A los pocos meses, Gadafi se jubiló y puso en marcha su plan. Se apunto a los viajes del Imserso magrebí, donde coincidió con sus colegas Mubarak y Ben Alí. Gracias a sus precios asequibles, conoció lugares como Al-Denia y Al-Lloret de Mar, e hizo muchos amigos. Entre viaje y viaje, Gadafi se apuntó a cantidad de cursos: de cocina española, de macramé, de marquetería y, el mejor de todos, de bailes de salón, donde descubrió su talento natural para la bachata y el pasodoble. Todo eran buenas noticias para Gadafi. Amigos, viajes, cursos... un no parar que lo mantenía lleno de vitalidad. Pero no todo podía ser felicidad.
Un día, mientras paseaba por su jardín privado, un hombre con la cara tapada saltó delante de él desde un arbusto y le pegó un tiro mortal en la cabeza. "¿Qué hemos hecho los jubilados para merecer esto?" fue su último pensamiento antes de estirar la pata.
1 comentario:
Un jubilado tan activo solo podía ocasionar un Al-tercado.
Pobre Gadafi!
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