desblogado
como habréis visto, he estado desblogado durante las últimas semanas. demasiados cambios que aún no he podido asimilar y que supongo serán fuente de engorde de este superlapomental 101. por lo pronto he sacado energías para reflexionar sobre este vacío creativo. espero que no se me haya quedado todo dentro en forma de tumor cerebral. en cuanto empiece a doler seguro que mis dedos vuelven a sudar lapos sin cesar, como debe ser. por otra parte quiero hacer una pequeña mención al mes en el que entramos: es agosto. bien. y ahora, si no os importa, me voy a soplar el suelo del salón. acabo de fregarlo, no se seca y quiero sentarme a ver la tele. ahora comprendo por qué la gente lee tan poco y escribe menos; es por la tele y por la letra tan chica que tienen los libros de bolsillo. sobre lo primero: tu mente se pone en consonancia mística con los rayos catódicos, enlentece su ritmo a la vez que lo sincroniza totalmente con la parrilla de programación (en abierto) y con los gurús televisivos; últimamente incluso noto que mi respiración se acompasa perfectamente con la de el tío canoso del programa matinal sobre salud, en buenas manos, o en buena no sé qué. es algo casi místico. sobre lo segundo: soy económicamente deficiente, y no soy el único. esto se refleja en mis hábitos de ocio. mientras que unos se van a un concierto yo me lo bajo de internet, mientras que otros van al cine, yo me lo bajo de internet, mientras que unos practican sexo con su pareja... la cuestión es que el sueldo no da para mucho y si tenemos que comprar un libro lo buscamos en la edición de bolsillo. esto significa que, por poner un ejemplo, si queremos leer "Los pilares de la tierra" y no gastarnos más de 9 euros hemos de hacer una inversión previa de pongamos 150 euros en un microscopio decente que nos permita leer la letra, momento en el que nos damos cuenta de que tampoco podemos recurrir a ese tipo de ediciones, no si queremos seguir viviendo con la capacidad de visión más o menos intacta y con esos 150 euros en la buchaca. esto nos lleva a... ah, sí, nos lleva a dejar la lectura como hábito y convertirlo así en un divertimento puntual de lujo y a caer sin remedio en el pozo sin fondo de la televisión, a ser posible de mala calidad, de esa que te seca el cerebro hasta tal punto que hasta te parece lógico soplar el suelo del salón para que se seque en lugar de abrir la puta ventana y que corra el aire...
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