Lamentablemente he de decirte adiós. No puedo negar que se me hace un nudo en el estómago, que no puedo olvidar estos años que me has dado. Siempre recordaré tus enfados, y los míos, tus atranques, tus pataletas y tus portazos. Ha sido tanto lo que has dejado en mí...
Te conocí cuando todavía eras un niño. Cuando ni siquiera sabías hablar. Al principio todo eran proyectos. Querías ser mejor que nadie, pero no dabas para más. Te recuerdo en el 95... yo estaba estudiando en Málaga y llegaste, tambaleante, enfadando a todo el mundo con tus torpezas y, claro, tuvieron que enmendarte. Y en el 98, cuando parecía que ibas a comerte el mundo, y la verdad es que lo hiciste, a trompicones, pero lo hiciste... Desde entonces ha pasado mucho tiempo. Has cambiado, es cierto, pero sabes que en el fondo eres la misma mierda de siempre. Esa mierda fofa, lenta, parkinsónica y apestosa que se disfraza de mago maravilloso que todo lo controla para luego demostrarnos que bajo todas esas capas sigue habiendo un niño al que alguien olvidó abortar a tiempo.
Me dicen que has vuelto, renovado, y sonrío, porque, sabes, a mí ya no me engañas.
¿Te ríes? ¿Crees que esto es algo momentáneo, que volveré a ti pronto, que no tengo ninguna alternativa? Te equivocas.
Me he comprado un iMac. :)
¿A que ahora no ríes tanto? No, ahora no, porque sabes que con el tiempo te vas a quedar solo, encerrado en una urna en algún museo y que algún niño, cuando pase por delante de ti, preguntará a su padre: "¿Papá, y eso de Windows que pone ahí qué es?"
1 comentario:
Pero mira que eres cabrón...
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