Por el barrio
Vas paseando por la calle de siempre y no te fijas porque ya está todo muy visto, y es normal. Tienes que ir con alguien que no ha pasado por allí para descubrir lo que debería ser ya parte de ti. Por ejemplo, vas por el barrio y te dice un amigo: "pues cuantos viejos hay en tu calle, tío", y joder, miras y sí, está todo lleno de viejos. De pronto miras a tu alrededor y te encuentras rodeado de señores con bastón, señoras enlacadas, viejunas encorbás, de piernillas secas y abrigos de cacería, y señores jubilados sentados en sus bancos que observan al resto, que digo yo que para ellos será como ver la fórmula 1 cuando antes ellos pasan esos jovenzuelos a toda hostia cuando ellos pierden medio día en decidir con qué pie comienzan su particular hégira diaria. O: "anda, mira, si tienes una librería de segunda mano aquí", que está al lado de tu portal, justo a lado, y dices, "pues será nueva, porque no me suena" aunque sabes que por la pinta aquello lleva abierto desde que Gutenberg se pusiera a maquinar la imprenta. Y al rato salta tu amigo con un "mira, esa rubia, qué buena está... siempre que vengo a tu casa me cruzo con ella", y le echas un vistazo y "mira, chico, no suelo yo fijarme en esas cosas, no me suena mucho..." y el amigo te pone cara de "pero tío, si es tu barrio, ¿es que no lo conoces?" y claro, se la guardas para cuando vayas al suyo, que algo habrá que veas que tu amigo no conozca. Ya caerá, ya, ya caerá el listo este, y te enfurruñas... pero joder, si es que tiene razón el cabrón.
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1 comentario:
Eso pasa también cuando uno sale poco de casa viva en el barrio que viva y si cuando sale es para ir al trabajo con los cables cruzaos y para volver corriendo agotao perdío.
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