La tercera mano

La tercera mano apareció una mañana mientras preparaba el café. Puse la cafetera en el fuego y me dispuse a fregar un par de vasos. Sería ideal tener una tercera mano. Eso fue lo que pensé. Así podría seguir fregando los platos y a la vez retirar el café del fuego cuando estuviera listo. Luego podría preparar las tostadas a la vez que me servía la leche... sería realmente práctico. Entonces la vi. Era una tercera mano dispuesta a obedecerme como hasta ese momento habían hecho las otras dos. ¿Raro no? Sí, sobre todo al principio. E incómodo a la hora de encontrar ropa que se ajustara a mi nuevo apéndice. Pero luego todo fueron ventajas. Por ejemplo, ahora mismo estoy escribiendo con las dos manos de siempre mientras con la tercera me saco un moco de la nariz... son todo ventajas.

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