el hombre que no escribía decidió una mañana que iba a dejar de no escribir, esto es, que se pondría a escribir, porque, pensaba que tenía historias que contar, recuerdos que conservar y pensamientos que merecía la pena dejar para la posteridad.
compró una pluma, un tintero y unas hojas de papel y se puso manos a la obra. a los diez minutos lo dejó y se puso a ver Aquí hay tomate.
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