Se jodió en septiembre, se dijo que para primavera ya estaría listo y finalmente (hasta nueva orden) llegará el fin del mundo a fin de año (por fin). En fin. Los operarios están en ello, dicen. Tendrán título homologado de técnico montador de LHC, porque supongo que tiene que ser un follón montar aquello. Para que os hagáis una idea... imaginad montar un mueble de Ikea de 27 kilómetros de circunferencia... vamos, un lío, y seguro que la primera vez alguna pieza les sobró y claro, acabó petando. Y todo con una llave Allen, que se resbala cada dos por tres. ¡Qué paciencia la de esos técnicos! Vamos, que no se podía esperar que funcionara a la primera. Pero esta vez (un año después), cuando le den al Play aquello va a dejarnos a todos con la boca abierta. Tiene que ser emocionante hacer petar a los hadrones esos. Saltarán chispitas y habrá petardeos varios. Ni en las fallas de Valencia. Que lo mismo se acaba el mundo... pues bueno, no todo iba a ser bueno. Que la gente se pone muy tremendista con eso y no es para tanto. ¡Tantos mundos se habrán acabado antes que el nuestro y aquí estamos! Que yo entiendo que la gente se acostumbra a lo bueno y que de la noche a la mañana te digan que vas a ser absorbido por un agujero negro, y que encima lo hemos soltado nosotros experimentando con un cacharro subterráneo, pues claro, te corta el rollo y te dan ganas hasta de protestar. Pero bueno, que luego no será tanto como dicen. Y si es como dicen... pues nada, ya sabéis, de cabeza al boquete y se acabó. Que digo yo que por lo menos nos han dado un año más con el escacharramiento y ya estábamos avisados.
Ya sabéis, aprovechad lo que queda que son dos días.
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