Lapo mental 41

El asesino de la grapadora

El caso era chungo. Por las pruebas que teníamos el asesino o asesinos habían entrado en la vivienda de la víctima, una anciana de 90 años, a las cuatro de la mañana, y aprovechándose del sueño profundo de la señora, se pusieron a graparle más de diez mil grapitas de esas doradas por todo el cuerpo. Cuando la vieja despertó, ya era cadáver.Me jodía empezar la semana con casos como este. Prefería aquellos del tipo "gato desaparecido" o "quién me ha robado el mes de abril" pero estos de muertes eran de los que me podían quitar el sueño, al menos el de la siesta.

Las pistas eran dos: el cadáver y la grapadora con las huellas del asesino o asesinos. Del cadáver poco se podía aprovechar, ni siquera cuando aún vivía. De la grapadora cogimos las huellas y poco más, la verdad es que estaba algo cascada de tanto grapar y no pudimos reciclarla. Una lástima.

El ordenador de la comisaría, un Comodore 64 de penúltima generación (la de mis padres), se puso a buscar huellas parecidas y encontró tres sospechosos en su base de datos: el forense, el cadáver y un servidor. Tras ver la imposiblidad de que la señora se grapara a sí misma con tanta precisión (padecía parkinson), y que yo sabía que era inocente, procedimos a interrogar al forense. Tras veinte horas de encierro y ligeras torturas, admitió ser el asesino, aunque al final lo soltamos porque la noche del crimen había estado conmigo de copas y había testigos.Luego mandamos a varios policías a interrogar a los tenderos de unas doscientas papelerías para ver si habían vendido ese modelo de grapadora en los últimos días. Ninguno lo recordaba. Por un momento mantuvimos la teoría de que el asesinato era una conjura del sector de la papelería y que unos se tapaban a otros. Luego vimos que la grapadora era muy cutre y nadie en su sano juicio la compraría.

Estábamos en un callejón sin salida. Esperamos una semana para ver si el asesino o asesinos repetían el crimen, pero nada. Luego esperamos otra semana para ver si se rendían. Tampoco.

Así es que si alguien sabe qué podemos hacer, por favor, estamos abiertos a propuestas, por muy descabelladas que sean, que está la cosa mu mala (Pinchas en Comments y hala).

EL FINAL DE PABLO

Todos los días de la semana esperaba frente a la puerta de la comisaria a que apareciese cualquier ser viviente reconociendo ser el autor del puto asesinato. Pero no fue así. Asi que decidí regresar a la escena del crimen para buscar alguna pista que hubiese pasado inadvertida en nuestro primer encuentro con la anciana.
Estaba allí, junto a la señora desangrada y en proceso de putrefacción (si, los basureros - así llamaba a los que se dedicaban a recoger los cadaveres - se estaban retrasando). Era un papelito, con muchos números... oh, un ticket de un cajero automático. ¿Y esto para qué carajo lo necesito? - dije en voz alta. Miré detenidamente ese amasijo de números durante unos segundos (las matemáticas no eran mi fuerte) y me di cuenta de que la señora estaba en números rojos. ¿Y quién no? - pensé. Sin embargo, mi maravillosa mente detectivesca rápidamente desenmascaró al homicida con la ayuda de ese papelito: estaba claro, la anciana estaba en números rojos y eso supondría el embargo de su casa con todo lo que tenía dentro, incluyendo todas las cintas de "Cine de Barrio" que guardaba en la estantería bajo el televisor... sería una pena. Asi que para evitar esto, sabiendo que tenía un buen seguro a todo riesgo, decidió graparse todo el cuerpo para luego recibir una suma considerable por accidente casero (como lo llamaba mi primo, el abogado). Además, podría aprovechar para denunciar a los fabricantes de grapas por un claro defecto de fabricación y así sacarse otras pelillas. Pero el plan se le fue de las manos, ya que se autograpó de más y claro, acabo desangrandose.
¡Todo encaja! - pense - ¡es por esa razón por la que había huellas de la anciana en la grapadora!
Estaba clarísimo, la propia anciana era la asesina que tanto tiempo estaba buscando.... O no... unos días después mi compañero de oficina atrapó al asesino. Puto Roberto, siempre jodiendo... Yo aun sigo pensando que el asesino era la propia asesinada, si, seguro, segurísimo...

------------------------------------------

Titular en un periódico cualquiera: El detective García es condenado a muerte por el asesinato de su propia madre, una anciana de 90 años. Sus colegas de comisaría se preguntan cuál es la razón por la que se volvió un "tarado mental", como lo describía su amigo y compañero de oficina.....

OTRO FINAL DE PABLO

Estaba desesperado, ya habían pasado tres semanas desde el asesinato y no tenía nada nuevo que me ayudase en este caso. Tras mucha meditación tuve la solución.

EPÍLOGO: El detective mata al forense, actua necrofilicamente con la anciana y se suicida, donando sus organos a la ciencia.


EL FINAL DE MIGUEL

Después de un mes sin dar pie con bola y a punto de tirar la toalla, un nuevo caso de asesinato por grapado nos sorprendió una noche en comisaría. Un torero estadounidense de gira por España, el Niño de California, fue encontrado colgado boca abajo en los toriles de la plaza de toros de Sestao, embutido en un ensangrantado traje de luces. Lo dejaron cruelmente a merced de dos berracos de la insigne ganadería de Bernardo Lupiáñez, de Lebrija, a los que previamente habían clavado trescientas grapitas en las cachas. La macabra suerte de grapas enfureció a los animales, que instintivamente cornearon hasta la muerte al impotente diestro, al que además, a mala leche, habían grapado las narices y la boca.

El Niño de California murió por asfixia y no por las cornadas, dictaminó el forense, un poco acojonado de que lo acusáramos de nuevo (no lo hicimos porque la noche del crimen había estado conmigo tomando copas, y había testigos). La muerte por asfixia debido al cruel grapado en su boca y narices provocó un temor generalizado en los círculos policiales. Investigadores y agentes empezaron a considerar la peligrosidad de esta siempre útil herramienta de oficina que en cuestión de semanas se había convertido en una auténtica arma homicida.

El temor se convirtió en paranoia cuando tres días después un nuevo caso sacudió despachos y titulares. Cuando el forense y yo visitamos el puesto forestal de El Cerecillo, en las agrestes sierras almerienses, nos quedamos estupefactos. La grapa era de nuevo protagonista, si bien de nuevo de forma indirecta. Juan Segura, guarda forestal, había sido grapado al suelo de pies y manos. Incapaz de moverse, murió de sed tres días después, sólo en mitad de la montaña y con la sola compañía del arma homicida, que el desaprensivo asesino había dejado junto a él.

Los motivos de estos extraños asesinatos no iban más allá de la propia grapa en sí. La grapadora aparecía siempre, de varias marcas (Petrus, Canon, Stapler o EasyShot) y colores variados: verde, marrón, naranja cobrizo. Era como un chiste macabro: "ved con qué mato, apreciad la maldad congénita a indefensos compañeros de despacho como la grapa y la grapadora; estáis rodeados de potenciales armas asesinas".

Varios asesinatos por grapado tuvieron lugar en los siguientes meses: un encargado de fotocopiadora, una cartera, dos bailarinas de striptease, un profesor de latín. La paranoia nacional contra las grapas se convirtió en convulsión internacional cuando murió un astronauta de la Estación Espacial Internacional. Un compañero de misión, el primer astronauta uzbeko de la historia, sufrió una enajenación psicótica (seguramente relacionada con los terribles asesinatos de la grapadora) y le grapó el traje con una Petrus modificada para funcionar en gravedad cero.

El Ministerio del Interior comenzó recomendando a los administradores de oficina que no perdieran de vista sus "máquinas grapadoras". Los casos continuaron y, en universidades y asesorías, todos temían acercarse a una grapadora, aunque fuera de esas de bolsillo que vienen en una fundita azul cutre. Las grapas se guardaban bajo llave y en la mayoría de oficinas se nombró a un encargado de manejar los suministros de grapas y el grapado de documentos. Poco después, el Gobierno impuso la obligación de sacar una licencia de grapador, para la cual había que superar diversas pruebas teóricas, prácticas y psicotécnicas y pagar una pasta gansa en clases y carnés. Pronto prohibieron las grapadoras y aun las propias grapas en vuelos nacionales e internacionales y Charlton Heston dejó al lado su tradicional Winchester para sostener una reluciente grapadora al despedir las reuniones de su organización, que cambió su nombre de National Rifle Association a National Stapler Association: "from my dead cold body". Los atracadores amenazaban a las cajeras grapadora en mano y los chulos de poca monta vestían pantalones ajustados en que se notaba, abultando, el perfil de tan temida arma.

Años después estaba prohibida en todo el mundo la posesión y uso de todo lo que tuviera que ver o recordara a una grapa o una grapadora. Los trabajos de instituto se entregaban sueltos o pegados con blutack, los más originales hacían collages o los entregaban en post-its. En los hospitales, las heridas y aperturas quirúrgicas se cerraban con loctite o en su defecto con hilo de pescar. El Consejo de Seguridad de la ONU y los gobiernos de todo el mundo encontraron una solución que sólo parcialmente palió el problema: elevaron el precio de las grapas a quinientos dólares americanos la unidad y convirtieron la grapadora en un artículo peligroso y extremadamente caro.

Esta es la razón por la que, a partir de entonces y durante muchas décadas, gangsters, nuevos ricos y ostentosos hombres de negocios sin escrúpulos mostraban sus contratos y documentos grapados con auténticas grapas de verdad, o enseñaban la cicatriz de alguna puñalada grapada en oro como símbolo de opulencia, chulería y poco respeto al género humano.

EL FINAL DE MARCO

El caso fue cerrado por "imposible de resolver" y yo me tomé unas vacaciones.

Dos semanas antes, a miles de kilómetros de allí...

-Almirante Grappth, llegan noticias de T1564.-Grapinsky dijo esto medio tartamudeando, como siempre que se dirigía a sus superiores y, en este caso, con más razón, puesto que lo que traía eran malas noticias, muy malas, y temía llevarse la bronca y algún castigo extra.
El almirante levantó la mirada del libro que tenía entre manos y con un gesto lento animó al tembloroso capitán a continuar hablando.
-Señor, ha habido un disturbio de nivel 4 clase 5 en la estrella azul, señor. -Grapinsky esperó la reacción agresivolcánica de su superior, pero ésta no llegó.
-Asesinato sin coartada y posible investigación.-El almirante silabeó la descripción del caso, quizá pensando al mismo tiempo en sus causas, en sus consecuencias y en una posible solución.- Detalles, capitán.
-El agente Grapper, señor, un modelo anticuado pero todavía útil para la misión, entró en estado de enajenación, señor, y...-El almirante esperaba-. Señor, es duro, señor, el agente se descargó por completo sobre una humana, señor, y ahora está en manos de la policía. ¿Activaremos la alerta roja, señor?
A veces la inexperiencia de sus subordinados le ponía de los nervios, pero hoy hasta le hizo gracia. Grappth dejó el libro, todavía en sus manos, sobre la mesa y dejó asomar una sonrisa.
-Capitán.
-Sí, señor.
-Siéntese y cálmese.
-Sí, señor.-Grapinsky agachó su largo morro azul e intentó relajarse, sin éxito.
-Grapinsky, respóndame. ¿Desde cuando estamos en la Tierra?
-Desde 1945, señor. Los humanos Juan Solozábal y Juan Olave fueron los elegidos para mostrarnos a su especie como invento y desde entonces nos movemos entre los humanos con el fin de...
-Bien, ya veo que sabe Historia, pero no sé si sabe que este disturbio no ha sido el único.
-No, señor, no lo sabía. ¿Por qué no se nos ha informado?
-Información clasificada secreta.
-Ah. -Se sintió estúpido.
-Desde que llegamos al planeta azul ha habido más de veinte disturbios nivel 4 clase 4 y otros diez clase 5. En ninguno de ellos los humanos se acercaron a la verdad, incluso en muchos de ellos otros humanos fueron culpados y castigados. No son tan listos, capitán, así es que no debe preocuparse. Es normal que de vez en cuando algún agente se extralimite en sus funciones o pierda el juicio. Llevamos muchos años de vigilancia y todos ellos han sido entrenados para actuar, y necesitan acción.
Grapinsky asintió. Él mismo había estado a punto de abandonar su puesto hacía unos años y volver a Grapika con su familia, y eso que él se mantenía en la nave, rodeado de sus congéneres. Comprendía que los agentes no aguantaran la presión allí abajo. La soledad, la falta de comunicación... era demasiado.
-Señor.-Por su tono, el almirante parecía pensar lo mismo que él
-Diga, capitán.
-¿Cuándo pasaremos a la acción? -Años atrás esa pregunta corría de boca en boca. Ahora todo el mundo parecía resignarse. -Pronto, hijo, pronto. -Grappth agarró el libro y dirigió la vista a sus páginas. El capitán esperó unos segundos hasta que se dio cuenta de que la conversación había terminado, y se fue claqueando al puesto de mando con la frase esperanzadora de su superior, "pronto, hijo, pronto", dándole vueltas en la cabeza.


EL FINAL DE NACHO

Tras semanas esperando algún fallo del misterioso "asesino de la grapadora", al que por cierto algunos medios ante la falta de información relacionaban con la banda GRAPO, deduje que ya podía quedarme esperando todo el tiempo del mundo, que una persona que había cometido a sangre fria un crimen tan aparentemente premeditado como este, no iba venir un día a comisaría llorando su culpa y diciendo: "sólo queria asustarla con un par de grapas... pero me puse nervioso y perdí el control... yo no quería". No. Tenía que estrujarme los sesos para adentrarme en su mente, predecir sus actos, adelantarme a sus movimientos, olfatear cualquier sutil rastro suyo.... No obstante, preferí esperar unas semanillas más todavia, por si acaso.

Eran los dias posteriores al solsticio de verano, y el calor achicharrante no hacía sino contribuir más a mi desgana en dedicar tiempo a este caso. Lo único q me apetecía era bañarme en la piscina de mi urbanización, ver "Aquí Hay Tomate" reposando la comida frente a mi nuevo aire acondicionado, salir de botellón los fines de semana y, en definitiva, vivir el verano.

Si cuando me levanté aquel jueves resacoso de San Juan alguien me hubiera dicho que iba a tener un día redondo, no me lo habría creido. De hecho una gitana intentando venderme romero por la calle me lo dijo y pasé totalmente de ella. Y fue al ver el anuncio de Donuts mientras desayunaba cuando me planteé que pudiera ser una señal de que la gitana tenia razón.

Era día festivo en la ciudad y salí a pasear antes de comer. Iba por el paseo marítimo observando cosas y pensando en el caso cuando algo me vino a la cabeza. Era un tiesto de geranios q se le había caido a una señora mientras regaba en su terraza. Me hizo una brecha en el cráneo, por lo que tuve que volverme a casa, echarme Cristalmina, ponerme una venda y, antes de una posible pérdida de conocimiento, tumbarme a ver el último capítulo de CSI, el cual tenía grabado. Si iba a ser mi día redondo, se estaba ovalando un poco...

En dicho capítulo había un momento en el que hacían un estudio de balística y, entre otras cosas, analizaban las marcas y hendiduras de una bala utilizada en un crimen y las comparaban con las de una bala disparada por el arma confiscada a un sacerdote. Y con ese análisis demostraban que el sacerdote era el asesino, y su móvil había sido un pique surgido a raíz de un partido de beisbol. Pero bueno, esa es otra historia.

Lo interesante es que tras acabar de ver la tele todo se iba a resolver a una velocidad exponencial. Al concluir el segundo capítulo, el de CSI:MIAMI, fuí a la cocina a prepararme la comida, y como no tenía ganas de cocinar cogí unos panfletos con publicidad de los comercios de la zona, para buscar una casa de comidas con entrega a domicilio. Estaba decidiéndome entre berengenas rellenas de ternera picada con besamel o sopa, cuando algo captó enormemente mi atención: ¡los panfletos estaban grapados entre sí!. Estaba claro, ya todo caía por su propio peso, como piezas del Tetris encajando solas.

Recordé que la semana del crimen un muchacho al que nunca había visto repartía por la calle esos panfletos, cuya inusual manera de entrega (grapados), me había llamado la atención. ¡Si! Acababa de encontrar un patrón: "chico entregando panfletos grapados-anciana muerta a grapazos". Sólo tenía q demostrar q las grapas utilizadas en ambos casos procedían del mismo artilugio. Y para ello iba a hacer como en CSI: realizar un análisis de "grapística". Sin duda alguna esta innovación me iba a prporcionar una medalla al mérito muy bonita.

No encontré el panfleto antiguo y el ánalisis de la grapa del que tenía ahora en mi cocina nos proporcionó resultados negativos. Que cipotes fuimos por no habernos dado cuenta antes: la grapadora del crimen estaba en nuestro poder por lo que el supuesto sospechoso había adquirido otra para los nuevos panfletos. Cuando al dia siguiente fuimos a su domicilio para realizar el registro, no hizo falta que diéramos con papeles grapados con grapas procedentes del arma del crimen, ya que encontramos una prueba contundente que nos permitió arrestar al joven y meterlo en un reformatorio con piscina. Las paredes de su dormitorio estaban repletas de fotos de la anciana asesinada, sus carpetas de clase estaban forradas con fotos de ella junto con otras de Angela Lansbury, las Chicas de Oro y otros tantos iconos de la tercera edad.

Sin duda era la persona a la que buscábamos, y él mismo confesó llorando que tan sólo quería asustarla con un par de grapas pero que en el momento en el que la mujer fue gritando a por la escoba para darle un lambreazo, se puso nervioso y no controló. Entre otras cosas descubrimos que la anciana era Jane Wyman, la actriz que encarnaba a Angela Chaning en Falcon Crest. Ya decía yo que me sonaba su cara.

Al parecer el chaval quería un autógrafo, y ante la negativa de la anciana, que padecía también alzheimer, y en un arrebato de fanatismo, decidió intentarlo de nuevo invadiendo su casa a la noche siguiente y, bueno, así todo el pastel...

Definitivamente este se convirtió en uno de los casos más complejos de mi carrera profesional. Al resolverlo mi capitán me concedió unas vacaciones y decidí irme al Caribe a hacer un crucero. Me llevé una grata sorpresa al ver que el barco tenía piscina.


EL FINAL DE PACO

Las noches pasaban y la grapadora del delito se oxidaba sobre mi mesa. El mayor de los vacios inundaba mi cabeza y no se me ocurría nada. ¿A quién se le pudo ocurrir tan macabra idea?, ¿Lo hizo solo o acompañado?, ¿con que fin?. La verdad es que cada vez que pasaba el tiempo me daba cuenta de que sabía menos del caso y mis habilidades policiacas se transformaban en hastío. Necesitaba algo que me impulsase a buscar una pista. La verdad es que solo una chispa empezaría a mover las bielas de mi espiritu policiaco, pero nada... solo una grapadora y yo en un despacho mugriento. Mis miedos, mis debilidades aparecían y desaparecían mientras pensaba en mi despropósito profesional y mientras pensaba en Luisa. Ella murió hace un año, y no pude decirle lo que pensaba. La grapadora brillaba solitaría mientras me levantaba para moverme un poco y destensar esa espalda que de tanto tiempo delante del ordenador se había transformado en mi martirio fisico que junto al dolor de mi alma por Luisa y al de mi vacio profesional habian hecho de este instante un hueco de dolor en el transcurrir del tiempo. Miré hacia la ventana y noté la luz de los neones del hostal Virgen de La Nuca; hostal de prostitución que enfrente de la comisaría relucía desafiante. Las luces de los neones daban a las persianas una luz azulada que durante años había estado observando depié en las tardes de soledad en mi despacho de la comisaría. La verdad es que era raro, pero mas que azul parecía rojo el color reflejado en las persianas. La verdad es que era un color extraño, nunca había visto estas persianas con una tenue luz roja. Me extrañó y me acerqué a la ventana. Mientras me acercaba veía los neones azules del Hostal, pero había una fuente de luz roja mucho más potente que venía desde más arriba. Me acerque lentamente y giré la vabeza hacia arriba, para divisar casi la ultima imagen de mi vida. La luz roja provenía de una enorme bola de fuego cuyas dimensiones no podría ni imaginar, en ese momento me di cuenta que un enorme meteorito de fuego de dimensiones kilométricas estaba a punto de impactar sobre la ciudad. Giré la mirada hacia un lado ya que la luz roja era un calor infernal que me impedía ver nada mas. Y ahí estaba, la grapadora. Esa imagen fue la última que vi antes de que un inmenso calor me cegase y notase el infierno de la destrucción en mis entrañas.

EL FINAL DE MARÍA

A la tercera semana de espera sin resultados decidí pasar a la acción. Me di cuenta de que hasta el momento no nos habíamos centrado en el móvil de tan macabro crimen y dirigí mi investigación en ese sentido.
Dado que la vieja sólo cobraba la pensión mínima de la seguridad social opté por descartar el dinero como motivo del agrapamiento.
Sólo cabía pensar en un ajuste de cuentas, en algún tipo de rito satánico o simplemente en el acto de algún lunático fetichista.
Lo del loco lo descartamos en seguida. Ningún perturbado en su sano juicio preferiría cometer un asesinato en pleno agosto y en la capital a sembrar el pánico en una de las tantas playas que se abarrotaban por esas fechas.
Las sectas satánicas ya se sabe que prefieren cargarse a una joven virgen o, simplemente a una joven, antes que a un vejestorio de 90 años a las puertas de la muerte; por eso también esta opción fue eliminada.

Sólo nos quedaba lo del ajuste de cuentas.

Lo primero iba a ser saber quién era la vieja: nombre, domicilio, etc.
Mientras investigaba este primer punto fui a visitar a Yoni el Soplillo para comprarle información. Quería saber si alguien había contratado a alguien para matar a alguien en las últimas semanas. Yoni me trajo una lista de 25 nombres, así que tuve que concretar y darle más información.
Esta vez Yoni me sirvió de más ayuda. Un tal Clipman se jactaba de haberse cepillado a una vieja secretaria o a una secretaria vieja (no me lo supo concretar) hacía casi un mes.
Me puse manos a la obra y conseguimos localizarlo en su despacho de la 96.
Cuando entré en él Clipman me estaba esperando, tranquilamente sentado en su sillón de espaldas a la ventana.
"No me andaré con rodeos" - me dijo- "los dos sabemos que lo hice yo. Supongo que sólo necesita saber el porqué".
Resultó ser que Renata Pauer había trabajado poco antes de jubilarse para Clipman y que había dejado en la oficina ni más ni menos que un stock de 20mil grapas. Clipman, aférrimo detractor de las grapadoras y defensor de los clips como sistema de archivo, quiso devolverle este sobrestock cuando hacía un mes cerró definitivamente la empresa que dirigía.
Por lo visto, Renata no quiso saber nada del asunto alegando que hacía más de veinte años que no utilizaba una grapadora para nada y se enzarzaron a una discusión que terminó con la devolución forzosa de las 10 cajas de grapas que Clipman llevaba en su bolsillo.
Lo que nunca llegó a convencer al juez para dictaminar un homicidio involuntario fue el hecho de que Clipman llevara consigo, en el bolsillo trasero de sus Levis, una grapadora nueva sin estrenar y unos guantes de latex que se puso en el momento final de su discusión.

No hay comentarios: