En el mundo de las hormigas, Mao es un dios y los EREs son cosa de la ciencia ficción. Allí nadie es más que nadie, ni la hormiga reina, a la que llaman así para que no se sienta un simple medio de producción, una máquina alienada al servicio del hormiguero, pero ni es reina ni nada parececido. El bien común es ley y sus endoesqueletos, la única y homogeneizadora vestimenta. Una única clase y un único objetivo: sobrevivir.
En el mundo de las hormigas, las hormigas rojas son una redundancia.
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