Cayus Pedis: Ya sé que no está bien que lo diga, amigos, pero estoy deseando acabar con esto.
Primus Secundi: ¿Con esto? A qué te refieres... ¿al ejército?, ¿a la guerra?
Cayus: Con todo, si es que no es lo mío... ir de un lado para otro, guerrear... es todo tan... tan absurdo.
Primus: ¿Absurdo? Cayus, esto no tiene nada de absurdo. Yo te lo explico. Verás, estamos en medio de una guerra civil. De un lado está César y de otro Pompeyo. Nosotros vamos con César. Es realmente sencillo, amigo.
Cayus: No seas bobo, ya sé por qué estamos aquí, pero no me gusta formar parte de esto. Ya sabes, meses y meses de un lado para otro, cargando con el pilum, galea, gladius... con este calor infernal. Tío, que estamos en pleno julio y el sol pega que te derriten las caligas, y nosotros a pata, cargando con toda esta mierda para luego llegar a... dónde era...
Primus: Dyrrhachium...
Cayus: Eso, Dyrrhachium, y quizá morir, o peor, salir tullido y no valer para nada.
Primus: No, si visto así... ¡pero es tu obligación como romano...!
Cayus: ¡A la mierda mi obligación como romano! Primus, yo no me veo diez campañas más metido en esto. Ni por todo el oro del mundo. Sabes, estoy pensando en dejarlo.
Primus: ¿Vas a desertar?
Cayus: Es posible. Tío, ¿es que no lo ves? Esto no es vida. Y ahora estamos peleando contra Pompeyo, pero luego, si sobrevivimos, ¿qué vendrá? Nos mandarán a África o a las Galias a otra guerra estúpida y más tarde o más temprano acabaremos muertos de mala manera. A la reserva no llegamos, te lo digo yo.
Primus: Tío, me estás deprimiendo.
Cayus: Lo siento, pero es lo que pienso... ¿Tienes algo de comer?
Primus: No, nada. Mierda de vida.
Cayus: Sí, mierda.
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