Bajo los escalones de dos en dos, sudando, que es mi estado natural con estos calores. Al final de la escalera parece esperar Lourdes, la vecina, una viejita de edad indefinida que anda tan despacio que para detectar su movimiento hay que usar un sismógrafo. Una vez, hace años, cuando ella todavía se paraba a hablar conmigo, me contó que había nacido en el mismo edificio, nuestro edificio, y nunca jamás había vivido en otro lugar. Cuando le dije que yo había cambiado una decena de veces de casa, me tomó por loco o mentiroso. Seguro que cuando vuelva de mi recado, ella sigue allí, tendiendo hacia la escalera, rezando en silencio por subir el tramo de escaleras que la llevará a su casa, a ser posible antes de que caiga la noche.
Salgo a la calle y el calor me lanza hacia adentro. No salgas, parece decirme, si sales te quemo, vuelve a tu casa y enciende el aire acondicionado, no eres bienvenido. Ya me gustaría, pienso, pero hay algo que tengo que hacer y que no debería dejar para otro día.
Intento andar ligero. Cuanto antes llegue antes volveré. Ya me imagino bajo la ducha, el agua helada cayendo sobre mi cabeza, maldito verano. Trato de andar rápido pero al poco el calor me puede y equiparo mi paso con el del resto de los viandantes: lento, arrastrado, moribundo. Son tres calles nada más. En cualquier otro momento sería menos que nada. Ahora se me hace eterno. Cada paso es una losa que me echo a la espalda pero durará poco, me digo, poco, sólo unos minutos, me repito. Cuando llego al primer paso de peatones el semáforo de los peatones se acaba de poner en rojo. Arriba, el sol, abajo, el suelo quemante. No podré. No llegaré, confirmo, rendido. Y del arrepentimiento saco fuerzas para volver a casa, a mi lugar fresco, a la sombra, a la ducha soñada. El recado será para otro día, a ver si hace menos calor, me digo mientras entro en mi edificio, adelanto a la viejita Lourdes, que parece seguir en el mismo sitio en el que la dejé, y subo de dos en dos los escalones hasta la seguridad de mi casa.
2 comentarios:
Tremendo lapo éste. Con sus efectos especiales soporíferos y demoledores.
Como la vida misma ;)
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