La libélula y la flor

La libélula esperó unos segundos sobre la flor y luego se marchó por donde había venido. La flor se resignó, guardando un solemne silencio. Nadie sabría jamás qué había pasado entre los dos personajes, nadie, si un escarabajo que pasaba por allí no lo hubiera visto todo o si después se hubiera abstenido de contarlo, de contármelo. ¿Puede existir el amor entre una libélula y una flor? Pues no digo más, que con lo dicho ya tenéis para pensar un rato.

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