El espejo

Lo compró meses después del portazo final. Estaba medio tirado en el rastrillo de su barrio, se vio reflejado en él y se gustó. Lo llevó a casa contento por la compra y se creyó preparado para seguir adelante. Incluso se permitió una sonrisa tonta que contagió a más de un vecino en el camino. Al día siguiente se levantó con ganas de morirse y su yo feliz del espejo seguía con aquella sonrisa de bobo iluminado.

En el espejo era feliz. Qué duro es para el hundido ver la felicidad que un día... Tendría que deshacerse de ese espejo si quería despertarse otra vez y otra vez y ser él mismo sin escupirse. Su triste yo, como solía decir ella. Ella. Ella ya se había ido, con todo. Cuando cerró la puerta en la casa sólo quedó él y un par de libros sin pastas. Fue (casi) gracioso darse cuenta de lo poco que él era sin ella, casi..., y qué ganas tengo de reírme sin acabar llorando, parecía querer decirle a quien fuera, pero allí no había nadie, sólo su yo cabrón-feliz del espejo... y a él le gritó hasta quebrarse la voz.

El yuyu

A petición del público asistente, os suelto este vídeo que demuestra que la cámara puede transformar a un hombre en un monstruo delirante.

¿Montones?

Montones de botones,
montones de imperdibles, de agujas desojadas,
montones de quizás sí,
montones de calcomanías, de imanes de nevera,
montones de dudas mañaneras,
montones de hostias no dadas, de escupitajos reprimidos,
montones de montones, como éste,
montones amontonados en una esquina,
para no molestar.

Hasta nunca

Lamentablemente he de decirte adiós. No puedo negar que se me hace un nudo en el estómago, que no puedo olvidar estos años que me has dado. Siempre recordaré tus enfados, y los míos, tus atranques, tus pataletas y tus portazos. Ha sido tanto lo que has dejado en mí...

Te conocí cuando todavía eras un niño. Cuando ni siquiera sabías hablar. Al principio todo eran proyectos. Querías ser mejor que nadie, pero no dabas para más. Te recuerdo en el 95... yo estaba estudiando en Málaga y llegaste, tambaleante, enfadando a todo el mundo con tus torpezas y, claro, tuvieron que enmendarte. Y en el 98, cuando parecía que ibas a comerte el mundo, y la verdad es que lo hiciste, a trompicones, pero lo hiciste... Desde entonces ha pasado mucho tiempo. Has cambiado, es cierto, pero sabes que en el fondo eres la misma mierda de siempre. Esa mierda fofa, lenta, parkinsónica y apestosa que se disfraza de mago maravilloso que todo lo controla para luego demostrarnos que bajo todas esas capas sigue habiendo un niño al que alguien olvidó abortar a tiempo.

Me dicen que has vuelto, renovado, y sonrío, porque, sabes, a mí ya no me engañas.

¿Te ríes? ¿Crees que esto es algo momentáneo, que volveré a ti pronto, que no tengo ninguna alternativa? Te equivocas.

Me he comprado un iMac. :)

¿A que ahora no ríes tanto? No, ahora no, porque sabes que con el tiempo te vas a quedar solo, encerrado en una urna en algún museo y que algún niño, cuando pase por delante de ti, preguntará a su padre: "¿Papá, y eso de Windows que pone ahí qué es?"