'Me has dejado sin palabras': El origen de esta conocida frase data data de finales del siglo XIX. Según conocemos, la historia nos dice que cuando Ottmat Mergenthaler, inventor de la linotipia, se encontraba preparando uno de sus prototipos junto a uno de sus ayudantes, en un momento en el que el inventor quiso hacer unas pruebas se encontró con que se habían llevado los tipos (las letras) a otra máquina, razón por la cual gritó '¡Me han dejado sin letras!'. La frase saltó a la calle y pronto quedó como la conocemos hoy en día. Curioso, ¿verdad?
'Poner la mano en el fuego': La procedencia de este dicho se remonta a la época en la que se practicaba el llamado juicio de Dios. También conocida como Ordalía, ésta era una institución jurídica que dictaminaba, atendiendo a supuestos mandatos divinos, la inocencia o culpabilidad de una persona o una cosa acusadas de quebrantar las normas establecidas o cometer un pecado. Esta costumbre pagana, que fue común entre los germanos y otros pueblos antiguos, se ejecutaba de formas muy diversas. No obstante, casi todas consistían en pruebas de fuego. Ante el tribunal, el acusado debía sujetar hierros candentes o introducir las manos en la lumbre o en una hoguera. Posteriormente las pruebas se dejaron de realizar con fuego y se sometía al acusado a pruebas con distintos tipos de picante, quien tenía que tragar grandes cantidades sin beber agua. Si aguantaba sin perder la conciencia, era considerado inocente. En Japón todavía se hacen pruebas similares a la hora de entrar en grupos mafiosos como la Yakuza sólo que allí usan wasabi.
'Más se perdió en Cuba': El saber popular y la poca seriedad de los historiadores apuntan a que esta frase se empezó a decir tras la pérdida de las colonias españolas en el desastre de 1898. Y nada más lejos de la realidad. La frase se acuñó popularmente en La Rioja cuando el oidio, una enfermedad procedente de Norteamérica, llegó a esas tierra a finales del siglo XIX y se llevó toda la cosecha de vid, lo que redujo al mínimo la producción de vino de ese año. Por esos pueblos se empezó a decir 'más se perdió en las cubas', con el mismo uso que le damos ahora pero claramente asociado a la epidemia sufrida en sus campos. El timpo y el boca a boca acabó por mutar la frase y cambiar 'las cubas' por 'Cuba' aunque manteniendo el mismo significado de fondo.
Salieri, M. Estudio (curioso) de la lengua española; 143 p. Vol. I, Ed. Truño. Chapinería, 1998.
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