No sé si habéis visto la peli Delicatessen. Si no, vedla. Es grande. Mi piso es como aquel, solo que sin un carnicero asesino proveedor de carne humana para sus vecinos en el piso de abajo. Aquí se oye todo y si prestas atención (no hace falta esforzarse demasiado) es como estar en una sala de cine sonoro (ver no ves, claro) en la que los sonidos te llegan de todas partes, incluso de arriba y abajo.
De abajo los gritos de la madre a su hijo. A ella la dejó el padre del niño, abandonada, abandonados, y lo grita para que todo el mundo lo sepa.
De no sé dónde (no sé dónde y eso me vuelve loco) el sonido del despertador con sonido de cuco, que me ataca a todas horas (no cada hora), de noche y de día, y que supongo pertenece a alguien con un trabajo de horario aletarorio y periodos de sueño extraños (¿un artillero desactivador de bombas, un sicario o un exorcista? no sé, alguna profesión con disponibilidad total que requiera dar por culo a los vecinos con su falso cuco.
De arriba llegan las carreras. Son gatos, creo, que corren por un pasillo. Pero eso me da más igual, porque yo también tengo dos y traslado las carreras a los oídos del vecino de abajo.
Del patio de luces llega la música bachatera, más gritos y olores a comida de todo tipo. Mi venganza hoy se ha llamado Queen a toda hostia. Ahora es el turno de Muse.
2 comentarios:
¿Pero Delicatessen tiene sonido Dolby Surround como tu película?
No creo, la mía suena más real seguro.
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