-Tengo un problema muy gordo, amigo. Lo he intentado ya por todos los medios. He llamado a todas partes, me han pasado con todos los departamentos posibles y nada. Quien podía, no quería. Quien quería, no podía. Es un infierno. Y ya no sé qué hacer.
- Sé de lo que me hablas. Conozco gente que ha pasado por lo mismo pero, sabes, creo que no todo está perdido. Hay alguien. Hace meses yo necesité de su ayuda y es algo increíble. Él te puede ayudar. No es como los demás. Jamás, y cuando digo jamás quiero decir eso, jamás, jamás te dará de lado. Jamás pondrá excusas vacías con tal de quitarte de enmedio. Él jamás te abandonará y siempre estará ahí cuando lo necesitas...
- No irás a venderme algo religioso, ¿verdad? Porque parece que estuvieras hablando del propio Jesucristo, jeje.
- No, amigo, este del que te hablo es muy real... y tengo su extensión. No es ninguna broma.
- ¿Su extensión? ¿Me estás diciendo que... que podré hablar con alguien que me ayude... directamente, sin esperar, sin soportar a teleoperadores novatos, quemados o incompetentes?
- Sí. Sin ninguna duda. Sólo tendrás que marcar su extensión. Así de sencillo. Y él estará ahí. Y es verdad lo que te digo. Él...
- ¿Él? ¿Él qué, dime?
- Amigo. Él lo sabe todo y todo lo puede hacer. Y hará lo que sea por ti. Te daré el número, pero prométeme una cosa, y esto va muy en serio.
- Lo que sea.
- No se lo cuentes a nadie. Jamás. Si todo el mundo lo supiera...
- Claro, por supuesto, confía en mí. Guardaré la extensión bajo llave y sólo la usaré en casos extremos. Sólo cuando sea realmente necesario.
- Perfecto. Pero no la apuntes, no, mejor memorízala, no la escribas, es más seguro.
- Sí, mejor. Y tío, mil gracias... te debo la vida.
- No hay de qué. Ya me contarás qué tal.Ah, y dale recuerdos de mi parte. Es más majo el jodío...
- Así lo haré.
(Conversación escuchada en el Bar Manolo (La Latina, Madrid) el 4/09/2008. Prueba 23/1 de la ETP (Existencia del Teleoperador Perfecto).)
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