Otros tiempos
Alejamos a la gente con manguerazos de agua y luego, cuando el agua no fue suficiente, usamos los lanzallamas. No les gustó. A nosotros tampoco, aunque estemos acostumbrados a oír gritos de dolor y a oler a carne quemada. Cuando ardieron unos cuantos, el resto salió corriendo hacia sus refugios, chabolas más bien, en su barrio, El Último, lo llamaban. Llegué a casa y todavía tenía el olor conmigo. Mi mujer se dio cuenta y se metió en el cuarto de baño a llorar. Me quité la ropa y la tiré a la basura. Luego me fumé un cigarro con el resumen del fútbol en la tele a todo volumen.
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2 comentarios:
Me encantan tus segmentos.
Qué puedo decir...
Seg
men
to de irrealidad, trade mark, for you.
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