¿Libros? En mi casa nunca hubo libros. Bueno, corrijo, hubo uno: un diccionario de español-francés. Desde que recuerdo estuvo allí, junto a la tele. Ahora que jamás vi a nadie usándolo, porque en casa, que yo sepa, nadie habla francés. Un día, mientras veíamos un partido de fútbol, le pregunté a mi padre por el diccionario. Puso cara de no saber a qué me refería. Le señalé el enorme volumen. Ah, dijo, ese, sí, emm, nos lo regalaron con la tele, creo. Y seguimos viendo el partido.
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