El hombre que sudaba demasiado

Y sudaba y sudaba y sudaba a un ritmo de medalla de oro. Así fue siempre desde que recuerdo. Hasta que una mañana dejó de sudar y bueno, le costó adaptarse al cambio pero ya bien, ya hace vida normal y se caso y todo. Si lo ves no lo reconoces. ¡Hasta está guapo el jodío! ¿Y tú con los juanetes qué tal?

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