Yendo por Madrid descubro rostros que me marcan para siempre (o para un lapo).
La mujer de rojo
Calle Farmacia. Esa calle con escoliosis. Una mujer con un vestido rojo colorao se dirige hacia mí. De lejos parece que tiene un peinado Leia Skywalker pero cuando la tengo a mejor distancia visual descubro que lo que yo creía que eran las ensaimadas estilo rebelde de Leia son unos pedazo de auriculares de los gordos, de esos negros caros pa tener en casa porque si los llevas por la calle te pueden provocar tortícolis. En los pies lleva botas negras militares. Además es guapa.
Las hermanas fronterizas
En el Metro, línea 1. Dos hermanas (son hermanas porque lo digo yo) se sientan frente a mí. Se nota que son algo fronterizas pero no demasiado. Sólo un punto. La hermana 1, a la izquierda, tiene la cabeza chica y el pelo gordo y alto, como si le hubiera quitado el pelo a uno de los monos del Planeta de los Simios después de que éste hubiera metido los dedos en un enchufe. Tiene unos zapatos negros, viejos, con calcetines azules. La hermana 2, a la derecha, es algo más grande y su peinado es plano por arriba, raya enmedio, y engorda conforme el pelo se acerca a los hombros. Ella no sólo parece llevar el pelo de la prota simia del Planeta de los Simios... parece la propia simia de la película. Viste como la hermana sólo que los calcetines son rosas.
El chaval con granos
También en el Metro. Un chaval grasoso facial. Se hace notar en cuanto entras en el vagón. Lleva el móvil como reproductor de mp3, sin auriculares, a toda hostia. La banda sonora de nuestro viaje. Es música maquinera (unchu unchu unchu unchu titititititititit unchu unchu, etc.). Mira al vacío. Lleva el ritmpo con la pierna derecha. Viste chaqueta vaquera, pantalón de tergal, calcetines grises y zapatos heredados. Me llama la atención su reloj. Lo lleva en la muñeca derecha. Es de los gordos, con pantallón y numeracos digitales. Me llama la atención su otro reloj. Lo lleva en la muñeca izquierda. Es un reloj viejo y de agujas. Me pregunto si llevará la misma hora en los dos o simplemente es que sufre de diferencia horaria mental entre su lóbulo derecho y el izquierdo. Si tuviera que apostar, todo a la segunda opción. Medito sobre su dualidad analógico-digital y la relación de ésta con la música elegida para amenizarnos el viaje.
Tres momentos en tres días. Inolvidables.
1 comentario:
Que viaje tan genial, con lo poco que coges el metro y la de gente guay que encuentras, yo solo veo a gente cansada y triste y aburrida y fea, tendre que coger mas la linea 1.
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