"Viví algunos años colgado de una pared, como un cuadro. Y vi muchas vidas desde allí. Y aprendí mucho. Un día todo terminó. Al bajar descubrí que tenía la cabeza toda cubierta de polvo. Años de polvo sobre el pelo. Quise sonreír pero los brazos me dolían tanto que permanecí durante varios días tirado en el suelo gritando, ahogado en lágrimas. Cuando intenté levantarme por primera vez (y por segunda, y por tercera, y) me rompí por dentro, o al menos eso creí. Mi cuerpo no iba a obedecerme sin hacerme sufrir. Fui paciente y semanas después lo conseguí. Me arrastré hasta la puerta de aquella casa e hice un último esfuerzo para levantarme, para salir caminando de allí, con cierta dignidad. En la calle había mucha gente, mucho ruido. A la gente ya la conocía. El resto era nuevo para mí. Caos, mucho caos vi. Entonces un señor vestido de azul vino hasta mí y me detuvo por escándalo público, dijo, "que no se puede ir por ahí desnudo, hombre"".
Memorias de Jehová (Madrid, 2007 D. de Idem).
2 comentarios:
¡Que sí se puede!
Ya, eso digo yo, pero es que la gente es lo peor.
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