Carnaval
Vivo el carnaval intensamente. Me disfrazo de lo que sea, hasta el absurdo. Me dejo llevar sin pensar en el qué dirán porque son días para ser otro y pasar de todo. Hoy se acaba oficialmente. Se entierra la sardina, se deja atrás lo más oscuro para dar paso a la luz. Algo que ya hicimos en el cambio de año, y antes al quemarlo todo en el solsticio de verano, por San Juan. En un año tenemos muchas oportunidades de hacer borrón y cuenta nueva. Quizá por eso las promesas que nos hacemos nos duran tan poco. Siempre hay tiempo para renovarlas, siempre hay un día en el calendario que sirve para empezar de cero. Los católicos de verdad se tendrán que tomar ahora en serio la cuaresma, prepararse para los sacrificios, para reprimir sus instintos. Por suerte, yo no soy de esos y puedo seguir de carnaval más días, semanas, meses, renovando cada día todas esas buenas intenciones que pronto olvidaré, y a mucha honra.
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