Lapo mental 28

El taconeo de sus andares era lo que más me jodía pero al poco tiempo me ahorró el tener que usar despertador. Ella madrugaba para ir a trabajar y su ir y venir por la casa me sacaba de mis nunca recordados sueños y me enganchaba como culebrón. Imaginaba que su casa tenía una distribución similar a la mía con lo que podía imaginar qué estaba haciendo en cada momento. Ahora en la cocina, quizá desayunando o preparando algo para llevarse, luego en el baño, lavándose, maquillándose. La imaginé mil veces antes de verla y ninguna de esas veces me acerqué siquiera un poco a la realidad.

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