el hombre perfecto

escuchaba a Bach, escribía poemas sobre mis ojos y lloraba cuando moría la madre de bambi;

en la cama era un ángel vengador y un demonio misericordioso, y por la mañana exprimía naranjas para mí;

leía y me hacía leer y un día me dijo que me quería con su voz suave y yo le creí.

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