Oigo voces (II)

No soy yo. Es el teléfono. Definitivamente.

Para salir de dudas he seguido el método científico y concluyo: sólo oigo voces cuando hablo por teléfono, y más concretamente por el teléfono fijo. Además, no son voces cualquiera. Es la radio. Se oye la radio. La radio se oye por mi teléfono fijo. Por mi puto teléfono fijo se oye la radio. Y no sólo una emisora. Si presto atención puedo oír dos distintas. Una en primer plano y otra al fondo. Y no soy sólo yo (descartada la locura) quien oye las voces. Quien esté al otro lado del hilo telefónico sufre la misma alucinación (que no es tal, finalmente).

En fin, que la radio se mete en mi teléfono, y no sé cómo. He llamado al 1002 y Carlos, el teleoperata, me ha dicho que lo mirarán. Antes de que colgara le he preguntado si en el caso de que no se pudiera arreglar podría elegir yo la cadena de radio que va a martirizarme durante todo un año cada vez que hable por teléfono. Me ha dicho que no sabe, y ha colgado.

2 comentarios:

David Yuste dijo...

Espero que timofónica te lo arregle pronto, porque no me puedo imaginar como debe ser levantarte pronto para ir a currar, darte cuenta que se te ha olvidado que es tu aniversario, coger el teléfono para pedir un ramo de rosas a domicilio y en lugar del tono...escuches a Jiménez Losantos en esRadio a todo volumen !! Muahahaha

MSalieri dijo...

Es un infierno. Si esto sigue así empezaré a buscar mensajes del más allá entre las frases radiofónicas que rellenan los espacios en blanco de las conversaciones.