimbo con mantequilla y me siento delante de la tele. Así me gusta empezar el domingo. Es todo un ritual que incluye unos minutos de reflexión delante del programa religioso de la 2, que no sabría cómo definir... realmente no sabes si la gente que sale en él son actores o realmente se creen lo que están diciendo. Vivo estos momentos de telereligión entre estupor, carcajadas y miedo. Hoy una pareja (todavía lo hace mientras escribo) nos cuenta cómo viven el amor, cómo han llegado vírgenes al matrimonio porque para ellos el amor es Cristo y dios (Dios, dice ella) ha hecho el sexo y ha dicho que hay que practicarlo en el matrimonio y ella confía en dios (Dios, dice ella). De vez en cuando ponen imágenes de la boda, supongo que para darle más realismo y hacernos creer que de verdad aquello es real. Yo sigo dudando. Durante los segundos en los que pienso que puede ser real, el miedo recorre como un latigazo todo mi cuerpo. ¿De verdad hay gente así? Pues sí. Deberíais ver más ese programa. En serio. ¡Hay gente en el mundo que sigue venerando seres del más allá (como si no tuviéramos suficiente con los ídolos de carne y hueso)! Y esto a qué viene... pues nada, que cambio de canal y me encuentro a John Locke (vamos, a él no, al actor, Terry O'Quinn) haciendo de Howard Hughes en la mítica película Rocketeer (1991). Y claro, uno, que profesa cierta controlada idolatría por Locke (que por suerte no habla en ninguno de sus escritos y mandamientos sobre la castidad) se pone a rebuscar en imdb y encuentra que Locke (O'Quinn) ha salido en pelis como Tombstone, y en series como Miami Vice, Remington Steele, Expediente X o Star Trek. Es decir, que 1: el actor no ha salido de la nada, 2: si lo hubiera sabido lo habría empezado a adorar antes, pero es que nadie sabía quién era hasta que se recuperó de su paraplejia al caer en la isla y tal, y 3: a partir de ahora dedicaré cuerpo y alma (es un decir) a recopilar cada uno de sus trabajos, cosa que me llevará toda una vida porque a ver cómo hostias encuentro yo, por ejemplo, "FRD: The last year" de 1980... ¡tela!

El accidente

Permanecimos horas, parecieron días, ocultos en aquel agujero, incluso después de que el ruido se alejara. Sólo cuando dejamos de temblar, cuando el miedo relajó un poco su presión, me atreví a levantar la tela que nos había servido de improvisado camuflaje.

Afuera era ya de noche y no parecía haber nadie en aquel recinto. Del exterior llegaban algunos ruidos que no logramos descifrar. El segundo de abordo dio la alarma cuando sus sistemas detectaron vida en la superficie central del lugar. Siguiendo sus indicaciones descubrimos una extensa capa orgánica. Cuando los análisis determinaron que no era inteligente ni peligrosa nos sentimos mucho más seguros. Tomamos muestras para un estudio posterior y mandé a dos exploradores para buscar la manera de salir de allí. El lugar tenía forma rectangular y estaba lleno de pequeños tronos. En uno de los laterales había un letrero iluminado con un texto en lengua nativa. Aquel sitio me recordó a nuestro senado, pero más pequeño. Allí cabrían unos cincuenta mil seres. Deduje que estábamos en un planeta regido por un sistema de gobierno popular, parecido al nuestro, por lo que podría ser factible una comunicación inteligente. Quizá hasta podrían ayudarnos a encontrar nuestra nave. Los sistemas de localización estaban fallando y teletransportarnos a un lugar sin referencias había sido la única opción antes del accidente. Los exploradores encontraron varias puertas que daban al exterior, cerradas pero no con demasiada seguridad. Reuní a todo el grupo y nos dirigimos en formación hacia una de las salidas. El segundo de abordo señaló el texto iluminado. Lo había olvidado. Copiamos el mensaje, "Spain 1 - Germany 0", por si pudiera servirnos más adelante, y nos fuimos de allí.

7

Hace siete años dormía en la cama de Fran. Él no estaba y me la había dejado mientras pasaba unos días por ahí. Yo no conocía a Fran, pero él me dejó su cama. Cosas que pasan. Allí estuve un mes, mi primer julio en Madrid. Los recuerdos que me quedan de entonces están bañados en sudor. En mi memoria aquel fue y será el verano más caluroso de mi vida. El calor de los cambios se sumó al de esta ciudad-horno y juntos me atontaron durante un tiempo. Fue un mes de adaptación que se prolongó durante el resto del año. Un mes para buscar trabajo, casa y algo más que no sabía que era. Fue un julio extraño e importante. Encontré gente, recuperé gente, quizá perdí gente. De esos días todavía conservo un llavero sin llave y algunas gotas de sudor. Y no sé qué ha sido de Fran.