Chin-chímini

El viento sopla mi chimenea y le saca unos sonidos muy curiosos.

Y no sé si quiero que mi casa sea una ocarina divina.

Ahora que no querer no va a ser suficiente para acallar esos susurros, molestos de día y estremecedores de noche. Y de nada me va a servir pedir silencio a gritos por la chimenea, si acaso para sentir vergüenza propia y ajena (siendo yo el otro, reflejado en el espejo, propio y anejo).

Me he visto llamando al periódico para anunciarme como un demandante de sordinas para chimeneas pero he colgado y he recurrido a los tapones de oídos de toda la vida. Más baratos y menos absurdos.

Ahora oígo el tumtum de mi corazón y mi garganta tragar y el eco del silencio estomacal y, sinceramente, no sé yo qué es peor.

3 comentarios:

David Yuste dijo...

lo del tumtum del corazón es lo peor...yo alguna vez me los he puesto pa estudiar y por poco me da un ataque de ansiedad con tanto latido amplificado xDD

MSalieri dijo...

Es un momento de consciencia total de la existencia, un cara a cara con la realidad mortal y el inevitable paso del tiempo. La cuenta atrás de los latidos en estéreo con dolby surround.

Lara dijo...

yo estoy igual pero sin chimenea

el viento da la vuelta alrededor de mi casa y creo que la arrancará

bum bum