Sin aire

La dejo sin aire, porque ella sigue la varita por la escalera, por el rellano, por encima de la cama, hasta desfallecer. No piensa. Sólo quiere cazar y corre y corre y salta, y vuelve a correr hasta quedar con la boca abierta y el corazón a mil. Su hermana espera tumbada, observa la locura desatada por la pequeña, mueve la cabeza siguiendo las carreras inútiles de la otra. No entiende por qué el ansia, por qué correr tanto si al final el premio no merece la pena. Una, inocente, atrapada en la infancia, llena de ilusión; la otra, revieja, cínica sin saberlo, pragmática. Y ninguna ha cumplido el año aún.

Luego dirán que los gatos son todos iguales...

1 comentario:

JuanRa Diablo dijo...

Cuánta acción y cuánta vida en tan pocas palabras.
Me ha encantado :)