27

Tenía toda la casa para él. Sus padres se habían ido hace pocos días de viaje. Ya era hora. Ahora podía estar a sus anchas, quizá para no hacer nada, pero sin nadie que le importunara. Hoy era su cumpleaños, el número 27. Pero no iba a quedarse solo finalmente. La fiesta llegó casi sola. Los amigos que sabían fueron llegando espontáneamente. Fue una acumulación de visitas improvisadas que se fueron quedando, trayendo algo de beber, de comer, de música... el café de las 5 se convirtió en la cerveza de las 8, en la copa de las 10, en charla, risas, algún baile improvisado, más risas, gente en la terraza, frente al televisor jugando a la consola, con buena música de fondo, hasta las tantas...

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