Por suerte, hoy quedaba uno y lo he visto a tiempo. Pero por poco lo pierdo, oye, porque una señora de esas con el pelo lleno de laca y cara de estar enfadada con la vida lo ha visto igual que yo y para el estante del guacamole que ha ido, la muy ladina, casi al trote y enfilada. Podría yo haber sido un caballero y haber cedido el cacharric... ¡y una mierda! (me interrumpo porque me me lo merezco) ¡He aprovechado la diferencia de edad, altura, peso, años y aerodinamismo (soy calvo, ella luce pelazo) y he llegado antes por medio cuerpo! ¡Y el guacamole ha sido mío, en injusta lid, sí, pero mío, y ahora mismo voy a pimplarme la mitad con una birrita!
Los viernes y el guacamole
¡Hoy me he llevado el último cacharillo de guacamole del Mercadona! Esto, que no tendría que ser nada destacable es hoy por ser viernes digno de alabanza. Me alabo pues. La razón... muy simple. Los viernes son días de masificación en mi Mercadona (en MI Mercadona, no sé en el vuestro). Cuesta encontrar aparcamiento en el parking. Cuesta encontrar un carrito libre y te toca el que está con la rueda bizca. Y cuesta, cómo no, que haya tarritos de guacamole disponibles, porque, amigos, nadie come guacamole, si le preguntas en una encuesta callejera, ¡pero luego llega el viernes, y vuelan del estante... y no soy yo quien se los lleva!
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1 comentario:
Cómo has despertado MI curiosidad por saber cuál puede ser el mivimiento comercial del guacamole en MI Mercadona.
Ahora que lo dices yo no como guacamole pero un viernes, con una cervecita... como que sí. :D
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