Se iba de Madrid. Allí ya nada la ataba. La costa sería un buen destino, pensó, y reservó un billete para el sur. En la maleta lo justo y un bikini, y en la cabeza una gorra. Cerró la puerta con llave, dos vueltas. El gas. Volvió a entrar. Cerrado, antes y ahora. Siempre igual. Las persianas bajadas, comprobó. Cerró la puerta con llave, otra vez, dos vueltas, otra vez. Abajo el taxi la llevó a la estación, y el tren a la costa, y andando se fue a la playa, y nadó hasta que no pudo más.
2 comentarios:
...Te vas, Fulanita, con tu soledad
qué poemas viejos fuiste a buscar...
...Un abrazo...
y una voz antigua... ;)
más para ti.
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