me cuesta recordar el día en el que empezó la mudanza (espera, mmm, ¡joder, no lo recuerdo!).
esta tontería me sirve de excusa e inspiración para reflexionar sobre el relativamente reciente sedentarismo del hombre (del Hombre), y a eso voy.
antiguamente, más exactamente hace un huevo de años a.C., las tribus de homo tontólidus vagaban por ahí, de cueva en cueva, en busca de caza, pesca y plantas silvestres, sin ton ni son ni gps, a tontas y a locas, por puro instinto de supervivencia, etc. esta situación, qué quieres que te diga, al hombre le encantaba. de un lado para otro, alternando río, mar y montaña, en plena naturaleza, sin tráfico, ni horarios, ni declaración de la renta... vamos, un lujo de vida, que aquel homo era tontólidus pero no imbécil. otro caso era el de la mulier tontolensis. para ella desde el principio la idea de ir de un lado para otro como que no le terminaba de convencer. que si desmonta la cueva, arregla a los niños, que no se desperdiguen, que tira pallá siguiendo el instinto algo caótico del homo, vuelve a montar la cueva... porque ya desde entonces, a las mulieres les tiraba aquello de la estabilidad, de tener su cueva arreglaíca, a los niños controlados y al homo a tiro de piedra (la unidad de medida de la época).
un día de esos de no saber qué hacer, mientras el homo apedreaba jabalíes y se peleaba con otro homo por un palo de forma curiosa (de forma curiosa el palo, la pelea era al modo tradicional, a hostias y punto), la mulier se puso a cavilar (ella, se dice, inventó este verbo, cavilar, junto a otros: malinterpretar, retorcer, manipular, pochar (?)... y otras estructuras impuestas al homo: tú sabrás qué has hecho para que yo esté de esta manera, etc.). Y de tanto pensar ideó el cultivo de plantas, el cuidado del ganado y el interiorismo de cuevas y cabañas de adobe.
como siempre, ella se salió con la suya e impuso el sedentarismo al homo.
esto, que puede parecer algo injusto para la voluntad del sexo fuerte, con el tiempo se convirtió en la bandera masculina puesto que con lo siglos consiguió desarrollarlo, perfeccionarlo y hacerlo suyo. el desarrollo de tecnologías para mejorar la calidad de vida en el hogar son prueba de ello. así surgieron inventos como el sillón orejero, genial para ver el fútbol y echar la siesta, la muñeca hinchable, internet o el aire acondicionado, todos éstos inventos encaminados al confort del homo apoltronansis.
y hasta aquí todo es felicidad... ¿o no? pues no, porque cada cierto tiempo alguien decide cambiarse de casa y romper con el equilibrio sedentario, y ahora no es como antes. otrora, y hablo de tiempos prehistóricos, la gente acumulaba pocos bienes y moverse era relativamente sencillo. en cambio ahora... ahora una mudanza (1. f. Acción y efecto de mudar o mudarse.2. f. Traslación que se hace de una casa o de una habitación a otra) puede ser algo infernal (1. adj. Perteneciente o relativo al infierno.2. adj. Muy malo, dañoso o perjudicial en su línea) y eterno (1. adj. Que no tiene principio ni fin.2. adj. Que se repite con excesiva frecuencia. Ya están con sus eternas disputas.3. adj. coloq. Que se prolonga muchísimo o excesivamente)... o sea, un putadón.
así es que, concluyo, no te mudes si puedes evitarlo, y si lo haces y quieres mi ayuda, espérate un par de añitos antes de decidirte, que hasta entonces las mudanzas sólo las veré en mis pesadillas (¡joder, si no he acabado la mía todavía!).
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